Prematuros
El uso de oxigenoterapia, junto con la edad gestacional y el peso al nacer, son los mayores factores de riesgo para esta enfermedad que, en el peor de los casos, puede llegar a producir ceguera.
Retinopatía diabética.
En nuestro país nacen cada año más de 29.000 prematuros. Con los avances en medicina y gracias a la tecnología se ha logrado salvar la vida de miles de estos prematuros, incluso en situaciones límite. Hoy en día, la mayoría de estos bebés consiguen llevar una vida normal, aunque en muchos casos quedan secuelas debido a la inmadurez de sus órganos. Las más comunes son la parálisis cerebral, sordera, ceguera, déficit de atención o dificultad de aprendizaje. La mayor influencia en
la aparición de las secuelas la tienen las circunstancias que rodean al nacimiento del niño.
¿Qué es la retinopatía?
La retinopatía –conocida como ROP– es una enfermedad que se produce por el crecimiento anormal de los vasos sanguíneos de la retina y afecta a los recién nacidos prematuros. Comienza durante los primeros días de vida y puede causar ceguera en cuestión de semanas. Aunque se piensa que el desencadenante de la
enfermedad es la oxigenoterapia incontrolada que recibe el recién nacido prematuro desde el mismo momento del nacimiento, existen otros factores como la edad gestacional, el bajo peso al nacer, el número de transfusiones, la broncodisplasia pulmonar, la ventilación asistida, la hemorragia intraventricular o la enterocolitis necrotizante. “Desde la Unidad de Ciudades Intensivos Neonatales se trata de mantener al bebé dentro de unos niveles normales de saturación de oxígeno. La dificultad con la que nos encontramos es que los prematuros cambian mucho de ritmo respiratorio y la enfermera debe ajustarlo de forma continua. Actualmente, se están desarrollando sistemas de regulación automáticos para que los niveles de oxígeno no se salgan de ese rango de normalidad”, afirma el doctor Vento, presidente de la Sociedad Española de Neonatología.
Según el doctor “estamos dentro de los 10 mejores países del mundo en resultados, ya que no afectan a más del 2-3 % de prematuros. Generalmente afecta más a los niños porque presentan más problemas respiratorios al nacer y precisan más oxígeno”.
Diagnóstico y tratamiento
Esta enfermedad se diagnostica mediante el examen de fondo de ojo. Se dilata la pupila y con una cámara especial se ve el fondo de ojo. Al tratarse de una técnica no invasiva se hace sistemáticamente en todos los prematuros. Esta tarea la realiza un oftalmólogo pediátrico que analiza y ve la evolución de la enfermedad. El control semanal del fondo de ojo permite diagnósticos muy precoces aunque, en ocasiones, la evolución de la enfermedad es muy rápida y no se puede evitar la ceguera.
Todos los niños con riesgo de sufrir esta enfermedad son revisados por el oftalmólogo a partir de las 4-6 semanas de vida y se hace regularmente un seguimiento hasta que los vasos sanguíneos se han desarrollado normalmente. Si el oftalmólogo observa cualquier anomalía determinará si el problema remitirá de forma espontánea o se hace necesario un tratamiento para detener el crecimiento de los vasos y evitar posibles problemas visuales.
Existe una clasificación internacional de la retinopatía de la prematuridad que describe la enfermedad en función de la localización, la gravedad y extensión. En el 80 % de los casos la retinopatía se resuelven de forma espontánea. Cuanto más avanza y más grave es la enfermedad puede llegar a comprometer completamente la agudeza visual del niño. El tratamiento más eficaz es el láser en el que se dan puntos láser en la periferia para fijar la retina y que no se desprenda. “En la actualidad hay casos en los que se inyecta dentro del ojo una sustancia intravascular que neutraliza la acción de esas sustancias provasculares que atraen los vasos sanguíneos”, dice el doctor.
Uno de los principales problemas que existen en nuestro país es que no en todos los centros hospitalarios disponen de personal altamente especializado para tratar esta dolencia. La telemedicina puede ser de gran ayuda en aquellos lugares donde no haya oftalmólogos expertos o en centros con pocos niños prematuros donde no es posible tener la experiencia suficiente como para poder tratarlos. “El progreso de la medicina es una realidad pero no llega a todos los rincones. Hay situaciones graves y poco frecuentes que deben ser tratadas por profesionales especializados con independencia del lugar de nacimiento de cada uno de nosotros. Se debería centralizar en grandes hospitales el tratamiento para que nuestras estadísticas sean todavía mejores”.