Psicología
¿Por qué se porta tan mal?
En las reacciones de los niños, los padres vemos solo la superficie, pero debajo pueden esconderse sentimientos que los adultos no sabemos traducir. Ante un comportamiento inusual, antes de la reprimenda o de ser condescendiente, entiende los porqués de fondo.
Aunque lo más fácil es reprender a los niños cuando se comportan mal o dejar pasar el asunto como si nada hubiera ocurrido, comprender qué ocurre de verdad ante ciertas manifestaciones de los niños nos llevará también a los mayores a responder de manera más proactiva.
Es difícil ponerse en la mente de nuestros hijos, pero es fácil imaginar que detrás de una de sus rabietas hay algo que no sabemos. Entonces, ¿qué motivos se ocultan detrás del mal comportamiento de los niños? Carmen Fernández Rivas, Educadora certificada por la PDA, candidata a entrenadora en Disciplina Positiva para familias, docentes y parejas y fundadora de Padres ayudando a Padres, explica que “para hacernos una idea, imaginemos un iceberg, en el que 20 % está
por encima de la superficie del agua y el 80 % restante debajo. Pues bien, lo que nosotros siempre tenemos en cuenta del niño es el 20 % que corresponde a la toma de decisión o comportamiento ignorando el 80 % que corresponde a la percepción, interpretación y elaboración de una creencia. Muchas veces el problema o mal comportamiento que nosotros vemos no es más que la solución que el niño ha encontrado al problema que nosotros no vemos”.
Lo cierto es que en temas de educación no hay receta infalible, obviamente, pero nunca viene de más escuchar lo que tienen que decir los especialistas sobre esta cuestión tan peliaguda. Alfred Adler y posteriormente Rudolf Dreikurs, psicoterapeutas de cuyas ideas bebieron Jane Nelsen y Lynn Lott para desarrollar lo que se conoce
Disciplina Positiva, hablaban de la importancia de entender la lógica privada de los peques y decían que “los niños tienen una necesidad imperiosa y es la de sentir conexión con el adulto y movidos por esa necesidad persiguen la conexión de la manera que su desarrollo evolutivo y sus experiencias de vida le han permitido, no es una decisión voluntaria, es algo que viene predeterminado por su cerebro primitivo”. En cuanto al mal comportamiento, Carmen Fernández Rivas cita a Dreikurs cuando decía: “No hay niños mal portados sino niños desalentados”. Y añade que “son niños que movidos por su naturaleza infantil y por su necesidad de conectar llegan a la conclusión de que la única forma que tienen de hacerlo es a través de comportamientos que nosotros calificamos de inadecuados y disruptivos. El niño en la búsqueda de esa meta de conexión siempre sigue un proceso respecto a las experiencias y relaciones que vive con el entorno, en este orden: percepción, interpretación, elaboración de una creencia y toma de una decisión. A través de esa observación, interpretación y creencia el niño toma la decisión sobre lo que necesita para pertenecer y ser importante, las creencias que elaboran son su interpretación de la realidad. En realidad, el mal comportamiento es un mensaje oculto de: sólo soy un niño, quiero pertenecer y no sé cómo hacerlo”.
■ Causas del mal comportamiento: entiende mejor a tus hijos
De todo lo que atormenta a los padres primerizos, quizás lo más destacable sea qué hacer para no malcriar a los niños. Para dejar de caminar en la cuerda floja, nada mejor que conectar con ellos y entenderles. Carmen Fernández Rivas cree que existen 4 creencias equivocadas que tienen los niños para conseguir esa ansiada conexión con el adulto y sentirse tenido en cuenta:
Atención. El niño prefiere una atención negativa a no tenerla en absoluto. Cuando un nicomo
ño tiene una necesidad de ser atendido, reconocido y apreciado, y no lo consigue con un comportamiento adecuado, llega a la conclusión que la única manera de obtenerlo es gracias a conseguir del adulto una atención excesiva, esto provoca en el adulto sentimientos de irritación, molestia, preocupación o culpabilidad.
Libertad. Si tiene necesidad de tener libertad para tomar ciertas decisiones y escoger, y no lo consigue con un comportamiento adecuado, el niño llega a la conclusión que la única manera de obtenerlo es gracias a un poder mal dirigido en el que sienta que manda o no deja mandar al adulto lo que provoca en el adulto sentimientos de desafío y de sentirse retado.
Justicia. Cuando un niño tiene una necesidad de sentir que hay equidad y justicia a su alrededor, y no lo consigue con un comportamiento adecuado llega a la conclusión que la manera de obtenerlo es gracias a vengarse o desquitarse lo que produce en el adulto un sentimiento de decepción, dolor, indignación o de sentirse herido.
Habilidad. Si tiene necesidad de sentir que puede manejar sucesos en su vida y sentirse hábil, y no lo consigue con un comportamiento adecuado, el niño llega a la conclusión que la manera de obtenerlo es gracias a Rendirse o mostrando Ineptitud, lo que produce en el adulto un sentimiento de impotencia.
■ Cuando el mal comportamiento se alarga en el tiempo
Muchas familias recurren al psicólogo cuando el mal comportamiento del niño ha dejado de ser puntual y se ha convertido en una constante. Esto ocurre, como explica Carmen Fernández, “cuando no se atiende las necesidades fisiológicas o emocionales del niño en un contexto en el que se prime la conexión antes que la corrección y se potencie un clima de relaciones basadas en el respeto mutuo”. Así, el mal comportamiento no va a desaparecer y se convierte en el S.O.S del niño, cuando intenta mandar un mensaje: ‘sólo soy un niño y sólo quiero que me ten
Los niños nos retan todo el tiempo porque intentan averiguar sus límites
gas en cuenta, pero no sé cómo hacerlo’. Generalmente, “los padres tenderán a observar sólo el comportamiento sin tener en cuenta lo que se oculta debajo, por lo que seguirán sintiéndose irritados desafiados, heridos y frustrados. En cuanto a las relaciones con los hermanos es probable que éstos puedan copiar comportamientos o desarrollar otros para así también conseguir ser tenidos en cuenta de una manera inapropiada”, asegura la fundadora de Padres ayudando a padres.
Ideas para disfrutar del cambio
Desde su experiencia, Carmen Fernández nos ofrece las pautas a seguir en cada caso: t
Atención Excesiva. Como mejor podemos atender a la necesidad y no alimentar su mal comportamiento es orientarlos e involucrarlos en tareas en los que se sientan útiles intentando ignorar la conducta aunque nunca al niño, haciéndoles ver que son tenidos en cuenta a través de contribuciones útiles. t
Poder Mal dirigido. Para no alimentar su mal comportamiento, lo mejor es no entrar en luchas de poder, y reconocer que tiene su pequeña parcela de poder personal y que es preciso llegar a acuerdos con opciones limitadas que sean firmes y amables a la vez. t
Revancha. Conviene validar los sentimientos del niño, escuchando lo que siente sin tomarlo de manera personal y llegar a acuerdos de manera firme y amable. t Ineptitud Asumida. Ofrece ayuda con pequeños pasos para que practique su habilidad, evitando la crítica y alentando cualquier logro por pequeño que sea. Estos niños están profundamente desalentados con la creencia de que nadie puede esperar nada de ellos, por eso hay que tener muchísima paciencia.
En cualquier caso, el comportamiento del niño cambiará si nosotros cambiamos nuestra actitud.