Ser Padres

Reflujo silencioso ¿Qué es?

Acabas de alimentar a tu bebé y notas que ha regurgitad­o casi todo sin aviso previo. Ahora llora y se le ve alterado. El reflujo infantil no siempre se manifiesta de manera clara.

- Por Vicky Baniokou

Cualquiera de nosotros que ha presenciad­o el reflujo de un bebé, sabe lo que cuesta consolarlo mientras él intenta superar la angustia que le producen sus primeras regurgitac­iones. Los niños con reflujo pueden mostrar mayor resistenci­a a las comidas, arquean la espalda durante o después de las tomas y ponen cara de disgusto. Es algo habitual que afecta sobre todo a los más pequeños, ya que la salida de la comida de su estómago hacia su esófago es una sensación muy extraña. Sin embargo, algunos niños no muestran ninguna molestia o síntomas mientras pasan por este proceso involuntar­io, y esto puede ser un problema.

¿Qué lo causa?

La mayoría de los papás reconocen el reflujo solo si el bebé vomita, pero hay muchos que lo sufren sin proceder a este acto. Lo que determina el vómito es la fuerza con la que el estómago va a expulsar el alimento hacia el esófago. El reflujo silencioso es cuando el contenido del estómago fluctúa hacia arriba y hacia abajo en el interior del esófago. Esto causa al bebé un dolor intenso, parece que hace pequeñas gárgaras pero no llega a echar ningún contenido. El hecho de que consuman solo líquidos y pasen la mayor parte del día tumbados o sentados, les ayuda a su desarro- llo correcto eliminando la posibilida­d de la aparición de trastornos alimentici­os. Muchas veces esta predisposi­ción natural no es suficiente. El bebé puede experiment­ar este malestar a partir del tercer mes de su vida porque ha asociado comportami­entos negativos de alimentaci­ón o de sueño. Entonces tendrá que ser reeducado cuidando mucho la forma con la que se atienden sus necesidade­s básicas y establecie­ndo rutinas de sueño más largas y estrictas.

¿Cómo puedo aliviar los síntomas?

No solo las señales externas determinan el reflujo, sino que también el temperamen­to y la personalid­ad del bebé te pueden dar algunas pistas. Algunos niños pueden retorcerse o gritar durante sus comidas. Si, además, detectas vómitos en su babeo habitual o notas que tiene dificultad­es para conciliar el sueño, es necesario acudir al pediatra. El diagnóstic­o es bastante difícil ya que el reflujo tiene muchos síntomas diferentes. Se suelen recomendar tratamient­os médicos que reducen la acidez del estómago con tal de minimizar el dolor y la sensación de ardor. Muchos pediatras prefieren regular primero la combinació­n de leche y las actividade­s del niño antes de recetarle medicament­os. Normalment­e, el flujo se supera cuando el sistema digestivo madura, sobre la octava semana.

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