Entrevista
Los humanos somos la única especie capaz de enseñar a nuestra descendencia a ser felices, pero ¿sabemos cómo hacerlo? Las últimas teorías de la neurociencia nos muestran el camino real.
Hablamos con Nora Rodríguez.
Nora Rodríguez, escritora, educadora y ensayista, no se conforma con poco. Su objetivo es conseguir la mejor versión de cada niño, lo que va muy ligado a su concepto de felicidad. Sus teorías sobre cómo lograr la excelencia académica se alejan de lo ortodoxo, pero la han convertido en referente en el campo de la innovación educativa.
En su libro Educar para la Paz habla de la felicidad responsable. ¿Cuál es su secreto?
Enseñar desde que el niño está en la cuna con la actitud de los adultos, de respeto, de empatía, de generosidad, de amabilidad, de compasión... cómo ser un buen modelo. Y enseñarles, con todo lo que podemos hacer con ellos, que tu felicidad no está reñida con la felicidad y el bienestar de los demás. Hasta ahora nos hemos creído que si eras individualista y competitivo ibas a ser más feliz, pero nos damos cuenta de que nos sentimos más solos y esto no funciona. Hay que educar en la dirección contraria.
Despertar entonces el cerebro social del niño es vital para su desarrollo...
Existe la idea de que con las actividades extraescolares es como los niños van a desarrollar sus talentos, ya sea matemático, musical, futbolístico... Y, en realidad, los talentos están muy arraigados a las emociones. El talento se pone en marcha con aquello que nos causa emoción. Y las emociones provienen de la conexión con los demás. Así se ha comprobado en la sociología emocional y por parte de la neurociencia, que demuestran que cuando hacemos algo por el otro, siguiendo un mecanismo ancestral, ahí se despiertan nuestros talentos, porque sacamos a relucir aquello que nos resulta más fácil, más agradable, más positivo y que nos hace ser felices. La ayuda mutua comienza a los 18 meses de edad. Los niños a esta edad son capaces de detectar lo que tú necesitas. Todo lo que tiene que ver con la amabilidad y con la generosidad es lo que despierta los talentos. Por tanto no hay que educar con sobrecarga de trabajo sino educar con lo que nos hace más humanos.
¿El altruismo y la generosidad son entones potentes motores educativos?
La empatía es el wifi que nos sirve para conectarnos con los demás. La biología es tan sabia que los humanos tenemos un sistema nervioso dedicado a contectar con los otros. Al contrario de lo que se viene diciendo hace mucho, los humanos somos seres bondadosos, tenemos un cerebro preparado para la bondad. Sin embargo, hemos creído que siendo individualistas y competitivos éramos más felices. Hoy en
día sabemos que si los seres humanos llegamos hasta aquí fue porque desarrollamos el altruismo y la generosidad. Todas nuestras conductas dependen de nuestros neurotransmisores, y si enseñamos emociones constructivas los neurotransmisores de la felicidad trabajan a tope.
¿Cómo podemos ayudar a los niños a identificar sus emociones y sentimientos?
Un niño puede decir: ‘Me siento triste, me siento alegre’ y si no sabe definir las emociones, ponerle un color, pero si acaba aquí esto no garantiza que tenga buenas experiencias positivas con los demás. Tenemos que saber para qué educamos. Educamos para formar buenas personas, buenos ciudadanos y cuando el aprendizaje parte de una experiencia social potente, sea en el colegio o sea en casa, es mucho más rico y pasa a la memoria a largo plazo. Si un niño se siente solo, no siente que pertenece al grupo de compañeros, no se siente reconocido o vive en una familia indiferente, ese niño no aprenderá bien por mucho que tenga los mejores profesores o los mejores colegios.
¿Por eso recalca en su obra que los niños necesitan desarrollar el sentido de la pertenencia a un grupo?
Los niños necesitan sentirse conectados positivamente con los demás y sentir que hacen algo por otros. Necesitan sentirse transformadores de la realidad. No necesitamos niños pasivos, que tienen que ser obedientes y no dar su punto de vista, esto es pasado. Hoy la sociedad
La amabilidad y la generosidad es lo que despierta el talento, no las sucesión de actividades
es otra y tenemos que preparar a los niños para que en la adolescencia ese sentido de pertenencia que desarrollan en la primera infancia lo puedan trasladar a las experiencias en las que van a estar inmersos. Porque por primera vez en la historia de la Humanidad, las nuevas generaciones van a socializarse en dos mundos paralelos: el virtual y el real. El sentido de pertenencia tiene que existir en uno y otro lado. Siempre le digo a los jóvenes que el cerebro solo puede conectarse con 150 personas, por lo que tener dos mil amigos en Facebook y 10 en la vida real no está balanceado.
Hay que trabajar desde edades muy tempranas. Antes que dejar fuera del aula a un niño de 3 o 4 años por algo que hizo mal en relación a un compañero se debe perseguir que haga algo por el otro, por ayudarlo, por enseñarle algo.
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Es una Pedagogía que pone primero el foco en lo social, porque así es como triunfa lo académico. Nos han educado para llegar primero y ser competitivos, en la ley del “yo primero”, pero esto no nos ha hecho ni mejores ni más felices. Hoy sabemos que las personas que tienen mayor liderazgo son aquellas que buscan el bien de los demás, no solo el propio. Las personas con mayor nivel académico reconocido y que se sienten más satisfechas consigo mismas son las que hacen cosas por los demás, por eso hay que integrar desde edades muy tempranas el voluntariado en los colegios, o simplemente el “qué tengo yo para dar al otro”. Esto favorece especialmente a niños tímidos o vulnerables porque los saca del lugar de víctimas.
¿Qué papel juega la tecnología en el día a día de los niños y adolescentes? ¿En qué se basa esta nueva Pedagogía?
La tecnología no lo resuelve todo y hay que enseñarles. Primero reeducando a los padres y a los docentes para que reeduquen a sus hijos. Deben saber que tener muchos likes no implica ser buena persona o que lo que dice un youtuber no tiene que ser necesariamente verdad, o que no pueden informarse exclusivamente por Facebook. Tenemos que enseñar para que los jóvenes sepan hacerse buenas preguntas, no para que tengan respuestas, puesto que las respuestas las tienen en todos lados. No se puede dar ni teléfonos ni tabletas como chupete electrónico a los niños, al menos hasta los 12 años. Los niños se acostumbran a ser controlados en las redes sociales y a controlar a otros, por eso el bullying hoy día es un mecanismo de control que, en sus primeras fases, muchos jóvenes no ven mal. Estamos frente a un problema que se soluciona con más actividades en las cuales predomine la colaboración activa para resolver problemas y el altruismo.
¿El altruismo es una facultad innata?
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Sabemos que los seres humanos venimos desde el nacimiento para vivir socialmente y transformar la sociedad. A los cinco meses, el bebé ya tiene un sentido de justicia social. Somos el resultado de más de 300.000 generaciones y de más de siete millones de años de evolución. Traemos mucho ancestralmente. Por eso propongo siempre comprar menos juguetes y facilitar a los niños objetos cotidianos no peligrosos para que puedan crear sus propios juegos. También es fundamental que el televisor no es
Debemos enseñar a los niños a hacerse buenas preguntas; las respuestas están en todos lados