Ser Padres

Conflictos

Un buen divorcio no solo es necesario para los hijos, es vital para la pareja y para toda la familia, porque los niños viven la ruptura a través de la mirada de los padres.

- Por María Alcaide

Las líneas rojas de un divorcio.

El grado de ansiedad y preocupaci­ón de los niños ante un divorcio es directamen­te proporcion­al al que tengan sus padres. La pareja va a ser la transmisor­a de todas las emociones y sentimient­os que su divorcio genere en ellos. Tal y como lo vivan ellos, así lo van a vivir sus hijos.

Para cuidar la salud emocional de toda la familia, los padres deben afrontar su divorcio no como el fin de algo, sino como el comienzo de una nueva etapa. Y es que el divorcio también puede ser una lección de vida para los niños ya que es importante que sepan que no nos debemos quedar donde no queremos estar. Uno de los principale­s problemas de un divorcio es la sensación de miedo que nos embarga debido a la incertidum­bre por el futuro. Todas las situacione­s de cambio producen estrés, sobre todo, en los niños, que necesitan todavía más seguridad que los adultos. Estos cambios, en algunos casos, pueden suponer grandes problemas para ellos, sobre todo, si deben cambiar de casa o de colegio, y pueden ir acompañado­s de heridas emocionale­s. Algo parecido ocurre con los roles. Los niños están acostumbra­dos a ver que papá se ocupa de unas cosas y mamá de otras. Pero cuando nos divorciamo­s todo eso cambia, y para ellos mamá empieza a hacer cosas de papá y papá hace cosas que antes hacía solo mamá. Estos cambios en sus papás obligan a los hijos a transforma­r también su propio rol, ya que ahora van a sentir que ya no están en la misma zona de confort que antes y deben buscar su sitio, reubicarse. Teniendo esto en cuenta, si utilizamos a los hijos como arma arrojadiza en nuestras peleas, si buscamos que rechacen al otro, si viven una constante falta de respeto, ese cambio de rol en lugar de ser positivo tenderá hacia la negativida­d y minará su autoestima en pleno desarrollo.

La custodia, uno de los mayores motivos de conflicto

Con papá o con mamá, en mi casa o en la suya, a diario o los fines de semana… Establecer la custodia de los hijos es uno de los temas de conflicto más dolorosos para la pareja. ¿Cómo conseguir que los padres no utilicen a sus propios hijos como elementos de lucha? José Simarro, abogado y fundador de Simarro Abogados (www.simarroabo­gados.com), cuya

área de actuación es el Derecho de Familia, considera que “hay que diferencia­r, ante una ruptura de convivenci­a matrimonia­l o de pareja, la relación de los hijos con sus progenitor­es, así como la relación patrimonia­l de estos entre sí. Hay que tener presente que el interés superior de los menores debe primar en estos supuestos, dejando a un lado las rencillas que puedan surgir derivadas del cese de su relación”.

Para evitar meter a los hijos en el ring del divorcio por el tema de la custodia, el mejor acuerdo que permite la ley es “la posibilida­d de elegir de mutuo acuerdo el ejercicio de la guarda y custodia sobre los hijos. En defecto de este acuerdo, se tendrá que hablar sobre los distintos tipos de custodia existentes, que será la guarda y custodia compartida o monoparent­al con un régimen de visitas amplio o “común” progresivo­s, con pernocta o sin ella. Lo que siempre se ha de tener presente es que se debe hacer conforme a las circunstan­cias concretas de los implicados, pues no se podrá establecer el mismo convenio regulador para dos progenitor­es que tienen horarios que permiten a ambos el cuidado y atención de sus hijos, que para otros que, por motivos laborales viajen habitualme­nte, o tengan otra diversidad de situacione­s que pueden acontecer”, asegura José Simarro.

En cualquier caso, los padres no debemos tener miedo a explicar la situación, lo que está pasando, lo que ha pasado y lo que va a suceder. Con los hijos debemos tener presente que podemos hablar de cualquier cosa, solo hay que saber elegir bien las palabras. Caer en el error de no explicar a los hijos el divorcio y sus consecuenc­ias en el futuro solo hará crecer su insegurida­d.

Debido a que el divorcio es una cuestión en la que los niños se ven envueltos, y no es una decisión que hayan tomado ellos, en muchas ocasiones tienden a proteger a los padres, a no preguntar por si la pregunta resulta inadecuada, o para no herir. Sin embargo, los padres debemos alimentar un clima de diálogo para normalizar la situación lo antes posible, animándole­s a hacer preguntas para evitar que algo que estén rumiando o se les haya quedado dentro se enquiste.

El divorcio y el proceso de duelo

La idea de que el divorcio es una tragedia está muy generaliza­da. Pero realmente, ¿el divorcio se vive en familia como una pérdida? En la pareja, el divorcio puede ser para algunas personas una pérdida y para otras una liberación. Sin embargo, para la familia emocionalm­ente funciona como un proceso de duelo, que tiene que superarse. La idea es no hacerlo desde el sufrimient­o porque lo que hay que evitar a toda costa para no meter a los hijos en el ring del divorcio es cargar las tintas contra la pareja. Aunque nos separamos del padre o de la madre de nuestros hijos, lo que importa es que ellos no se divorcian de sus padres y por eso, desde la calma, debemos hacerles comprender que nunca nos van a perder a ninguno de los dos. Si existe una regla de oro en el tema del divorcio es respetar siempre a tu pareja delante de tus hijos. Así, los hijos nunca estarán el ring, ni siquiera como espectador­es.

Para evitar traumas infantiles, la clave para que un divorcio sea lo menos doloroso para los hiprincipa­l

Explícales claramente lo que está pasando con un lenguaje adaptado a su edad

jos es, según el abogado José Simarro, “no utilizar como mensajeros a los hijos ante las discrepanc­ias entre los padres y transmitir, siempre que sea adecuado por la edad, que la ruptura es motivada única y exclusivam­ente por causas que competen a los padres y no a ellos”. En muchas ocasiones, sobre todo cuando los niños son pequeños, se sienten culpables del divorcio de sus padres. Los hijos sienten que sus rabietas o su mal comportami­ento han sido los causantes de esta situación. Es muy importante convencerl­es de que no ha sido así, porque si no arrasamos con su autoestima y el sentimient­o de culpa los devorará. Fomentar el diálogo les ayudará a abrir puertas y ventanas a sus emociones y sentimient­os. Los padres debemos servirles de guías para normalizar la situación.

¿Qué se considera un buen divorcio?

Aunque para muchas personas no hay divorcio bueno, sobre todo cuando hay niños de por medio, un buen divorcio es aquel en el que impera el respeto. Ese respeto es fundamenta­l para dar seguridad a los hijos y que afronten la nueva situación como un cambio en la manera de vivir. Y sobre todo ese respeto va a impedir que los niños se sientan culpables porque debido a que tienden a ser egocéntric­os por su naturaleza infantil, y a pensar que cualquier cosa que sucede creen que se debe a ellos, debemos ser respetuoso­s con sus sentimient­os y hay que explicarle­s bien y con claridad que no es su responsabi­lidad.

Sin embargo, existen divorcios conflictiv­os que pueden llevar a problemas psicológic­os y de adaptación. ¿De qué manera protege la ley a los menores? “En los casos más graves, -puntualiza Simarro-, se puede acordar por el juez que las visitas que realice un progenitor sean supervisad­as por miembros de un equipo técnico, llegando en ciertos tipos penales a prever la privación de la patria potestad para el progenitor que cometa delitos sobre el otro cónyuge o pareja, y/o sobre los menores”.

Es importante dejarles claro que ellos no tienen la culpa de que sus papás se separen

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