Maduración
A la hora de decidir cuándo dejar al niño sin compañía con totales garantías, la respuesta es cuando esté preparado por su grado de autonomía. Te contamos todos los aspectos a tener en cuenta.
Solo en casa.
Parece un tema fácil pero no lo es. Todos sabemos que la mayoría de edad llega a los 18 años, pero a nadie se le ocurre pensar que los chavales van a estar acompañados por mamá y papá hasta esa fecha. La educación es un proceso de soltar amarras, cada día un poquito, hasta que los niños vuelan con sus propias alas. Pero ¿cuál es el momento adecuado para dejar a mi hijo solo en casa por primera vez? Divididos entre el miedo a que les pase algo y el deseo de dejarles ser un poco más autónomos, los padres vacilan mucho sobre la edad en la que sus hijos tienen la madurez suficiente para afrontar esta situación. Algunos sueltan amarras muy pronto y otros demasiado tarde.
‘’No podríamos dar datos exactos o categóricos sobre cuándo comenzar a dejarlos solos, sino más bien conocer cómo son nuestros hijos y su madurez y autonomía. Esto será la pieza clave que determine el comienzo de esta etapa’’, sugiere la psicóloga Elisa García, de Madrid. En España, el informe Accidentes de la población infantil española realizado por la Fundación Mapfre y la Asociación de Pediatras, muestra que el 9,1 % de los menores de 12 años se quedan solos en casa en algún momento. Sin embargo, ‘’se aconseja no dejar a niños menores de 10 años solos en casa ya que pueden no tener aún desarrolladas las habilidades suficientes para afrontar distintos escenarios’’, añade nuestra experta.
Construye su autonomía
En primer lugar deberemos ‘’evaluar’’ si nuestro hijo sigue un ritmo adecuado de desarrollo según su edad, es decir, si hace las mismas cosas que el grueso de los niños de su edad ya hacen. Una vez tengamos esto claro y sepamos si están ajustados, por encima o por debajo podremos desarrollar un plan. En este plan tendremos que ajustar expectativas, siempre basadas en la realidad y no en lo que nos gustaría que nuestro pequeño fuera capaz de hacer a su edad, pero sin que suponga un reto inalcanzable que lo entienda como una presión. ‘’Se puede organizar una ‘asamblea’ familiar en la que se hablará de lo que hace falta trabajar en la autonomía de cada uno de los miembros’’, aconseja Elisa. En esta reunión es necesario que todos encuentren la motivación para participar positivamente en el proceso de la maduración, ya que a menudo son los padres los que no están preparados para ‘’separarse’’ emocionalmente de sus hijos. En general, los padres saben que han de dejar espacio a los niños, pero en la práctica les cuesta confiar. Su protección es miedo. ‘’Lo mejor es proponer tres objetivos y escribirlos en una cartulina a la que todos puedan tener acceso. Empezad realizando ensayos por los retos más fáciles hasta llegar a los más complicados. No os olvidéis de los premios tras cada prueba aprobada, es fundamental para reconocer el esfuerzo y animar a seguir adelante’’, afirma nuestra psicóloga.
Parece no gustarle la idea
Otro punto a tener en cuenta es el de no pensar de 0 a 100. Si tu pequeño jamás se ha quedado solo, lo indicado será ir dosificar estos tiempos que pasa con mamá y papá de tal forma que podamos ir observando sus reacciones y sabiendo si está preparado para dar el paso de forma efectiva. No hagas el anuncio de que va a estar solo sin aviso previo y sin ningún tipo de preparación. Antes, pregúntale cómo se sentiría ante la posibilidad de no estar acompañado. ‘’Los niños necesitan percibir de sus padres que existe un espacio en el que comunicarse sin ser juzgados y en el que tener miedo o ansiedad pueden ser reacciones normales de ese momento’’, dice Elisa García. Dales validez y entidad sin infravalorar sus inquietudes por más absurdas que suenen. Si muestran gran preocupación, esta se debe respetar como tal y no forzarle a una vivencia desagradable. Recuerda que quitarle importancia no hará que tu hijo deje de sentir miedo, que deje de padecerlo tendrá que ver con facilitarle las herramientas necesarias para afrontarlo y acompañarle en la regulación emocional de esta sensación. En definitiva, haz una escucha activa, crea espacios para el diálogo, acompáñale en sus emociones, conecta con ellas y construye tiempo para la reflexión.
Imprescindible en tu discurso
Los niños aprenden por imitación o probándose en diferentes situaciones. Valora positivamente su esfuerzo. Dentro del discurso sobre la posibilidad e importancia de aprender a quedarse solo, podremos comenzar alabando lo que nos ha llevado a tomar esa decisión: su madurez, su buen criterio, la confianza que nos inspira, su carácter resolutivo, etc. Todas estas observaciones son fundamentales para el desarrollo de su autoestima y aumentan sus ganas de tomar iniciativas. Si por el contrario existe algún aspecto negativo que nos preocupa, trataremos de hablarlo con él. Exigirle hacer le ha
rá pensar que tiene que esforzarse para no decepcionar a sus padres y sufrir las consecuencias y, por tanto, es posible que entre en pánico y que se niegue a hacerlo por miedo a fallar.
Reto aceptado y ahora ¿qué?
El gran día ha llegado. El pequeño está preparado para pasar un tiempo solo en casa. ¿Es momento de sacar el listado con cosas a evitar o confiamos en que lo hará todo bien? Elisa García propone ir a por una solución media. ‘’Habrá ciertas decisiones que los padres como adultos deben de tomar pero quizá los detalles menos importantes se podrán negociar con los niños, de tal modo que ellos también perciban cierto control sobre la situación’’, nos explica. Esta práctica incluso llegue a motivarles. Por ejemplo, podremos negociar cosas como qué tipo de comida les apetece más, si les apetece ver alguna peli en especial, cuántas veces ponerse en contacto con nosotros durante este tiempo, etc. Por supuesto habrá algunas reglas que implican seguridad y que no van a serán discutibles o negociables. De todos modos, antes de poner la atención a muchas cosas que luego se le pueden olvidar al niño, es preferible avisar a un vecino o familiar de la situación para que esté alerta durante el período que estamos fuera.
La primera vez le salió mal
Si tu pequeño aprovechó la libertad que le dejaste para ‘’romper’’ alguna regla, debes tratar la situación con mucha comprensión para que no vuelva a repetirlo. El primer paso sería sentarte a hablar con él para entender por qué ha roto las reglas. ‘’Si la explicación es lógica y nos convence, podremos simplemente advertir que la próxima vez pida ayuda y que sea más respetuoso con las normas. Si por el contrario, sentimos que no ha considerado las normas que le habíamos explicado intencionalmente, podremos crear alguna consecuencia constructiva’’, dice la psicóloga. Por ejemplo, si el primer día que le dejamos solo se salta el horario de cuando hay que irse a dormir o si es el caso de que se exceden en el tiempo de jugar con videojuegos, el siguiente fin de semana podremos reducir el consumo de videojuegos o retirarlos por completo un día. Así se dará cuenta de que con la cantidad innecesaria de juego ha sacrificado la cantidad ‘’necesaria’’ del día siguiente. ‘’El crear consecuencias relacionadas con la falta cometida nos asegurará un mayor aprendizaje que los castigos excesivos o poco relacionados con ese hecho’’, concluye la experta.