Trucos anticatarro
Para muchos padres un exceso de mucosidad puede parecer más serio de lo que realmente es. Quedan muchos días de frío por delante y es posible que te encuentres con un pequeño enfermo en casa. Te contamos cómo tratarlo.
El invierno es la época de la bajada de temperaturas, las lluvias, el viento.. y también abre el paso a la llegada de los catarros, resfriados y virus. Pocos niños se salvan de dos o cuatro catarros cada curso, una enfermedad que se cura sola y no supone gravedad pero fastidia bastante a los pequeños y da un pequeño susto a los padres. No existe tratamiento específico y probablemente en algún momento les va a tocar, por más medidas de precaución que se tomen. Lo que sí se puede hacer es seguir algunos consejos para aliviar los síntomas y que los pequeños se sientan más cómodos.
Niños menores de dos años
Si el niño tiene fiebre podemos usar antitérmicos durante unos pocos días. Este síntoma no es alarmante, ya que es beneficioso para crear los primeros anticuerpos. Solo es aconsejable bajarla. Esto lo puedes conseguir con baños diarios y un suero fisiológico en el caso de que tenga la nariz taponada por la mucosidad. A esto hay que añadir que es importante evitar un ambiente seco. Utiliza un humidificador durante un corto período de tiempo, que lubrificará su vía aérea y hará que el moco no sea espeso.
En mayores de dos años
Es cierto que hay una plétora de medicamentos indicados para los pequeños, pero hay que recordar que no curan ni disminuyen la duración de los resfriados sino que solo alivian el proceso de recuperación. Si aún así se estima necesario optar por esta vía, hay que conocer la composición del producto y los efectos que puede tener. Combinar dos o más preparados anticatarrales puede aumentar los efectos indeseados. Intenta seguir las dosis recomendadas y evitar su uso como sedantes.
Cuál es el mejor fármaco
La respuesta es sencilla: hidratación. El agua y los líquidos, en general, abren el conducto que comunica los oídos con la garganta y esto favorece la expulsión del moco que se pueda haber acumulado en el oído medio y que si es exagerado puede causar una otitis.