Lectura infantil
Una de las consecuencias del uso de las nuevas tecnologías es que leemos mucho pero de forma fragmentada. ¿Las nuevas tecnologías sirven para hacer buenos lectores? ¿Cómo deberían usarlas nuestros hijos para conseguir este fin?
En la era digital.
Actualmente, tenemos la posibilidad de leer en cualquier formato. El libro ha dado paso al ebook y a la tablet, y también a otra forma de leer en el teléfono móvil o en el ordenador. Pero las nuevas tecnologías están transformando nuestro cerebro y puede tener consecuencias para las futuras generaciones. Leemos más que nunca porque uno de los efectos de lo digital es que leemos más, pero de manera más superficial, de forma fragmentada
y apresurada, nada que ver con la lectura que se hace de un libro, más concentrada, pausada y en profundidad. Leemos mensajes en el móvil, comentarios en redes sociales y titulares de noticias en Internet procesando información a toda velocidad, pero cada vez dedicamos menos tiempo a esa lectura reposada que supone un mayor reto intelectual, y nos concentramos menos debido a las interrupciones constantes de los mensajes y alertas digitales.
Manuel Antonio Fernández, neuropediatra especializado en neurodesarrollo, aprendizaje y conducta, reconocido como el Mejor Pediatra de España en los Doctoralia Awards 2018, director del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica y creador de la web elneuropediatra.es, cree que “es importante que diferenciemos entre simplemente leer y experimentar la lectura. Lo primero es el mero hecho de repetir las palabras escritas en un determinado lugar. La lectura es una experiencia mucho más profunda que lleva aparejada sensaciones y emociones que son de gran valor para nuestro aprendizaje y desarrollo. Es perfectamente posible realizar una lectura continuada y profunda de forma digital, pero no en todos los dispositivos. Al menos, no en cualquier situación. Si usas un móvil o una tablet, es más que probable que te encuentres con múltiples interrupciones que te pueden distraer y, al final, dificultarte una lectura real. Como los mecanismos de autocontrol y regulación son más inmaduros cuanto más pequeños son los niños, más probable es que no sean capaces de ignorar ese tipo de distracciones. Al final, el nivel de profundidad de ese tipo de lectura no es adecuado. El cerebro no lo procesa adecuadamente”.
Leemos más, pero de forma distinta
El modo de leer en la pantalla ha fomentado la lectura en diagonal y al mismo tiempo está favoreciendo que perdamos lo que los neurólogos llaman “paciencia cognitiva”, algo muy necesario para leer textos complejos y hacer de los niños buenos lectores. Cada vez cuesta más enfrentarse a una lectura reposada y nos preguntamos si las nuevas tecnologías favorecen la lectura o la dificultan, teniendo en cuenta que nuestro cerebro tiene una tendencia creciente a la distracción. Este neuropediatra asegura que “para niños con dificultades de aprendizaje como la dislexia, las nuevas tecnologías son fundamentales para mejorar gracias a las posibilidades que nos ofrecen para ayudarles a compensar sus problemas y conseguir solucionarlos”. Otra de las ventajas de leer en digital es que se ha convertido en un atractivo para aquellos niños a los que no les gusta leer. Así, mientras que antes a los que no les gustaba leer no cogían un libro, ahora en cambio, sí lo hacen. Sin embargo, Manuel Antonio Fernández advierte que “hay que ser precavidos para que no se quede oculto un problema de aprendizaje detrás de estas estrategias. Es importante tener claro que los procesos como el lenguaje, la lectura o la escritura, no son algo innato o instintivo. Nuestro cerebro no desarrolla estas capacidades de forma espontánea sino que necesita aprenderlas y requiere un esfuerzo. Cualquier problema del desarrollo infantil provoca problemas del lenguaje como uno de sus primeros síntomas. Esto se debe a que el lenguaje es uno de los primeros procesos realmente complejos que nuestro sistema nervioso debe aprender. Coger cosas con las manos, sen
tarnos, ponernos de pie… son cuestiones con un alto componente instintivo, pero hablar no lo tiene”.
Perdemos paciencia cognitiva
Una neurocientífica de la Universidad de Los Ángeles, Maryanne Wolf, culpa a internet de habernos hecho perder a los lectores “la paciencia cognitiva” que antes nos permitía leer novelas más largas y complejas. La base de este efecto se encuentra en el propio funcionamiento del cerebro humano desde los inicios de nuestra especie. “Cualquier actividad que nos resulte estimulante va a provocar que nuestro organismo libere una serie de sustancias capaces de producir una respuesta gratificante en nuestro cerebro. Cuanto más sencillo nos resulte conseguir ese “estado agradable” de tranquilidad, seguridad o bienestar, menos gasto de energía tenemos que realizar. Si algo nos requiere mucho esfuerzo, la tendencia natural es evitarlo”, explica el neuropediatra Manuel Antonio Fernández. Precisamente, el éxito de internet y de las nuevas tecnologías es que han sabido aprovechar esos instintos innatos para potenciarlos. Nos hemos convertido en impacientes patológicos. Queremos algo y lo queremos ya, no soportamos esperar y demorar la gratificación. En resumidas cuentas, la tecnología saca a relucir nuestros instintos, incluso los menos buenos. Y añade, “esto es algo que vemos cada día en los niños pequeños. Se dejan llevar por sus impulsos y no toleran las frustraciones. Conforme crecemos vamos aprendiendo a adaptarnos al entorno y a aceptar las obligaciones que tenemos, a pesar de que no sean de nuestro agrado”.
La concentración
En muchos colegios se han incorporado ya las nuevas tecnologías y en lugar de libros, los niños estudian en el aula y en casa con su tablet. Pero hoy sabemos que las interrupciones constantes que llegan del mundo digital nos están haciendo perder la concentración en la lectura, algo que afectará sin duda a los niños que estudian en la tablet o que aprenden a leer en un ebook.
De hecho, muchos padres se preguntan por qué los niños tienen problemas para concentrarse haciendo los deberes y, sin embargo, son capaces de pasar horas jugando a la consola o usando la tablet y el móvil sin ninguna dificultad. El neuropediatra Manuel A. Fernández asegura que “tiene una explicación biológica. Los estímulos usados por los dispositivos electrónicos provocan la liberación de una serie de sustancias en nuestro cerebro que generan sensaciones de placer. La dopamina es una de las más importantes. Es una sustancia que aparece relacionada con todas las situaciones en las que hay problemas de control de impulsos: ludopatía, el Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad con las siglas de TDAH y la anorexia o la bulimia”.
Si lo que queremos es concentrarnos, debemos promover estabilizarnos en una actividad porque cada vez que la cambiamos, nuestro cerebro requiere un tiempo de adaptación. Si pasamos una hora trabajando en un tema concreto, nuestra concentración será mucho más profunda y por lo tanto, rendiremos más que si cambiamos cada 15 minutos.
De hecho, este neuropediatra advierte el experto que “esa necesidad de estímulo inmediato que tanto se ha potenciado en las últimas décadas ha permitido que nuestro cerebro busque constantemente sensaciones de placer y bienestar que en muchos casos son incompatibles con un buen nivel de aprendizaje. El aprendizaje requiere esfuerzo, tiempo, dedicación y paciencia. No siempre es gratificante. Si dejamos que un millón de interrupciones irrelevantes nos corten constantemente nuestro pensamiento y nuestra actividad, iremos reduciendo cada vez más nuestro nivel de productividad y rendimiento en todas las facetas de la vida”.