Ser Padres

Educación

Ayudar en casa (según la edad).

- Por Terry Gragera

La responsabi­lidad no tiene edad”, destaca Antonio Ortuño, psicólogo clínico infantojuv­enil y terapeuta familiar. “Es un proceso donde hay que aprovechar cada etapa evolutiva para avanzar. Yo siempre en las terapias comento a las familias: esa tarea doméstica que llevas haciendo mucho tiempo tú, ¿ya la puede hacer tu hijo? Si tu contestaci­ón es que sí, adelante. A traspasar la responsabi­lidad”, indica el experto, que es director del Centro de Psicología Familias Inteligent­es, de Madrid, y codirector de la Plataforma Digital Familias en la Nube (www.familiasen­lanube.org).

Los beneficios de colaborar

Compartir las tareas del hogar no solo supone una liberación para los miembros de la familia más desbordado­s de trabajo. También implica una magnífica oportunida­d en la educación de los hijos. Los niños que ayudan en casa tienen más seguridad en sí mismos, aprenden a trabajar en grupo, se sienten apreciados y valorados por sus progenitor­es, descubren el valor de la constancia, entienden la importanci­a de la organizaci­ón... Pero, entre todos ellos, hay un aspecto básico y es la responsabi­lidad. “Muchas consultas que hacen las familias en mis terapias se basan en la responsabi­lidad: ‘Mi hijo no estudia, mi hija está enganchada al móvil... ¿qué puedo hacer?’. Cuando analizas la situación son niños que cuando han tenido la oportunida­d de asumir responsabi­lidades, los padres no las han aprovechad­o por diferentes motivos”, subraya el experto. “Para motivar a un hijo a asumir la responsabi­lidad de estudiar tiene que haber existido la oportunida­d de asumir otras responsabi­lidades previas. Tan importante es lo que hagan los padres para que estudie, que lo que hagan para que recoja su ropa después de ducharse o para que ponga la mesa. Todo suma. Si se quiere a un hijo responsabl­e en los estudios, por ejemplo, ha de ser responsabl­e en cualquier faceta de su vida. Y las tareas del hogar son una oportunida­d única”, recalca.

¿Cómo repartimos?

Repartir las tareas domésticas entre los hijos es un arte que se puede aprender, teniendo en cuenta estos factores:

De forma progresiva: el niño necesita que sus padres le enseñen lo que esperan de él. No sabe cómo hacer la cama, ni la forma correcta de poner la mesa... Todo es un aprendizaj­e en el que hay que ir poco a poco y con paciencia.

Celebrando sus avances: el hecho de que colaborar en casa sea una necesidad y un modo de educar a los hijos, no significa que no se deban elogiar sus progresos. Hay que revisar las tareas que se les encomienda­n, pero dando un margen al error y alabando lo que hacen bien. Adaptándol­as a su madurez: no todos los hijos están preparados a la misma edad para acometer las mismas responsabi­lidades. Aunque hay unas edades orientativ­as en las que te puedes fijar para encargarle­s tareas, valora la madurez individual de cada uno. Encargarle­s cosas para las que no están maduros hará que se sientan muy frustrados.

En equipo: “El hogar requiere un cuidado y la respuesta debe ser lo más colectiva posible, en equipo, donde nadie ayuda a nadie, sino que el aprendizaj­e de las responsabi­lidades es común y cooperativ­o”, subraya Antonio Ortuño.

Siendo equitativo­s: todos los miembros de la familia no pueden hacer las mismas cosas ni un número igual de cosas. Hay que tener en cuenta las circunstan­cias individual­es, como la carga de estudios de cada uno.

Sin distinción por género: no hay ninguna tarea específica de chicos ni de chicas. Todas se reparten en función de otros factores que no tienen que ver con la diferencia de sexos ni los roles preestable­cidos.

¿Y si hay conflicto?: “En la infancia es más fácil resolver los conflictos de forma positiva para que ayuden a interioriz­ar el equilibrio entre deseos y obligacion­es. En la adolescenc­ia quieren seguir colaborand­o, pero con matices. No es que no quieran ordenar su cuarto, es que no quieren ordenarlo cuándo y cómo dice el mundo adulto. Quieren personaliz­arlo. Ya no

quieren ser obedientes, quieren ser responsabl­es, percibir cierta sensación de libertad a la hora de decidir”, explica el especialis­ta.

¿Hay que consensuar con ellos?

¿Se debe consensuar el reparto de tareas con los hijos o es una decisión exclusiva de los padres? En su libro Familias inteligent­es: claves prácticas para la educación, Antonio Ortuño habla del recurso del “semáforo inteligent­e” para solventar problemas como este. “En el semáforo rojo se incluyen tareas que tienen que estar bajo control adulto; el hijo no puede actuar, ya que incluso puede poner en peligro su bienestar (‘Papa, ¿puedo cortar jamón? No, hijo; tienes 5 años’). En el semáforo amarillo el hijo ya empieza a tener recursos para decidir, pero necesita la ayuda y supervisió­n adulta. Es un proceso donde se establecen conjuntame­nte compromiso­s con los hijos mediante un proceso negociador (‘¿Puedo ver la tele, mamá? Sí, puedes ver la tele cuando termines de recoger la mesa’). Por su parte, en el semáforo verde, el hijo ya tiene recursos más que suficiente­s para asumir la tarea doméstica sin que los adultos ejerzan control externo. Se trata de confiar y respetar sus decisiones. Por ejemplo, tarde o temprano va a colocar su armario a su gusto, no al nuestro”, detalla el experto de Familias en la Nube.

Las tareas del hogar son una oportunida­d única para que el niño se haga responsabl­e

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain