Tratar la causa
Cuando administramos un medicamento para combatir la causa de la enfermedad, estamos dando un tratamiento “etiológico”, que suelen ser tratamientos muy efectivos. Desgraciadamente no todas las infecciones tienen este tipo de tratamiento, pero por otro lado muchas de ellas son enfermedades poco importantes que se resolverán de forma espontánea, eso sí, tras unos días con un cortejo de síntomas: fiebre, tos, dolor, diarrea, vómitos, erupciones cutáneas etc. Cuando queremos aliviar los síntomas, el tratamiento se llama “sintomático”. Mejora las manifestaciones de la enfermedad pero no la causa ni la duración. No debemos empeñarnos en erradicar la fiebre, en intentar a toda costa que el niño vuelva inmediatamente a su temperatura habitual. La fiebre no es grave en sí misma, no provoca daño cerebral ni desencadena convulsiones. Tampoco se puede extrapolar que sea bueno tener fiebre, pero sólo debemos tratarla en la medida que el niño está incómodo.