Deberes, ¿sí o no?
Tanto sus defensores como sus detractores coinciden en que no deben ser meras repeticiones de lo aprendido en clase, pero ¿dónde está el límite?
“Preservar la felicidad familiar pasa por contar con más tiempo de ocio”
Padres y profesores debemos asumir que el modelo educativo tiene que evolucionar, que no debe seguir basándose en ejercicios repetitivos sino en deberes más lúdicos. Apuesto por tareas como la lectura o simplemente en que sean observadores en sus excursiones y paseos. Los deberes que solo buscan el esfuerzo porque sí, las horas de sacrificio copiando páginas de un libro de texto, son terribles. Las familias, los horarios, los trabajos no son como los de antes. Vivimos más deprisa y apreciamos mucho el poco tiempo libre que nos queda. No creo que sea egoísta querer tener una tarde relajada con mis hijos después de la tensión del trabajo y del colegio. Creo que preservar nuestra felicidad y la de nuestra familia es importante y pasa por poder tener todos más tiempo de ocio. Cuando los padres quieren que su hijo disfrute de tiempo para jugar están protegiendo su infancia. Estoy en contra de los padres ‘helicóptero’, que están más preocupados con que sus hijos realicen muchas actividades, muchos deberes, que sean muy competitivos y que no fallen nunca pretendiendo que se conviertan en adultos en miniatura.
Estamos pendientes de los deberes y exámenes de nuestros hijos no por sobreprotección, sino porque de ellos depende la organización del hogar: que debamos quedarnos la tarde en casa o podamos acudir al pediatra o al súper.
“Culpamos a los deberes en lugar de a nuestros trabajos o a las extraescolares”
Actualmente se mandan menos deberes que hace unos años, y cada vez menos. Los deberes no son malos (ni existe ningún estudio que lo demuestre) siempre que cumplan tres reglas: que sean proporcionales en cantidad y tiempo a la edad de los niños, que aporten algo diferente a lo visto en el aula y que estén organizados por el colegio, para que un día no se encuentren con tareas de cuatro asignaturas y al siguiente con ninguna.
Aunque todavía quedan centros escolares sin equilibrio en la distribución de los deberes (o con deberes tan inútiles como copiar en el cuaderno lo que dice el libro), lo normal es que se trate de actividades que refuerzan lo aprendido.
Yo, como padre, prefiero que mis hijas tengan que leer unas páginas de un libro, la prensa o comentar algún documental que verlas sentadas frente a la tele.
En algunos casos los padres están sobreocupados o han sobreocupado a sus hijos con actividades extraescolares innecesarias, para rellenar las horas que no les pueden dedicar, y acaban culpando a los deberes y al colegio de no tener tiempo para disfrutar de sus hijos.
Por otro lado, los niños no necesitan de la ayuda de sus padres (ni que les hagan la agenda) para realizar sus tareas. Si les acostumbran a tener “secretarios” difícilmente van a crecer por sí mismos.