Cuida tus pechos
Hay que admitirlo. Con la lactancia has aumentado una talla de sujetador y temes que tus pechos se llenen de estrías y se caigan. Además, es posible que amamantar a tu hijo no haya resultado tan sencillo como te habían contado. Descubre cómo afrontar los contratiempos.
«Tiraba del pezón y me hizo grietas»
Tenía claro que quería alimentar a mi bebé con leche materna. Durante el embarazo leí todos los libros sobre lactancia que cayeron en mis manos, pero cuando nació Héctor, me sentí una ignorante. El dolor de los pezones era tan fuerte que se me saltaban las lágrimas cada vez que se agarraba al pecho. Me daba tanta vergüenza no ser capaz de alimentarle, que no me atreví ni a contárselo a la matrona. Solo cuando las heridas comenzaron a sangrar, decidí acudir a una reunión del grupo de apoyo al posparto de mi centro de salud. ¡Todo un acierto! Allí había más madres con problemas como el mío, y entendí que el primer mes es el más difícil.
Me enseñaron cómo colocar el niño al pecho: Héctor no cogía la areola al mamar, solo el pezón, y eso me provocaba grietas. Otra mamá que había pasado por lo mismo que yo me recomendó usar lanolina para curar los cortes (que no es tóxica para el niño) y ponerme pezoneras al menos dos o tres días, hasta que mi bebé se agarrara bien y las heridas dolieran menos. También aprendí cómo prevenir problemas en el pezón: dejo secar el pecho al aire y humedezco los pezones con unas gotas de leche materna. Desde entonces, disfruto con la lactancia. Mi hijo ya tiene un año y sigo dándole de mamar. ¡Y pensar que por poco me lo pierdo! Silvia García (Madrid)
«Mamaba y mamaba y mi pecho seguía hinchado»
No entendía por qué mis pechos estaban siempre tan congestionados. Ponía a Pol a mamar siempre que quería, 15 minutos en cada pecho y los dos por toma. Pero él cada vez pedía con más frecuencia y no conseguía deshinchármelos, como si se quedara con hambre.
Una amiga me aconsejó que fuera a una reunión de la Liga de la Leche en mi misma localidad y mi vida cambió. La consultora me explicó que probablemente los conductos que pasan por la areola se habían estrechado y la leche salía peor. Por eso Pol pedía mamar cada hora (no le llegaba la comida) y al no poder succionar bien, la leche se acumulaba en las mamas. Me aconsejó dejarle en el mismo pecho todo lo que él quisiera, que ya se soltaría solito y si solo mamaba de uno, en la siguiente toma le ponía al otro.
Para bajar la hinchazón y ayudar a que la leche fluyera mejor, me daba duchas de agua caliente antes de la toma, masajeando el pecho desde la axila hacia el pezón. Y justo antes de la toma, ablandaba la areola vaciando hacia dentro, es decir, presionando con las puntas de los dedos hacia el pecho. Meritxell Vera (Salou)
«Una infección... ¡al destetar!»
Sofía se enganchó al pecho nada más nacer y la lactancia fue muy sencilla... hasta que empecé a destetarla para reincorporarme al trabajo. Fui eliminando una toma cada cuatro días y me sacaba la leche sobrante con el sacaleches, pero mis pechos estaban cada vez más duros y doloridos. Decidí ir al médico cuando uno de los pezones se puso blanco y chafado. Tenía infección por vaciarlo poco. ¿Cómo era posible si mi niña comía todo lo que quería? Me recetó antibióticos y lactobacilos y me explicó qué tenía que dejar de usar constantemente el sacaleches si no quería sufrir un efecto rebote (lo contrario a lo que buscaba): que mis pechos produjeran cada vez más. La inflamación bajó colocando en el pecho, entre las tomas, bolsas de guisantes congeladas y vaciando solo un poquito el pecho (con las manos). Elena Ansótegui (León)
Olvida el hábito de lavar el pecho antes de la toma: eliminarás la capa de grasa que lo protege de las agresiones externas
«No serán como antes, serán mejores»
«La lactancia materna protege los pechos de posibles enfermedades, así que mejoran. La estética sí puede variar porque los ligamentos del pecho ceden. Pero si la mujer se cuida en la gestación con una dieta equilibrada y ejercicios tonificantes y no coge excesivo peso, suele recuperarse a los seis meses del parto».
Los trucos de la matrona
Son producto de sus conocimientos profesionales unidos a las «recetas» de mamás, oídas en sus diez años como supervisora en el Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Pérdida de volumen
Cuando la lactancia dura varios años, a veces los pechos quedan muy, muy pequeños, como si el niño hubiera chupado hasta la carne. La grasa del pecho se ha fundido para fabricar la leche. Solución. En los próximos meses (bastantes meses, es un proceso lento) el pecho volverá a crecer y quedará más o menos como antes del embarazo.
Pechos caídos
Los ligamentos que sostienen el pecho pueden perder el tono con los aumentos bruscos de tamaño del embarazo y la lactancia.
Solución. Es importante garantizar su firmeza con un sujetador adecuado y ejercicios de tonificación (pectorales, pesas...). También hay que evitar las grasas en la comida y los deportes de contacto con el suelo (como step o running). Un pequeño chorro de agua fría sobre los senos al final de la ducha ayuda a tonificar la piel y mantenerla tersa.
Estrías
La piel puede romperse con los cambios bruscos de volumen, propios del embarazo y la lactancia. Solución. Se pueden prevenir con una buena hidratación desde el inicio del embarazo. Además de los productos concretos (las cremas con colágeno dan buenos resultados pero deben retirarse antes de lactar), va muy bien el aceite de rosa mosqueta.
Hay una solución para cada problema. Consulta con tu médico