Leer juntos

AJuan no le gustaba dormir solo. Cada vez que sus padres le acostaban, uno de ellos se tenía que quedar con él hasta que se quedara dormido. No bastaba con dejarle una luz encendida para no verse a oscuras en el cuarto, él necesita que papá o mamá le acompañasen hasta que le invadiera un profundo sueño. Solo entonces, sus papás, con mucho cuidado, salían del cuarto para que no se despertara.

Mamá, ¡no te vayas! -gritaba Juan asustado a su madre cuando la veía marcharse estando todavía despierto. Perdona Juan, creía que ya te habías quedado dormido -le contestaba su madre. De todos modos, ya te hemos explicado muchas veces papá y yo que debes aprender a dormirte tú solito, sin nadie que te acompañe.

Cuando su mamá le decía estas palabras a Juan, él se echaba a llorar muy agobiado. No soportaba la idea de verse solo en su cuarto.

Pasaban los días y la situación no cambiaba. ¡No había manera de que Juan durmiera solo! Pero un domingo, algo cambió. Juan y sus padres fueron a visitar a su abuela María, como solían hacer cada fin de semana, y el pequeño Juan se enamoró de un enorme osito de peluche que encontró en un baúl. Era de cuando María era pequeña. Su abuela y el osito dormían siempre juntos y para ella era su mejor amigo.

Se llama Oki -le dijo la abuela a Juan al ver acariciar al peluche muy ilusionado. Me lo regalaron mis padres cuanto tenía dos años y siempre dormía conmigo cuando era niña. Yo era una pequeña muy miedosa y mis papás me dijeron que Oki era muy valiente y me protegería por las noches. Abuela, ¿me lo puedo quedar? -le dijo Juan emocionado. Pregúntale a tus padres, este peluche es muy grande y puede que ocupe demasiado en tu casa.

Juan fue corriendo al salón donde estaban sus padres para preguntarles si Oki podía irse a vivir con ellos.

Con una condición -le advirtió la madre. Que a partir de ahora sea el osito quien te acompañe para quedarte dormido en lugar de papá o mamá. ¿Trato hecho? ¡Sí! -exclamó el niño. Con el osito Oki ya no tendré miedo de dormir solo porque el es muy valiente y me hará muy buena compañía.

Y a partir de entonces, los padres de Juan nunca tuvieron que quedarse en el cuarto de su hijo hasta que se quedara dormido. Oki lo protegía.

Macarena Orte, redactora de Ser Padres