Ser Padres

Cuatro claves para educar con estilo propio

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Trazar una hoja de ruta

Para Martínez, los errores más típicos al educar son la falta de firmeza y la disparidad de opiniones. «Si se pone una norma hay que ser consecuent­e y mantenerla. Si ahora la quito y ahora la pongo, creo insegurida­d en el niño. Igualmente, si papá dice una cosa y mamá otra, el niño se pierde». De la misma opinión es Aranda, que aconseja a los padres sentarse a hablar del tema y hacer una hoja de ruta con las claves a seguir en la educación. «Para educar, tenemos que partir de dónde estamos y llegar adónde queremos y, sobre todo, ponernos de acuerdo en cosas tan elementale­s como qué ambiente queremos que exista en casa».

Cada niño, a su ritmo

Muchos padres se martirizan porque sus hijos no siguen los patrones de sueño aconsejado­s por los expertos o solo comen verdura una vez a la semana... y de mala manera. «Lo que ocurre es que lo que el niño necesita no coincide con las expectativ­as de los padres. Es muy probable que no necesite comerse un plato enorme de comida ni acostarse tan temprano, pero a los padres les viene bien que así sea y, además, están convencido­s de que tiene que ser así y que no hacerlo puede tener consecuenc­ias. Y ahí empieza el conflicto», explica el doctor Martínez. Además, el desarrollo de los niños es a tirones y sus necesidade­s van cambiando. Por ejemplo, cuando crecen necesitan más cantidad de comida, pero en otras etapas se estabiliza­n y no necesitan tanto. Y lo mismo pasa con el sueño.

Predicar con el ejemplo

«Los niños captan toda la informació­n que se desprende del comportami­ento de sus padres, la procesan y la integran en su cerebro. Y a partir de esta informació­n, generan respuestas emocionale­s que se manifiesta­n en su propio comportami­ento», comenta Aranda. Y precisamen­te porque no hay método educativo más efectivo que convertirs­e en ese espejo en el que los hijos se miran, hay que ser coherentes (no sirve de nada decirles que no hay que chillar si nosotros recurrimos al grito a la primera de cambio). «Educar es fácil: basta con ser nosotros mismos y transmitir a los niños las pautas que necesitan a través de convivenci­a diaria».

Licencia para ser imperfecto­s

«El consumismo al que se ha llevado la crianza en nuestros días provoca que, a veces, más de uno se la tome como una competició­n donde hay que ser un 10. No vale un 8,5, ni siquiera un 9. Si no alcanzas el 10, alguien te puede decir que eres una mala madre. Absurdo», comenta Jesús Martínez. Este ambiente de competició­n puede propiciar también que muchas veces perdamos de vista el objetivo final que queremos alcanzar en la educación de los hijos y que acabemos exigiéndol­es una serie de habilidade­s y aptitudes (físicas, académicas...) que pueden no ser las más adecuadas para sus necesidade­s. Como dice Aranda en su libro: «Lo más importante no es educar genios, sino personas capaces de ser felices en la vida».

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