Llegó la pubertad: así cambia tu hijo
La adolescencia es una etapa de intensos cambios físicos y emocionales. La primera fase es la pubertad, donde tu hijo dejará de ser un niño para empezar a convertirse en un adulto. Esto es lo que debes saber.
Posiblemente, una de las mejores cosas de la adolescencia es que acaba pasando. Los padres temen su llegada y para muchos de los chicos que se asoman inevitablemente a ella tampoco resulta un periodo fácil. Abandonan los años dorados de la infancia para adentrarse en el mundo de los adultos. Para ello, su cuerpo y su mente se transforman en mitad de un torrente de emociones que lo hace todo más complicado. La primera fase de la adolescencia recibe el nombre de pubertad y es el momento en que se produce la madurez sexual, a través de una serie de cambios más o menos visibles.
¿Cuándo deja de ser un niño?
Aunque hay variabilidad entre los distintos niños y factores que condicionan tanto el debut como la duración de la pubertad, como norma general se puede decir que “en las niñas la pubertad se inicia entre los 10,5 y los 11 años, aunque puede ir desde los 8 a los 13, y en los varones estaría, de media, entre los 11,5 y los 12 años, con un periodo normal entre los 9 y los 14 años”, indica el doctor Félix Notario, portavoz de la SEMA (Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia) y especialista de la Unidad de Pediatría y Adolescencia de la Clínica Rosario (Grupo HLA), de Albacete.
En estas diferencias temporales que hacen que la pubertad llegue antes o después a cada niño tienen un papel fundamental los aspectos familiares y étnicos, que pueden condicionar la aparición más o menos tardía de esta etapa. Así, es muy habitual que se repitan los patrones de padres a hijos. Por ejemplo, la edad en que a la madre le vino la regla por primera vez (menarquia) puede ser un buen indicador para pensar en el momento en que esta llegará a sus hijas. También los niños de raza negra tienen una maduración más temprana, lo que supone una llegada también antes de la pubertad.
Los cambios físicos en ellas
Las chicas se desarrollan antes que los chicos, por eso es muy frecuente que entre compañeros de la misma clase haya una gran diferencia en cuanto a estatura y maduración sexual entre ellas y ellos. “La primera señal de que la pubertad ha llegado en las niñas es el desarrollo mamario (telarquia). Aparece el botón mamario y a raíz de ahí se suceden una serie de cambios como el crecimiento del vello púbico y más tarde del vello axilar. Posteriormente habrá una serie de cambios en la distribución corporal de la grasa, ensancharán caderas, por ejemplo, y por último llegará la primera regla (menarquia)”, explica el doctor Notario. No es necesario que con la llegada de la regla la niña acuda a un ginecólogo. Es normal que haya meses en que la menstruación aparezca y otros no, esa irregularidad forma parte de lo normal; solo en el caso de problemas como sangrados demasiado abundantes o dolor muy intenso habría que consultar con un especialista. En el resto de situaciones, será el pediatra el que haga el seguimiento de cómo evoluciona la menstruación. En cuanto al pecho, la zona comienza a crecer como si se tratase de una inflamación, bajo la cual se puede palpar un protuberancia más du
ra, que es el pezón. Es normal que primero progrese una mama y después otra. Hay niñas que tienen más sensibilidad y prefieren usar sujetador desde el inicio, y otras que no lo necesitan. “Desde la aparición del botón mamario hasta la llegada de la primera regla suelen pasar unos dos años, aproximadamente”, concreta el pediatra. “No es cierto que las niñas dejen de crecer cuando les llega la menstruación; en su patrón de crecimiento influyen más factores”, indica. Es justo antes de esa primera menstruación cuando la velocidad de crecimiento en las niñas es más evidente y se acelera. “En ellas, la curva de crecimiento es más intensa y más rápida que en los varones”, aclara.
Las transformaciones en ellos ■
“En los varones, el estirón puberal es más sostenido, puede prolongarse hasta los 18 años. También la aparición de los signos de la pubertad es más lenta que en las niñas”, indica el doctor
Las niñas no dejan de crecer cuando llega la primera regla, es una creencia popular errónea
Félix Notario. “Uno de los primeros signos de la llegada de la pubertad es el crecimiento testicular, la bolsa escrotal se va haciendo más grande y se pigmenta; luego aparece el acné, y le sigue el vello púbico y finalmente el axilar. Hay, igual que en las chicas, un cambio en las proporciones corporales, con distinta distribución de la grasa, y la voz se hace más grave y cambia”, repasa el pediatra.
Cómo cuidar de su salud ■
La pubertad no suele ser un periodo con grandes complicaciones médicas. “En general, en la pubertad los chicos están sanos y no tienen enfermedades ni problemas. El principal motivo de consulta a esta edad es el acné”, revela el especialista. Sin embargo, esta es una etapa clave en el desarrollo. “Se trata de la ‘última’ oportunidad que tenemos para crear buenos hábitos alimentarios, para concienciarlos de la importancia de una buena higiene del sueño, de lo fundamental que es crear una rutina de ejercicio físico...” , detalla el doctor Notario. “A esta edad están creciendo y comen más y peor. Sus necesidades nutricionales y energéticas son altas y su dieta ha de ser variada y equilibrada, deben volver a la comida tradicional “. Además, el ex
perto recomienda lo siguiente: “Es muy importante crear actitudes preventivas y hacerlos corresponsables de su propia salud, implicarles en ella. Y prevenir hábitos nocivos como el tabaco, el alcohol, el consumo de cannabis y las prácticas sexuales de riesgo, que se han disparado”, alerta el portavoz de la SEMA. “En este periodo la figura del pediatra es fundamental y, junto a la familia, son dos pilares muy importantes para culminar el proceso educativo que se inició en la infancia y generar buenos hábitos”.
El necesario apoyo emocional
Los cambios emocionales y hormonales que se suceden durante la pubertad y el resto de la adolescencia hacen de este periodo una auténtica montaña rusa, tanto para los hijos como para sus padres. Sin embargo, no son tan autosuficientes como podría parecer. “La familia sigue siendo un marco imprescindible y durante la pubertad el niño tiene que saber que puede seguir contando con ella, aunque sin sobrepotegerlos”, alerta el experto. “La pubertad es apasionante; es un gran reto por lo cambiante, una transición en la que hay que estar apoyando a los hijos. Ellos agradecen que estemos a su lado, eso sí, dándoles autonomía y jugando nuestro papel: no somos ni sus iguales ni sus colegas”, advierte el experto. “Ser padre de adolecentes es un arte en el que hay que buscar el equilibrio entre la autonomía y el necesario control que necesitan. Ellos reivindican constantemente su posición, y eso desgasta mucho. Les sucede a las madres con hijas adolescentes, especialmente que son cuestionadas y chocan por todo. Pero esto pasa y los hijos deben haber sido acompañados durante esta etapa de su vida”, expone el experto. La importancia parental es tan decisiva que en un estudio se comprobó cómo tan solo por cenar dos veces a la semana con los hijos (sin móviles delante ni ninguna otra distracción) se conseguía evitar conductas de riesgo como el alcohol y algunos trastornos de conducta.
Cuando hay problemas...
Para algunas familias, la adolescencia es más que una etapa de transición que requiere ayuda especializada. Lo viven también así algunos chicos para los que estos cambios y estar entre dos mundos, el infantil y el adulto, supone una crisis vital importante que puede acarrear ansiedad o episodios depresivos, entre otros problemas. “Hay una serie de factores personales que pueden favorecer los trastornos emocionales en esta época. También hay que vigilar más de cerca a estos chicos cuando en la familia hay antecedentes de depresión, por si pudieran caer en ella. Además, hay otros elementos, como las rupturas familiares o el acoso que pueden hacer de la pubertad y la adolescencia un momento especialmente complicado”, resalta el experto. Desde el punto de vista psicológico, la pubertad precoz también puede conllevar problemas. Sucede cuando en un chico o una chica se presenta la pubertad mucho antes que entre sus compañeros. “Puede surgir entonces una inadaptación madurativa, se sienten inadaptados y de ahí se puede pasar a la depresión, al rechazo, al estrés”, subraya el especialista de la SEMA. Cuando hay pubertad precoz, el eje hipófisishipotálamo-gonadal, que pone en marcha la maduración sexual, se activa antes, por lo que hay que descubrir de dónde viene esa anormalidad. Por ejemplo, la obesidad es un factor de riesgo para sufrir una pubertad precoz. “Hay que descartar que haya algún tipo de problema orgánico, especialmente una tumoración, y el pediatra hará una serie de pruebas para comprobarlo, estudiando las hormonas y el cerebro, entre otros”, señala el especialista.
Durante la pubertad y el resto de los años de adolescencia, los padres deben buscar el equilibrio entre la autonomía de sus hijos y el control, sin caer en la sobreprotección