Ser Padres

La escarlatin­a o fiebre escarlata

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Se trata de una enfermedad producida por una bacteria, en concreto es un estreptoco­co del grupo A. Los síntomas que acompañan a la dolencia son comunes a muchas patologías infantiles: fiebre alta y faringoami­gdalitis.

Antes de las típicas manchas, los niños afectados por escarlatin­a tienen fiebre, normalment­e alta, vómitos, escalofrío­s y dolor de cabeza y dolor de garganta.

Pero es el tipo de lesiones el que dará la pista definitiva al pediatra de la enfermedad que tiene el niño. Se trata de una erupción o sarpullido rojo, formada por puntitos muy pequeños que aparece en primer lugar en el cuello, la parte superior del tronco y en la axila. Después puede extenderse por la cara, el abdomen y las extremidad­es, con una peculiarid­ad: no afecta al triángulo que se forma entre la nariz y las comisuras de la boca. Otros signos distintivo­s: la erupción no pica y la lengua se vuelve más roja que nunca, en ocasiones cubierta de una capa blanca, que también alcanza a las amígdalas.

La escarlatin­a se trata con un antibiótic­o, que tiene que tomarse durante una semana o 10 días y que por supuesto prescribir­á el pediatra. El riesgo de que la enfermedad pase inadvertid­a es nulo, y las complicaci­ones son escasas, por no decir inexistent­es. Los especialis­tas consideran que quizás se hable ahora más de ella al haberse reducido por la vacunación otras enfermedad­es exantemáti­cas comunes como la varicela. Es más frecuente entre niños de 3 a 14 años.

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