Psicología
Para lograr metas y no quedarse por el camino, tener fuerza de voluntad ayuda mucho. Pero con fuerza de voluntad ¿se nace? Forjarla desde la infancia es la mejor manera de gestionarla cuando se necesita.
Cómo educar una voluntad de hierro.
Hacer ejercicio, continuar con la dieta o incluso empezar a estudiar desde el primer día de curso son metas que requieren de fuerza de voluntad como también lo son tener más paciencia, una mayor empatía o incluso ser más generoso. Si no tenemos fuerza de voluntad para luchar por conseguir un objetivo, nos quedaremos atrás en el camino hacia la mejora de uno mismo. La fuerza de voluntad se define como la capacidad o impulso interno que llevamos dentro, que nos hace resistir tentaciones y vencer obstáculos inmediatos para alcanzar una meta u objetivo mayor. Pero no la llevamos de serie, no es algo con lo que nacemos, hay que trabajarla, entrenarla y desarrollarla para poder gestionarla adecuadamente cuando se necesita.
La fuerza de voluntad ¿nace o se hace?
“En el campo de la Psicología, explica la psicóloga Adriana Marqueta, se dice que la fuerza de voluntad no existe ya que es un constructo hipotético que no podemos medir, lo que sí existen son motivos para cambiar. Cada niño tiene unos motivos específicos, ya sean intrínsecos o extrínsecos, que le llevan a actuar de una manera y esa conducta sí la podemos trabajar”.
Para educar una voluntad de hierro, la clave está en trabajar la fuerza del querer. Esa es la fuerza que nos llevará a cumplir con nuestros compromisos y a resistir a la tentación cuando algo que no debemos hacer se nos pone por delante. “En la sociedad actual, se ha acortado el espacio en la relación estímulo-respuesta, nos hemos acostumbrado a tener todo a golpe de “clic”, lo que se traduce en síntomas de ansiedad cuando no tenemos lo que queremos en el tiempo que nosotros consideramos oportuno. A los niños les pasa lo mismo: los dibujos son a la carta, las comidas en ocasiones también, así que ellos creen que pueden tener lo que quieran con solo pedirlo. El primer paso es enseñarles a desear, a saber qué quieren y en qué medida lo quieren ya que a veces piden por el mero hecho de poseer algo y después enseñarles a esperar hasta que llegue la recompensa, lanzarles el mensaje de que la mayoría de las cosas valiosas requieren tiempo”, asegura Adriana Marqueta.
A veces el único objetivo de un niño al pedirnos algo es conocer dónde está el límite
Educar la fuerza de voluntad de los niños
Pero, ¿cómo enseñar a nuestros hijos a tener fuerza de voluntad? Los padres somos los primeros educadores y para educar en la voluntad debemos empezar por asentar unas buenas bases. La primera de todas debe ser la motivación, como requisito indispensable. Hay que marcar un objetivo claro, suficientemente poderoso y atractivo, pero a la vez sencillo y alcanzable porque tenemos que sentirnos capaces de conseguir lo que nos propongamos. “Otro hecho que nos ayuda es que los objetivos que nos propongamos sean específicos, medibles y con una fecha para realizarlos. Eso hará que los vayamos cumpliendo, lo que aumentará nuestra motivación y por tanto nuestra fuerza de voluntad para lograr otros objetivos”, asegura la psicóloga. Para ello, es muy importante asentar la segunda base que consiste en construir una autoestima sana desde la infancia. Y es que una buena autoestima ayuda a seguir adelante y a no dejarse llevar en los momentos de debilidad. Precisamante, es de ahí de dónde vamos a tirar cuando necesitemos de verdad esa fuerza de voluntad de hierro.
La psicóloga Adriana Marqueta añade que “el cumplimiento de la palabra es uno de los motores más poderosos para alcanzar la ‘fuerza de voluntad’, lo que pasa es que no somos conscientes de la de veces a lo largo del día que decimos que vamos a hacer algo y finalmente no lo hacemos. Este tipo de conducta, el faltar a nuestra palabra y, por tanto a nuestro compromiso, disminuye la autoestima en uno mismo y sin autoestima no hay motivación”. Educar la fuerza de voluntad es un largo camino de entrenamiento. La mejor manera para fortalecerla y potenciarla es, como dice el psiquiatra Enrique Rojas en su libro La conquista de la voluntad, a través del orden, la constancia y la disciplina, tres valores en los que solemos insistir mucho los padres. Según este reconocido psiquiatra “una persona con voluntad se da cuenta de lo importante que es el orden. El orden empieza en la cabeza: el que no sabe lo que quiere no puede ser feliz. Orden en nuestra habitación, despacho o lugar donde funcionamos. Orden en los horarios. Orden en no querer ser salsa de muchos guisos, ni estar desparramado en demasiados asuntos”. Y añade, “una persona
El orden y la constancia son dos pilares básicos para potenciar la fuerza de voluntad
con voluntad alcanza lo que se ha propuesto si es constante. Esto significa tenacidad, insistencia, perseverar, no darse por vencido cuando las cosas empiezan a costar, empeño, tesón férreo. Es la política de los pequeños vencimientos. De ese modo podemos decir que somos enanos a hombros de los gigantes”. Y por último, “disciplina porque es necesario ir adquiriendo hábitos positivos de voluntad, la frecuencia y regularidad de un comportamiento positivo”, concluye.
Querer es poder
Dice un refrán español que querer es poder, pero como puntualiza la psicóloga Adriana Marqueta, “en ocasiones tenemos limitaciones físicas o psíquicas que nos impiden lograr lo que deseamos y empeñarnos en hacerlo solo puede disminuir nuestra motivación. Por ello, es muy importante definir bien qué es lo que queremos conseguir para saber si estamos capacitados. Una vez que lo hayamos hecho, pensar, incluso escribir en un papel, todos los beneficios, físicos, psíquicos y emocionales que vamos a tener cuando lo hayamos logrado nos sitúa en la posición imaginaria de que ya hemos alcanzado nuestro objetivo, aumentando mucho nuestra motivación”. Etimológicamente la palabra voluntad procede del latín voluntas, -tatis, que significa querer. Querer es determinación, propósito firme, significa haber tomado la decisión de conseguir algo y entregarse a esa tarea. Por este motivo, querer pertenece a la base de la voluntad, pero debe ir acompañada de objetivos realistas. Pero, en muchas ocasiones, lo más difícil es no tirar la toalla, es decir, abandonar en nuestro empeño a medio camino, ¿qué hacer para que la fuerza de voluntad no nos falle? “A veces, perdemos la motivación porque no hemos realizado un buen planteamiento inicial de qué queremos y cuáles son los pasos que vamos a dar para lograrlo, o qué haremos cuando surja algún imprevisto. Como decía Pitágoras, “El inicio es la mitad del todo” y por tanto debemos dedicar tiempo a un primer análisis sobre lo que queremos lograr, cómo vamos a llevarlo a cabo, qué haremos cuando surjan inconvenientes… Igual que preparamos una reunión de trabajo o un viaje, debemos preparar nuestra manera de actuar. Si una vez realizado lo anterior vemos que nuestra motivación falla, puede ser una señal de que sería conveniente modificar los pasos que se están dando para lograr el objetivo, buscar otra manera de alcanzarlo, o redefinirlo”, advierte Adriana Marqueta.
La fuerza de voluntad, una característica propia de un líder
La fuerza de voluntad está muy ligada a palabras como esfuerzo, disciplina o sacrificio. Quienes se han dedicado a cultivar su fuerza de voluntad han invertido en su educación y en su felicidad.
La voluntad es la piedra angular del éxito en la vida y uno de los más excelentes rasgos de la personalidad, porque hace al hombre valioso y le permite lograr sus objetivos. “Las personas a las que llamamos líderes sí tienen unas características específicas por las que les adjudicamos esa etiqueta como tener capacidad para establecer objetivos definidos, conocer sus fortalezas y debilidades y trabajar sobre ellas, o reaccionar ante las malas situaciones buscando soluciones. Este tipo de conductas hace que tengan lo que llamamos fuerza de voluntad que al fin y al cabo es constancia para lograr lo que se han propuesto”, concluye nuestra experta.