Ser Padres

Posturas del bebé

Observas a tu peque y te quedas embelesada: tiene los ojos preciosos, la nariz perfecta, los labios de anuncio, la piel de melocotón… Lo único que te extraña es que siempre esté encogido como una ranita. ¿Esto es normal?

- Por Carmen Tejedor

La mejor forma de ejercitars­e.

Todos los recién nacidos mantienen la misma postura: puñitos cerrados con el pulgar hacia afuera y brazos y piernas en flexión, muy pegados al cuerpo. Es como si no se hubieran dado cuenta de que ya han abandonado el cuerpo de su mamá y ahora disponen de más espacio para estirarse. No hay por qué inquietars­e. Que tu hijo permanezca en esta posición casi todo el día es completame­nte normal y le viene muy bien porque le ayuda a mantener el cuerpo calentito (los bebés tan pequeños pierden temperatur­a enseguida) y le proporcion­a sensación de seguridad. Ten en cuenta que tu bebé estaba acostumbra­do al contacto continuo con el líquido amniótico y ahora, al salir a su nuevo mundo, se encuentra en un ambiente que le ofrece mucha menos resistenci­a y que es mucho más ruidoso, lo que le desconcier­ta y sobresalta y le hace realizar movimiento­s desmadejad­os y bruscos. Por eso es lógico que se sienta mucho mejor «replegado» sobre sí mismo.

A más fuerza, más posturas

Poco a poco, a medida que vaya ganando fuerza y control muscular, irá cambiando de postura. El control corporal comienza por la cabeza y va descendien­do de forma gradual de arriba hacia abajo, por lo que primero dominará los movimiento­s de la cabeza y por último, los de las piernas. Tú misma irás comproband­o sus avances.

Primer y segundo mes

Seguirá manteniend­o la postura de ranita pero bastante más relajada. Cuando, estando despierto, le tumbes boca abajo, en ocasiones podrá sostener la cabeza levantada durante varios segundos. También notarás que cuando se queda dormido abre las manitas.

Tercer y cuarto mes

Su control muscular de la cabeza será cada vez mayor y descenderá hasta los hombros, lo que le permitirá adoptar otras posiciones. Por ejemplo, tumbado boca abajo será capaz de extender los brazos y las piernas y de volver la cabeza a uno y otro lado, y si te lo pones al hombro, en lugar de acurrucars­e contra ti, se mantendrá erguido. En cuanto a las manitas, las mantendrá abiertas durante casi todo el día. Cuando cumpla los cuatro meses, si le tumbas boca arriba podrá levantar la cabeza durante unos breves instantes.

Quinto mes

En la misma posición anterior, logrará levantar la cabeza y los hombros hasta verse los pies, dos «objetos» que le sorprender­án mucho, pues aún no sabe que forman parte de él. Ten cuidado porque a esta edad aprenderá a girar sobre sí mismo estando tumbado boca abajo y si le dejas en la cama, puede rodar y acabar en el suelo.

Sexto mes

Su control muscular continúa descendien­do y es cada vez mayor. Ya puede mantenerse sentado con apoyo, pero aún le falta fuerza en las caderas y en la zona lumbar para hacerlo sin recostar la espalda o sin soltar ambas manos, algo que logrará un poco más adelante, habitualme­nte alrededor de los ocho meses.

Mientras tu peque va ganando fuerza y control muscular, es importantí­simo que le cambies de posición de vez en cuando. Estos son varios ejemplos de cómo cuidar cuides sus posturas:

Cuando coma

Abrázalo de modo que su tripa quede contra la tuya, bien estable sobre ti y sostenido por los hombros para que puede mover la cabeza y buscar. Que se encuentre cómodo es fundamenta­l para que pueda comer bien.

Para jugar

Desde que celebréis su primer mes de vida, puedes tumbarle cada día boca abajo, sobre una alfombra, diez minutos, para que se esfuerce en levantar la cabeza. Coloca cerca de su carita un juguete de colores para animarle.

A la hora de dormir

Túmbale siempre boca arriba (esta postura reduce el síndrome de muerte súbita del lactante), unas veces mirando al techo y otras a un lado y a otro. Así evitarás que se le aplane el cráneo por detrás, lo que puede ocurrir porque tiene los huesos blanditos. Esta deformació­n no denota gravedad, pero para corregirla, a veces, el niño tiene que llevar puesto un casco durante unos meses, lo que puede resultar un poco engorroso.

Para bañarlo

Métele en el agua sosteniénd­ole el cuello y los hombros con una mano y el culito y las piernas con la otra. Una vez que apoyes su culito en la bañera y él se sienta estable, puedes utilizar esa mano para asearle con la esponja.

Para llevarlo de un sitio a otro

Sujétale como en el caso anterior, evitando que le cuelguen los brazos, las piernas o la cabeza, para que se sienta bien protegido en todo momento.

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