Vitamina D
¿Cuánta necesita?
Todos los padres sueñan con ver a sus pequeños convertirse en niños fuertes. Desde la gestación se intenta crear el ambiente ideal para el bebé y al nacer se extreman las precauciones. Aún así, hay un factor que es difícil de controlar. Si das el pecho te lo habrán comentado. Tu niño necesita un suplemento de vitamina D. Durante tu embarazo te habrán avisado sobre consumir más alimentos con yodo y ácido fólico. ¿Por qué tanto pánico? El tema de la vitamina D es uno de los que se lleva tratando desde hace muchos años, sobre todo por su naturaleza silenciosa.
¿Cuánta luz solar debe recibir?
Se dice que para prolongar la cantidad de vitamina D requerida es necesaria una media de 7 minutos de sol al día durante el verano y 45 minutos unas 3 veces a la semana durante el invierno, con al menos un 20 % del cuerpo descubierto y sin protección. Sin embargo, esto es muy relativo y depende bastante de la calidad de la piel de cada uno, la edad o el consumo de medicamentos en este momento. Tampoco es igual el sol de Andalucía que el de Cantabria. Al final, todo es tan variable y el resultado suele ser tan decepcionante como tener que recurrir a los suplementos.
Por qué es tan importante
Esta es una de las preguntas que se hacen muchos padres y sobre todo los que tienen más de un hijo: ¿cómo es que ahora hay que dar vitamina D a los bebés, todos los días si esto antes no se hacía? La respuesta es muy sencilla. En el pasado se pensaba que con recomendar el juego al aire libre era suficiente. A pesar de que para muchos niños sigue siendo así, para otros no. Así que se ha decidido empezar con la suplementación para cubrir todos los casos y no tener que someter a pruebas a los pequeños cuando se sospecha la posibilidad de un desarrollo tardío o irregular.
Suplementos de vitamina D, ¿sí o no?
La leche materna tiene un contenido básico de vitamina D, la cantidad suficiente para sostener a una vida normal.
Sin embargo, la naturaleza no debía esperar que viviéramos bajo techo, que nos moviéramos en coches con techo, en el metro y que los niños se pusieran protector solar con factor 50 para evitar los desastrosos efectos de los rayos UVB. No se puede obtener algo a cambio de nada. A la vez que nos protegemos de lo ‘malo’ del sol, perdemos todo lo bueno que guarda para nosotros: la vitamina D. Por eso, los centros de salud recomiendan un suplemento de vitamina D a todos los bebés, in-
dependientemente de las condiciones en las que crecen (lugares con mucho sol al estilo mediterráneo) y se nutren (lactantes o tomas con biberón). Esta es la razón por la que surge la polémica. No es que a la leche materna le falte vitamina D, sino que los niños se exponen menos a la luz solar que es la fuente principal que asegura los niveles adecuados de esta vitamina.
Qué riesgos supone
Es importante que la vitamina D sea obtenida durante todas las etapas de nuestra vida, pero sobre todo en la infantil. La consecuencia más conocida de su falta es la aparición de raquitismo, que hace que no se puedan controlar correctamente los niveles de calcio y fósforo. Ante la falta de estos minerales en la sangre, por la carencia de vitamina D, el cuerpo los ‘‘roba’’ de los huesos. El resultado es que estos últimos se desmineralicen y se queden débiles y blandos, impidiendo el crecimiento correcto de los pequeños y dando pie a otras patologías. Asimismo, se ha comprobado que los bebés que nacen con menores niveles de vitamina D tienen menor riesgo de presentar bronquiolitis. También se sigue estudiando la relación entre el riesgo de caries y el déficit de esta vitamina. Todo indica que al igual que con los huesos, la carencia afecta también a la dureza de los dientes. Investigaciones realizadas en Estados Unidos indican que los niños cuya salud nutricional carece de vitamina D han presentado ya los primeros problemas en los dientes que salen alrededor de los 6 años.