¿Cómo oye?
El sentido del oído es mucho más sensible en un bebé y no acaba de madurar por completo hasta los 3 años. Cuidarlo es fundamental.
La vía auditiva de un niño no completa su maduración hasta el tercer año de vida. De ahí que haya que valorar de forma continua su capacidad auditiva para detectar problemas tan frecuentes como la hipoacusia y ponerles solución cuanto antes.
Desde el útero materno
El sentido del oído es uno de los que más pronto se desarrolla en el feto. Hacia la semana 16 de gestación, ya puede oír los sonidos del interior del cuerpo de su madre y unas 8 semanas después, procesar la información sonora externa que le llega a través del útero. A partir de entonces, los ruidos excesivos pueden afectarle.
Demasiados decibelios
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición prolongada de la embarazda a ruidos por encima de los 85 decibelios puede provocar una pérdida auditiva en el recién nacido y está relacionada con el aumento de las probabilidades de tener un parto prematuro o de que se produzca un retardo del crecimiento intrauterino.
Por otra parte, como el proceso de maduración auditiva no concluye con el nacimiento, en las unidades neonatales el control del ruido es prioritario para la salud de los prematuros.
Hipoacusia, el mayor problema
La primera medida preventiva es realizar al recién nacido una prueba de audición (se hace en todas las maternidades). ¿En qué consiste la prueba? Se denomina otoemisiones acústicas, dura menos de tres minutos cuando el bebé está relajado y no produce molestias. Se basa en la estimulación de las células de la cóclea (órgano auditivo situado en el oído interno) mediante un aparato que emite un chasquido. las células de la cóclea emiten pequeños sonidos cuando lo detectan que son recogidos por un micrófeno. la medición de estos sonidos informa de si está funcionando correctamente.
¿El problema más común que se detecta? Es la hipoacusia; es decir, la disminución auditiva, algo que puede perjudicar la adquisición del lenguaje y el desarrollo neuropsicológico global, y que puede deberse a la exposición de ruido, además de a infecciones intrauterinas o enfermedades como la meningitis o ictericia grave. No te alarmes si tu pequeño no supera la prueba en los primeros días de vida: no significa que sea sordo. Se le repetirá el test y, si entonces no se recogen resultados óptimos, se le remite al especialista y se le realizan otros estudios.