Un monstruo viene a verme
Nicolás era un niño al que no le gustaba dormir solo. Cada vez que le tocaba acostarse llamaba a sus papás muy asustado. -¡Papá, mamá, que viene el monstruo! -gritaba el pequeño a sus padres.
-Nicolás, ya sabes que los monstruos no existen -le insistían una y otra los padres a su hijo. Pero Nicolás no se quedaba nunca conforme y seguía llamándoles una y otra vez. Lloraba y no entendía por qué sus papás no podían quedarse a dormir con él en el cuarto o irse él a su dormitorio.
Un día, los padres de
Nicolás llegaron a casa con una sorpresa para el pequeño. Era un paquete cuadrado envuelto con un precioso lazo rojo.
-¿Qué hay dentro?
-preguntó Nicolás.
- Ábrelo y lo sabrás,
-contestaron sus padres. Es un regalo que te ayudará a no tener miedo por las noches .
Nicolás estaba muy intrigado por saber qué podía haber ahí dentro que hiciera que no volviera a tener miedo nunca más. Le parecía increíble que algo tan pequeño escondido en esa caja fuera capaz de acabar con sus grande y temido mounstruo. El pequeño deshizo el lazo con prisa y abrió rápidamente el paquete para ver lo que había dentro.
- ¡Pero mamá, si es un pequeño dinosaurio! -exclamó el niño enfadado.
- Este dinosaurio es muy especial -le explicó el padre. ¿Ves ese botón que hay ahí debajo? Si lo pulsas, el dinosaurio se ilumina como una bombilla y el monstruo se asustará mucho al verlo y no querrá entrar en tu cuarto. Además, contar con esta luz encendida por la noche te ayudará a conciliar bien el sueño y a no asustarte por la oscuridad.
- También hemos comprado otra pequeña luz nocturna para poner en el enchufe del pasillo -añadió su mamá. Dejaremos siempre tu puerta abierta cuando te vayas a acostar y esa luz encendida. Así, podremos escucharte mejor siempre que nos necesites y tu podrás ver que no hay ningún monstruo en el pasillo. Nicolás, a pesar de que no se quedó muy conforme con las explicaciones de sus padres, intentó probar a encender la luz del dinosaurio esa noche. Aunque llamó a sus papás un par de veces antes de quedarse completamente dormido, se sintió más calmado al saber que contaba con un aliado en su cuarto y que papá y mamá siempre acudirían a ver si estaba bien si en algún momento se sentía intranquilo. Al cabo de unos días, dejó de llamarlos y el dinosaurio fue su mejor compañía.