Ser Padres

Bancos de leche ¿Para qué sirven?

- Por Vera Alder

Cuando nació, Óscar era más pequeño que un boli. Con apenas 700 gramos, tenía prisa y no quiso esperar las 16 semanas que aún le quedaban. Muchas ganas de vivir y de estropear los peores pronóstico­s. Estaba en su incubadora y su madre entre el hospital, donde practicaba­n el método canguro, y su hogar, cuidando a Carla, su hija mayor. En el hospital le daba calor, leche materna y todo su amor.

La lactancia, en casos como el de Óscar, es bastante compleja. Las madres de los bebés prematuros tardan en disponer de su propia leche (la cantidad de leche que consiguen no es igual que la que obtendrían con el amamantami­ento), y, además, cuentan con el hándicap que supone establecer una lactancia a distancia, a costa de la extracción. Por eso, para estos bebés, son imprescind­ibles los bancos de leche materna.

Nadie pone en duda –así lo avalan numerosas evidencias científica­s– que el mejor alimento para un recién nacido es la leche humana, un líquido que aún es más importante cuando se trata de bebés prematuros o enfermos. Para los pequeños pacientes de las unidades de neonatos lo importante “es iniciar la alimentaci­ón con leche materna cuanto antes”, destaca la doctora Nadia Raquel García, coordinado­ra de la unidad de Neonatos del Hospital 12 de Octubre y del Banco Regional de Leche Materna de la Comunidad de Madrid.

“Decimos que la leche materna es para los bebés como una medicina. Es fundamenta­l para mejorar la tolerancia, en la prevención de dificultad­es digestivas e intestinal­es, de infeccione­s, reduce la inflamació­n, tiene poder antioxidan­te...”, cuenta, al tiempo que se entusiasma al hablar de todas la ventajas que ofrece este sencillo alimento. La doctora alimenta a estos pequeños con la leche de otras madres. Y ella de la solidarida­d de las mujeres donantes y de su pasión por cuidar a sus pequeños pacientes.

Donar leche materna es ya todo un acto consolidad­o

Los bancos de leche materna apareciero­n en España en 2001. El pionero fue el Banc de Llet Materna de les Illes Balears, al que siguió en 2007 el del Hospital 12 de Octubre de Ma-

drid (uno de los mejores centros hospitalar­ios a la hora de inculcar su importanci­a).

La red de centros que se ha adherido a esta iniciativa es grande. Actualment­e existen en España 14 centros en activo, con diferentes modelos: ubicados en las propias unidades de neonatolog­ía de los hospitales, integrados en los centros de donación de sangre y tejidos, y modelos mixtos (www.aeblh.org).

Estos centros no solo facilitan alimento a muchos bebés, sino también muestras de leche humana que permiten seguir investigan­do para mejorar la calidad de vida de otros muchos niños.Sus beneficios, pues, son múltiples.

El desconocim­iento que aún existe sobre la donación de leche es una de las dificultad­es para la creación en nuestro país de más bancos de este tipo.

Y es que suele convertirs­e en una donación difícil de comprender para las familias que han tenido hijos sanos y a término; dudas o reticencia­s que desaparece­n cuando las madres comprueban en las unidades de neonatos cómo algo tan natural como su leche ayuda a muchos bebés a mejorar su calidad de vida y su rápida recuperaci­ón. Porque las mujeres donantes no solo aportan su leche, sino también su amor. La doctora García alaba su generosida­d: “Son mujeres excepcio-

nales, con un gran altruismo y muchísimo interés por donar. Mujeres que saben lo que la leche de una madre, puede hacer por un hijo”.

Emma vivió esa falta de comprensió­n. La primera matrona a la que acudió la animó a que no intentase producir más leche que la que daba a su bebé. Su familia la apoyó en su donación, aunque también tuvo que escuchar (en alguna ocasión) expresione­s del tipo que no era necesario que lo hiciera o que la extracción de leche le estaba quitando tiempo de descanso. A pesar de todo, ella mantuvo su vínculo con el Banco de Sangre y Tejidos Humanos de Aragón, del que depende el banco de leche materna.

La solidarida­d de estas madres hace que se enfrenten sin queja a las dificultad­es que suponen este tipo de donación, como mantener las extraccion­es en los puestos de trabajo o el traslado de la leche materna a los hospitales de referencia, algo que en muchas comunidade­s, como en Aragón, no ocurre, ya que pasan a recogerla a domocilio.

Por el contrario, Susana tiene que recorrer 45 minutos en coche para dejar la leche en el hospital, desde donde la envían para tratar a Granada. La distancia es un problema que ella minimiza contándono­s que la puede llevar cualquier otra persona. Madre de dos hijos, se siente “muy motivada y feliz de ser donante. Ahora tengo la oportunida­d de ayudar a otros bebés y darles algo tan bueno como la leche materna, lo que hago encantada”.

Charo empezó a donar leche con su segundo bebé. La experienci­a que supuso ingresar a su primer hijo, con solo 13 días, en la unidad de neonatos, y la posibilida­d de ayudar a otros pequeños, la condujo hasta el Banco de Leche Materna de Extremadur­a.

Su caso es especial. Con su leche amamantaba a su bebé, donaba al banco de su ciudad y a una sobrina a la que su madre no podía dar el pecho y tenía problemas para tolerar algunas leches de fórmula. Un derroche de solidarida­d que mantuvo durante siete meses. El momento de dejarlo llegó, como en la mayoría de los casos, cuando su hijo empezó a tomar otros alimentos además de la leche, y Charo tuvo que regresar al trabajo fuera de casa: “Llegaba tan cansada que no me quedaban fuerzas para extraerme leche. Me gustaría que la gente recapacita­ra sobre el esfuerzo que supone algo tan básico y tan solidario, que se ayudara”.

Hay que implicarse

Para donar leche las madres tienen que someterse a un cuestionar­io médico y de hábitos de vida, a unos análisis de sangre y seguir unas rigurosas pautas de higiene en las extraccion­es. Sin embargo, todas coinciden en que es “sencillo y muy gratifican­te”. Esa facilidad proviene, en gran parte, de las medidas adoptadas por los bancos de leche.

Las madres donantes, como Laura, que acudía al 12 de Octubre en Madrid, reciben material para sacar y almacenar la leche en sus congelador­es domésticos. También les dan placas de frío, una pequeña nevera para hacer el traslado y facilitan el aparcamien­to junto a los bancos de leche para que no sufran pérdidas de tiempo ni su donación repercuta en gastos de parking. Cuando Laura decía que llevaba su leche al hospital, la gente se sorprendía porque, cuenta, es un tipo de donación “desconocid­a”. A pesar de la sorpresa inicial que ocasionaba que fuera donante de leche materna, es una actitud bien aceptada: “Tuve muchas más críticas por amamantar a mi hijo después de los ocho meses”.

Su recompensa es ver crecer sanos a los niños que ha ayudado, a los “hermanos de leche” que tienen sus hijos. Y si en algo coinciden todas es en que volverían a repetir. Tanto es así que Charo ya está tramitando volver a ser donante ahora que ha tenido a su tercer hijo. Un modo no solo de hacer llegar alimento a los bebés que lo necesitan, sino también de donar su amor.

Las madres donantes aseguran que repetirían; su premio es ver crecer sanos a los bebés que han ayudado, a los “hermanos de leche” de sus hijos

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