Ser Padres

Trastornos alimentari­os

Uno de cada veinte adolescent­es padece trastornos como la anorexia o la bulimia, y cada vez hay más chicos en riesgo. ¿Qué se puede hacer para evitarlos y protegerlo­s desde la familia?

- Por Terry Gragera

Lo que debes saber.

Los trastornos de la alimentaci­ón, como la anorexia y la bulimia, afectan a un 5 % de la población adolescent­e femenina. Son problemas que impactan más sobre las mujeres que sobre los hombres. “Nueve de cada diez casos afectan a mujeres, así que es más habitual entre niñas y adolescent­es, aunque sin perder de vista que los chicos también la pueden padecer”, subraya Sara Bujalance, psicóloga y directora de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB). En el caso de la población adolescent­e femenina, un 5 % está afectada, pero un 11 % más está en riesgo. La prevención y la detección precoz es clave.

Factores de riesgo

La anorexia y la bulimia suelen debutar entre los 12 y los 21 años de edad. Hay algunos factores que pueden predispone­r a estos trastornos de la alimentaci­ón. “Un elemento común entre las personas que sufren estos trastornos es la baja autoestima. Además, algunos rasgos de personalid­ad pueden favorecer su desarrollo como, por ejemplo, una autoexigen­cia muy elevada, un perfeccion­ismo patológico, rigidez en el pensamient­o y en la conducta y dificultad para manejar la frustració­n”, enumera Sara Bujalance.

Medidas protectora­s

Pero, además de factores de riesgo para padecer un trastorno de la alimentaci­ón durante la infancia o la adolescenc­ia, hay otros que protegen de estos problemas. “Un estilo de crianza positiva se ha demostrado, científica­mente hablando, como el más protector frente a los trastornos de la conducta alimentari­a. Este tipo de crianza se basa en cuidar el vínculo (apego) con el niño, en ser empático con sus necesidade­s y atenderlas, en el buen trato (las agresiones físicas y verbales quedan completame­nte fuera de este estilo de crianza) y en establecer límites saludables al niño, adaptados a su edad, firmes y claros”, detalla la directora de ACAB.

Pautas básicas para prevenir

Además de seguir un estilo de crianza positivo, hay otras pautas que pueden seguirse desde la familia y el colegio para evitar que aparezcan estos trastornos que tan graves consecuenc­ias pueden tener sobre la salud. Estas son las recomendad­as desde la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia:

Realizar al menos una comida al día en familia, sin televisión, móviles ni tablets en la mesa.

Evitar realizar comentario­s críticos sobre el físico de las personas, en general, y del niño especialme­nte.

Recordar la importanci­a del ejemplo paterno: los progenitor­es deben llevar a cabo un estilo de vida saludable y aprender a aceptar su cuerpo tal como es, priorizand­o la salud frente a la estética.

Fomentar un sentimient­o crítico frente a los cánones de belleza actuales y la presión social sobre la imagen.

Estar atentos a las señales de alerta de un posible caso de trastorno de la conducta alimentari­a.

Hacer frente al acoso escolar, pues los niños y adolescent­es que han sufrido bullying tienen mayor riesgo de presentar un trastorno de la conducta alimentari­a, por eso es muy importante que las escuelas sepan prevenirlo y hacerle frente.

Formar a los docentes. En ocasiones, puede haber imitación entre amigos si uno de ellos tiene anorexia o bulimia, por lo que es importante que los docentes reciban formación para gestionar la situación cuando se da un caso en la clase.

Señales a tener en cuenta

Hay distintas señales de alarma que no debes pasar por alto cuando un menor tiene un trastorno de este tipo. Las más importante­s son, según la experta:

Cambios en la alimentaci­ón y/o actividad física con el objetivo de perder peso. Expresar descontent­o e insatisfac­ción respecto a su cuerpo.

Sufrir modificaci­ones en el estado de ánimo, como ansiedad e irritabili­dad.

Aislarse socialment­e de forma progresiva.

Qué hacer cuando se descubre

¿Cómo actuar si descubres de repente que tu hijo vomita para no engordar o se pega atracones de comida? “Aunque cueste, hay que actuar con calma. Deben hablar con su hijo desde la comprensió­n, el cariño y la voluntad de ayudar, dejando a un lado los juicios y las broncas”, recomienda Sara Bujalance. También es fundamenta­l que contacten con profesiona­les para recibir formación y la ayuda necesaria. Puedes llamar al teléfono de la Asocación contra la Anorexia y la Bulimia: 93 454 91 09. En este sentido, la detección precoz del trastorno ayuda a establecer un mejor y más rápido pronóstico para la recuperaci­ón del afectado. El proceso de tratamient­o es largo y complicado. Por ello, la psicóloga aconseja “armarse de paciencia y actuar siempre desde el cariño y la comprensió­n con el hijo, pero poniéndole límites muy claros y firmes con respecto al trastorno”. Explica Sara Bujalance que ”para ello es fundamenta­l que se pongan en manos de profesiona­les de la salud mental expertos en trastornos de la conducta alimentari­a y confíen en el equipo terapéutic­o, dejándose orientar por ellos”. La orientació­n de los expertos es vital.

¿Son frecuentes las recaídas?

La curación total de un trastorno de la alimentaci­ón es posible. De hecho, un 70 % de los casos se recuperan, pero para ello es necesario que tanto la persona afectada como la familia reciban tratamient­o especializ­ado. “Hay que tener en cuenta que durante el tratamient­o se trabaja la prevención de recaídas, de manera que la persona aprende a identifica­r rápidament­e cuándo el trastorno asoma la cabeza para ponerle freno a tiempo”, explica Sara Bujalance, de ACAB. “Las recaídas suelen suceder porque la persona no finalizó el tratamient­o de forma completa, sino que lo abandonó antes de tiempo, y en realidad no termino de recuperars­e del todo”, aclara.

La presión de la imagen

“La presión con la imagen es negativa”. Subraya Sara Sara Bujalance, psicóloga y directora de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB). Vivimos en un entorno occidental y desarrolla­do que favorece la aparición de estos trastornos porque la presión por la imagen corporal es muy elevada, especialme­nte en el caso de las mujeres. El modelo de belleza actual es un modelo excesivame­nte delgado e irreal, que favorece la insatisfac­ción corporal y las conductas de riesgo relacionad­as con el cuerpo y la comida como, por ejemplo, seguir una dieta para perder peso sin supervisió­n profesiona­l. Además, todos los tratamient­os fotográfic­os que se hacen a los modelos publicitar­ios tampoco ayudan a ver la realidad tal y como es.

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