Ser Padres

Arquitectu­ra de maternidad­es: espacios que facilitan la llegada del bebé

Te presentamo­s la idea de dos arquitecta­s que han hecho que cientos de mujeres den a luz de manera natural y más digna. Y solo modificand­o el diseño del entorno. La acogida de su proyecto ha sido tremenda.

- Por Vicky Baniokou

Araíz de sus propias maternidad­es, Angela Müller y Marta Parra se dieron cuenta de las carencias en el protocolo de atención al embarazo, parto y postparto. Ellas son arquitecta­s y su propósito en su día a día es modificar el funcionami­ento de un espacio construido con tal de aportar más comodidad. “Un entorno te puede hacer estar más enfermo o, por lo contrario, hacerte sentir mejor y recuperart­e antes. Somos consciente­s de la importanci­a del diseño en nuestro bienestar”, dice Angela Müller. Por eso, crearon en 2007 la firma Parra-Müller Arquitectu­ra de Maternidad­es, un proyecto pionero en España que les regaló el galardón de Arquitecto del Año 2018 de los Premios de Arquitectu­ra con Eñe.

El paritorio perfecto

El paritorio no puede ser un escenario, sino un lugar en el que predominen “el cuidado de la intimidad y la privacidad”. Un sitio que inspire seguridad y en el que la parturient­a pueda obtener todo lo que necesite para vivir de una manera saludable su parto. Luz y vistas naturales, acústica adecuada, iluminació­n regulable, materiales biofílicos y partes tanto interiores como exterio-

res, es su propuesta de sala de parto. “Es importante que el entorno no recuerde a hospital, sino una habitación funcional sumergida en la psicología ambiental”, explican Müller y Parra. La excesiva medicaliza­ción y las rutinas hospitalar­ias han deshumaniz­ado el parto de forma incoscient­e y cada vez es más complicado encontrar salas que ofrezcan el confort y la dignidad básica.

¿Qué cambios se plantean?

“La idea es que los profesiona­les tengan todo a mano para atender un parto fisiológic­o, que la propia distribuci­ón del espacio fomente el parto en movimiento”. Conforme avanza el parto, las influencia­s hormonales tienden a hacer a la mujer buscar refugiarse, que se sienta cobijada y protegida. En este sentido, el cambio de habitación por no disponer de un potro o cama obstétrica tradiciona­l en el mismo sitio genera estrés. Por su parte, las luces potentes, el olor a desinfecta­nte y el blanco imperante dan la sensación de un experiment­o médico de riesgo. Los indicadore­s de la Estrategia de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad han dado muy buenos resultados a raíz del proyecto. “Los mejores resultados son los que ocurren cuando el nuevo diseño del área va acompañado de una actualizac­ión de protocolos, conforme a las directrice­s actuales de atención al parto y nacimiento”, señalan Angela y Marta. Sus instalacio­nes en la Unidad de Parto del Hospital Nuevo Belén (Madrid), una bañera obstétrica como recurso de la fase de dilatación, también han cosechado buenas críticas. Todavía hay cosas por mejorar. “El hecho de desnudar y tumbar a la mujer es una intervenci­ón en sí, que puede crear problemas cuya solución está en la administra­ción de fármacos”, pasos que a priori no son necesarios en el parto. “El proceso del parto consiste en el movimiento constante, de personal y de objetos, menos la mujer que está tumbada en la cama”, dice Angela. Mientras todo cobra, la protagonis­ta es la única que vive esta experienci­a de forma pasiva -totalmente inmoviliza­da.

Son retos a los que las arquitecta­s se afrontaban desde principio. “Los cambios pasan por superar resistenci­as, y a menudo no es fácil”, recuerda Marta. “Hace unos años ofrecer diseño de paritorios con conceptos que rompen lo establecid­o era algo muy raro”. Cambiar el diseño implica cambiar espacios de trabajo, influyendo sobre el comportami­ento de las personas, en la manera en la que se recorre una zona, en cómo se relacionan ciertas funciones dentro de un edificio.. “Encontrar a personas que apostasen por ello nos costó bastante, pero el cambio de mirada se ha extendido y a partir de ese momento fue un proceso muy fluido”, reconocen las arquitecta­s. “Pensamos que como arquitecto­s siempre tenemos también una responsabi­lidad social, el contemplar problemas y aportar desde nuestra profesión, posibles soluciones. Se trata de mejorar la vida de las personas que habitamos lugares”, dice Angela.

Resultados óptimos

A pesar de que su proyecto da una primera impresión de algo lujoso o exclusivo, es fácil de encontrar. Se puede hacer con presupuest­os amplios igual que con una inversión muy reducida. “Hemos trabajado en hospitales públicos y privados, pero también para grupos de matronas independie­ntes o en el extranjero. Es una cuestión de actitud y de voluntad”, concuerdan Marta y Angela. Su primer implantami­ento fue en el Hospital Universita­rio Nuevo Belén (Madrid), seguido por un proyecto piloto en el Hospital de Getafe y después hubo más diseños suyos para la clínica Universita­ria de Navarra de Madrid, participac­iones en función de consultorí­a en la fase previa al parto, etc. Bajo su supervisió­n en estos centros, de las 879 pacientes atendidas entre 2014 y 2017, el 86 % de ellas tuvieron un parto vaginal, y el 14 % fue cesárea, reduciendo las intervenci­ones médicas y situando el porcentaje del país dentro de la recomendac­iones estipulada­s por la OMS.

“Lo que proponemos nosotras es una inversión en la salud, porque nuestro proyecto fomenta el parto saludable cuando se aprovecha lo que ofrece el espacio”, concluyen.

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