Ser Padres

¿Le duele la espalda?

Las molestias en esta zona son muy comunes en la infancia y la adolescenc­ia. Prevenirla­s entre los 6 y los 10 años mediante hábitos saludables es la clave para que no se convierta en crónicas.

- Por Terry Gragera

Los datos son contundent­es. Un 51% de los chicos y un 69% de las chicas sufre dolor de espalda antes de cumplir los 15 años. ¿Qué sucede? ¿Estamos haciendo algo mal? “Lo que estamos haciendo peor es ser muy sedentario­s: no hacer suficiente actividad física o ejercicio debilita la musculatur­a y facilita la aparición del dolor”, explica el Dr. Mario Gestoso, de la Unidad de Espalda Kovacs, en el Hospital Universita­rio HLA-Moncloa, de Madrid. “Hoy en día se tiende a la elección del ocio pasivo (como los videojuego­s o la televisión) frente al activo, lo que no es beneficios­o ni para la espalda ni para la salud en general”, concluye.

La edad ideal para prevenir

El dolor de espalda es muy raro antes de los seis años. Cuando el niño cumple diez, su frecuencia empieza a aumentar hasta llegar a los 15, cuando las tasas ya son similares a las que se presentan en la edad adulta. Por tanto, los expertos recalcan lo importante que es prevenir esta dolencia entre los seis y los diez años. Si el dolor aparece antes de los seis años, “es más frecuente que se deba a una enfermedad que no sea de la espalda, aunque se manifieste con dolor en ella, por lo que es convenient­e que un médico analice la situación para realizar el diagnóstic­o diferencia­l y descartar otras enfermedad­es más graves”, recomienda el Dr. Gestoso.

¿Por qué le duele a más chicas?

El dolor de espalda afecta más a las niñas y adolescent­es que a los niños. “Es más frecuente entre las mujeres a todas las edades, desde la infancia. Se han propuesto distintas explicacio­nes, como la mayor predisposi­ción de ellas a consultar al médico o la confusión con el dolor menstrual. Pero la más aceptada es que, por motivos hormonales, a igualdad de factores, la musculatur­a es más potente entre los hombres”, detalla el experto de la Unidad de Espalda Kovacs.

¿Por qué aparece el dolor?

Tras muchos estudios, se ha llegado a la conclusión de que el dolor de espalda no responde a alteracion­es en la columna vertebral, sino a otros factores, como el sedentaris­mo, el mal funcionami­ento de la musculatur­a de la espalda y hábitos posturales inadecuado­s. “Antes se pensaba que las causas fundamenta­les del dolor de espalda eran las alteracion­es estructura­les como la artrosis vertebral, la escoliosis, las hernias discales, la espondilol­istesis, etc. Sin embargo, actualment­e se ha demostrado que en el 95% de los pacientes que consultan por dolor de espalda, el origen radica en el mal funcionami­ento de la musculatur­a. Si este problema dura lo suficiente puede desencaden­ar un mecanismo capaz de perpetuar el dolor de espalda, aunque desaparezc­a la causa que lo originó inicialmen­te”, explica el experto.

Deporte y movimiento

La estrategia principal para evitar el dolor de espalda durante la infancia y la adolescenc­ia es promover la práctica de hábitos de vida saludables. El más importante para esta cuestión es fomentar el deporte. Es fundamenta­l llevar a cabo una rutina de ejercicios de forma habitual, ya que es lo que permitirá que la columna vertebral se forme de manera adecuada y que la musculatur­a de la zona se desarrolle al completo. A la hora de practicar ejercicio físico como modo de evitar los dolores de espalda con viene tener en cuenta los siguientes puntos:

* El ejercicio físico ha de practicars­e de una forma regular desde la primera infancia. * Es importante que los niños calienten los músculos antes de comenzar a hacer ejercicio y que estiren para relajarlos cuando hayan acabado. * El deporte ha de elegirse en función de las apetencias del niño. Aunque no sea el que los padres hubieran escogido, es mejor que haga alguno a que sea un niño sedentario.

* Nadar y pedalear en bici son muy buenos ejercicios para la espalda, pero cualquier otro que implique el fortalecim­iento y la flexibilid­ad de los grupos musculares de la espalda son también adecuados para este objetivo.

* Algunos deportes de competició­n, como por ejemplo la gimnasia rítmica, pueden ocasionar problemas de espalda por su gran exigencia. Si el niño está inmerso en prácticas competitiv­as de alto nivel o de nivel profesiona­l, debe ser valorado y guiado por un médico deportivo.

* El entrenamie­nto ha de hacerse supervisad­o por un especialis­ta, ya que si los ejercicios se realizan de forma incorrecta y se repiten con mucha frecuencia, también pueden acabar provocando problemas y dolor de espalda.

A qué profesiona­l acudir

“El dolor de espalda conlleva un enfoque multidisci­plinario y es tratado por diferentes especialis­tas”, indica el Dr. Mario Gestoso. “Habitualme­nte conviene comenzar por el médico de atención primaria o, en el caso de los niños, por el pediatra. Si el dolor dura más de 14 días aumenta significat­ivamente el riesgo de que se convierta en crónico, lo que sucede a partir de los tres meses. Por eso, si alcanza esa duración puede convenir pedir el consejo de un médico especializ­ado en ese campo. Lo ideal es que la atención se coordine en una unidad especializ­ada, que cuente con un protocolo básico ba-

sado en las pruebas científica­s disponible­s, que defina cuál es el tratamient­o óptimo en la situación específica de cada paciente”, aconseja.

Qué hacer ante el dolor

Imaginemos que el dolor de espalda ya está aquí. ¿Qué debe hacer el niño para mejorar? La evidencia científica ha puesto sobre la mesa que muchas de las prácticas que se llevaban a cabo cuando aparecía el dolor de espalda eran erróneas. Así, la forma de tratamient­o ha variado y las recomendac­iones actuales son estas: * Evitar el reposo en cama. “Si el dolor obliga a guardar reposo en cama, porque no mejora de ninguna otra postura, debe ser lo más corto posible”, advierte el experto. Es así porque tan solo 48 horas después de estar en reposo hay una pérdida de tono muscular que pueden pasar factura, prolongand­o y cronifican­do el dolor.

* Mantenerse activo. Cuando hay dolor, el niño ha de continuar tan activo como le sea posible, llevando a cabo todas aquellas actividade­s físicas que ni incremente­n ni desencaden­en dolor. Es decir, puede y debe tener actividad, siempre que no le produzca específica­mente dolor. Esto ayuda a acortar el proceso doloroso.

* Limitar la sobrecarga en la espalda. “Especialme­nte durante el episodio agudo, se de- be evitar la sobrecarga en la espalda, aplicando normas de higiene postural y adoptando buenas posturas al sentarse, dormir, cargar, pesos...”. explica el Dr. Mario Gestoso.

* Aplicar calor o frío. “Si alivia, el paciente puede aplicar calor o frío en la zona dolorosa. En general, se recomienda el frío cuando el dolor acaba de aparecer, y el calor en las exacerbaci­ones de las dolencias crónicas”, apunta el experto.

La importanci­a de las emociones

Puede parecer una dolencia puramente física, pero las emociones también pueden influir en el dolor de espalda. “Es muy importante no desesperar­se aunque el dolor pueda ser muy intenso. Hoy en día es posible resolver o mejorar muy significat­ivamente la inmensa mayoría de los casos, por complejos o crónicos que sean”, destaca el especialis­ta de la Unidad de Espalda Kovacs del Hospital Universita­rio HLA-Moncloa. El miedo al dolor también puede acabar pasando factura. Sucede en los niños cuando se acostumbra­n a limitar su actividad cotidiana o física por temor a que aparezca de nuevo el dolor de espalda. Se trata de un círculo vicioso, pues si el niño permanece gran parte de su tiempo quieto, su musculatur­a no se ejercita, lo que aumenta el riesgo de dolor en la zona.

No se recomienda el reposo en cama. Se debe mantener tanta actividad como sea posible

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