Adiós al colecho
Aunque en la educación de los niños es importante compaginar la firmeza educativa (que no dureza) con el cariño, la afectividad y el disfrute, el colecho no es buena idea.
Si nos ponemos en el lugar de un bebé veríamos que dormirse con el maravilloso pezón de mamá en la boca, el agradable ruido de la respiración de mamá y el inconfundible aroma del cuerpo de mamá pegadito para él es un auténtico placer. Y esto es así no solo cuando se duermen al principio de la noche, también cuando se despiertan a lo largo de la madrugada (todos los bebés de 13 meses se despiertan entre una y tres veces). Pero es importante que los recién nacidos duerman en su propio moisés, no solo para que se acostumbren a coger el sueño por sí mismos sino también porque dormir con ellos puede ponerles en peligro: podemos aplastarlos y asfixiarlos involuntariamente. Coloca una cuna pegada a tu cama, utiliza sábanas que hayan estado en contacto directo contigo, que lleven tu aroma porque las has tenido pegadas a tu cuerpo (si hace falta envuélvete un rato con ellas) y una vez que le hayas dado la última toma del día, acuesta a tu pequeño en la cuna manteniendo el contacto, con tu mano sobre su cuerpo. Obviamente, va a reclamar estar en tus brazos, así que tendrás que ser muy paciente y, sobre todo, muy cariñosa con él. El proceso va a ser lento y habrás que compensarle con otro tipo de mimos, también durante el día. Cuando tu bebé se haya adaptado a esta nueva situación (dormir en su cuna, con el contacto de tu mano) y después de felicitarle mucho, puedes empezar a retirar la siguiente ayuda (la mano), y así poco a poco hasta que logre dormirse solo. El chupete también ayuda a muchos bebés a conciliar el sueño más rápido. Utilízalo si lo reclama, hasta los tres años no afecta a su boca.