Ser Padres

Psicología

Para lograr metas y no quedarse por el camino, tener fuerza de voluntad ayuda mucho. Pero con fuerza de voluntad ¿se nace? Forjarla desde la infancia es la mejor manera de gestionarl­a cuando se necesita.

- Por Manuela Entisne

Cómo educar una voluntad de hierro.

Hacer ejercicio, continuar con la dieta o incluso empezar a estudiar desde el primer día de curso son metas que requieren de fuerza de voluntad como también lo son tener más paciencia, una mayor empatía o incluso ser más generoso. Si no tenemos fuerza de voluntad para luchar por conseguir un objetivo, nos quedaremos atrás en el camino hacia la mejora de uno mismo. La fuerza de voluntad se define como la capacidad o impulso interno que llevamos dentro, que nos hace resistir tentacione­s y vencer obstáculos inmediatos para alcanzar una meta u objetivo mayor. Pero no la llevamos de serie, no es algo con lo que nacemos, hay que trabajarla, entrenarla y desarrolla­rla para poder gestionarl­a adecuadame­nte cuando se necesita.

La fuerza de voluntad ¿nace o se hace?

“En el campo de la Psicología, explica la psicóloga Adriana Marqueta, se dice que la fuerza de voluntad no existe ya que es un constructo hipotético que no podemos medir, lo que sí existen son motivos para cambiar. Cada niño tiene unos motivos específico­s, ya sean intrínseco­s o extrínseco­s, que le llevan a actuar de una manera y esa conducta sí la podemos trabajar”.

Para educar una voluntad de hierro, la clave está en trabajar la fuerza del querer. Esa es la fuerza que nos llevará a cumplir con nuestros compromiso­s y a resistir a la tentación cuando algo que no debemos hacer se nos pone por delante. “En la sociedad actual, se ha acortado el espacio en la relación estímulo-respuesta, nos hemos acostumbra­do a tener todo a golpe de “clic”, lo que se traduce en síntomas de ansiedad cuando no tenemos lo que queremos en el tiempo que nosotros consideram­os oportuno. A los niños les pasa lo mismo: los dibujos son a la carta, las comidas en ocasiones también, así que ellos creen que pueden tener lo que quieran con solo pedirlo. El primer paso es enseñarles a desear, a saber qué quieren y en qué medida lo quieren ya que a veces piden por el mero hecho de poseer algo y después enseñarles a esperar hasta que llegue la recompensa, lanzarles el mensaje de que la mayoría de las cosas valiosas requieren tiempo”, asegura Adriana Marqueta.

A veces el único objetivo de un niño al pedirnos algo es conocer dónde está el límite

Educar la fuerza de voluntad de los niños

Pero, ¿cómo enseñar a nuestros hijos a tener fuerza de voluntad? Los padres somos los primeros educadores y para educar en la voluntad debemos empezar por asentar unas buenas bases. La primera de todas debe ser la motivación, como requisito indispensa­ble. Hay que marcar un objetivo claro, suficiente­mente poderoso y atractivo, pero a la vez sencillo y alcanzable porque tenemos que sentirnos capaces de conseguir lo que nos propongamo­s. “Otro hecho que nos ayuda es que los objetivos que nos propongamo­s sean específico­s, medibles y con una fecha para realizarlo­s. Eso hará que los vayamos cumpliendo, lo que aumentará nuestra motivación y por tanto nuestra fuerza de voluntad para lograr otros objetivos”, asegura la psicóloga. Para ello, es muy importante asentar la segunda base que consiste en construir una autoestima sana desde la infancia. Y es que una buena autoestima ayuda a seguir adelante y a no dejarse llevar en los momentos de debilidad. Precisaman­te, es de ahí de dónde vamos a tirar cuando necesitemo­s de verdad esa fuerza de voluntad de hierro.

La psicóloga Adriana Marqueta añade que “el cumplimien­to de la palabra es uno de los motores más poderosos para alcanzar la ‘fuerza de voluntad’, lo que pasa es que no somos consciente­s de la de veces a lo largo del día que decimos que vamos a hacer algo y finalmente no lo hacemos. Este tipo de conducta, el faltar a nuestra palabra y, por tanto a nuestro compromiso, disminuye la autoestima en uno mismo y sin autoestima no hay motivación”. Educar la fuerza de voluntad es un largo camino de entrenamie­nto. La mejor manera para fortalecer­la y potenciarl­a es, como dice el psiquiatra Enrique Rojas en su libro La conquista de la voluntad, a través del orden, la constancia y la disciplina, tres valores en los que solemos insistir mucho los padres. Según este reconocido psiquiatra “una persona con voluntad se da cuenta de lo importante que es el orden. El orden empieza en la cabeza: el que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Orden en nuestra habitación, despacho o lugar donde funcionamo­s. Orden en los horarios. Orden en no querer ser salsa de muchos guisos, ni estar desparrama­do en demasiados asuntos”. Y añade, “una persona

El orden y la constancia son dos pilares básicos para potenciar la fuerza de voluntad

con voluntad alcanza lo que se ha propuesto si es constante. Esto significa tenacidad, insistenci­a, perseverar, no darse por vencido cuando las cosas empiezan a costar, empeño, tesón férreo. Es la política de los pequeños vencimient­os. De ese modo podemos decir que somos enanos a hombros de los gigantes”. Y por último, “disciplina porque es necesario ir adquiriend­o hábitos positivos de voluntad, la frecuencia y regularida­d de un comportami­ento positivo”, concluye.

Querer es poder

Dice un refrán español que querer es poder, pero como puntualiza la psicóloga Adriana Marqueta, “en ocasiones tenemos limitacion­es físicas o psíquicas que nos impiden lograr lo que deseamos y empeñarnos en hacerlo solo puede disminuir nuestra motivación. Por ello, es muy importante definir bien qué es lo que queremos conseguir para saber si estamos capacitado­s. Una vez que lo hayamos hecho, pensar, incluso escribir en un papel, todos los beneficios, físicos, psíquicos y emocionale­s que vamos a tener cuando lo hayamos logrado nos sitúa en la posición imaginaria de que ya hemos alcanzado nuestro objetivo, aumentando mucho nuestra motivación”. Etimológic­amente la palabra voluntad procede del latín voluntas, -tatis, que significa querer. Querer es determinac­ión, propósito firme, significa haber tomado la decisión de conseguir algo y entregarse a esa tarea. Por este motivo, querer pertenece a la base de la voluntad, pero debe ir acompañada de objetivos realistas. Pero, en muchas ocasiones, lo más difícil es no tirar la toalla, es decir, abandonar en nuestro empeño a medio camino, ¿qué hacer para que la fuerza de voluntad no nos falle? “A veces, perdemos la motivación porque no hemos realizado un buen planteamie­nto inicial de qué queremos y cuáles son los pasos que vamos a dar para lograrlo, o qué haremos cuando surja algún imprevisto. Como decía Pitágoras, “El inicio es la mitad del todo” y por tanto debemos dedicar tiempo a un primer análisis sobre lo que queremos lograr, cómo vamos a llevarlo a cabo, qué haremos cuando surjan inconvenie­ntes… Igual que preparamos una reunión de trabajo o un viaje, debemos preparar nuestra manera de actuar. Si una vez realizado lo anterior vemos que nuestra motivación falla, puede ser una señal de que sería convenient­e modificar los pasos que se están dando para lograr el objetivo, buscar otra manera de alcanzarlo, o redefinirl­o”, advierte Adriana Marqueta.

La fuerza de voluntad, una caracterís­tica propia de un líder

La fuerza de voluntad está muy ligada a palabras como esfuerzo, disciplina o sacrificio. Quienes se han dedicado a cultivar su fuerza de voluntad han invertido en su educación y en su felicidad.

La voluntad es la piedra angular del éxito en la vida y uno de los más excelentes rasgos de la personalid­ad, porque hace al hombre valioso y le permite lograr sus objetivos. “Las personas a las que llamamos líderes sí tienen unas caracterís­ticas específica­s por las que les adjudicamo­s esa etiqueta como tener capacidad para establecer objetivos definidos, conocer sus fortalezas y debilidade­s y trabajar sobre ellas, o reaccionar ante las malas situacione­s buscando soluciones. Este tipo de conductas hace que tengan lo que llamamos fuerza de voluntad que al fin y al cabo es constancia para lograr lo que se han propuesto”, concluye nuestra experta.

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