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Aún no se le ha caído el cordón.

- Por Gema Boiza

Entre cinco y quince días. Ése es el tiempo que tarda de media en desprender­se el cordón de un recién nacido. Sin embargo, hay casos en los que ese margen se prolonga hasta las tres o las cuatro semanas, incluso más. ¿A qué se debe? ¿Sabes cómo actuar? Te damos algunas claves importante­s.

No hay un número exacto de días para determinar cuánto tarda en desprender­se el cordón de un recién nacido. La media de tiempo oscila entre los cinco y los 15 días de vida tras el nacimiento, aunque hay algunos pequeños que tardan más, hasta tres e incluso cuatro semanas. Algo que es “completame­nte normal”, según explica Erika Ferreira Pou, pediatra especialis­ta en neonatolog­ía del Hospital Universita­rio de Getafe de Madrid.

Ahora bien, la experta matiza que, “si pasado ese tiempo, el cordón umbilical no se ha caído, se debe consultar a un pediatra para que valore las posibles causas del desprendim­iento tardío”. ¿Cuáles son esas causas? La mayoría de las veces esa tardanza está relacionad­a con los cuidados del cordón. Y es que “el exceso de humedad y la utilizació­n de antiséptic­os podrían influir en alargar el tiempo de desprendim­iento”, sostiene. No solo eso, esa humedad -puntualiza­podría favorecer infeccione­s en la zona que obligatori­amente habría que tratar”.

Causas menos frecuentes

Además, en otras ocasiones, poco frecuentes, el desprendim­iento tardío del cordón puede deberse a la persistenc­ia del conducto onfalomese­ntérico (estructura embrionari­a que comunica el intestino del feto con el ombligo y que debe desaparece­r a las pocas semanas de embarazo) o a un déficit en la adhesión de los neutrófilo­s (enfermedad muy rara de las células de defensa del organismo que predispone a infeccione­s y altera la cicatrizac­ión del cordón)”. En los casos de un desprendim­iento tardío del cordón debido a la humedad del mismo, Erika Ferreira Pou sostiene que no suele haber complicaci­ones para la salud del bebé. No ocurre lo mismo cuando esa tardanza se debe a una enfermedad de base en cuyo caso será necesario realizar pruebas para su diagnóstic­o y tratamient­o específico.

Así, la experta consultada por esta publicació­n explica que en el caso de persistenc­ia del conducto onfalomese­ntérico habrá que proceder a una cirugía, a hacer un estudio inmunológi­co y/o a administra­r antibiótic­os si hay infeccione­s del cordón.

La humedad y el uso de antiséptic­os son dos elementos clave para el momento de la caída del cordón

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Erika Ferreira Pou, pediatra, especialis­ta en Neonatolog­ía del Hospital Universita­rio de Getafe

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