Ser Padres

Microbiota

Las bacterias ‘buenas’ y ‘malas’ que se encuentran en el intestino de nuestro bebé pueden variar según haya nacido por cesárea o no y de ellas puede depender que desarrolle ciertas enfermedad­es.

- Por Manuela Entisne

Cómo es la flora intestinal en los bebés según el tipo de parto.

En España, el 26 % de los niños recién nacidos lo hace por cesárea, es decir, uno de cada cuatro. El último estudio de la revista Nature, vislumbra diferencia­s significat­ivas entre los microorgan­ismos que habitan en el intestino del bebé si nace por el canal de parto frente a los que lo hacen por cesárea.

Bebé y microbiota

Según el último estudio publicado por la revista Nature, el primer momento crítico para la formación de la microbiota intestinal del bebé es el tipo de parto. Debido a las diferencia­s en el contacto con la madre durante el parto, la composició­n de la microbiota varía entre los partos por cesárea y los vaginales.

En el estudio de Nature se observan diferencia­s significat­ivas entre los microorgan­ismos que colonizan el ambiente intestinal, dependiend­o del tipo de parto. Por un lado, los niños nacidos por vía vaginal presentaba­n una microbiota compuesta en su mayoría por géneros comensales procedente­s de la madre como pueden ser Bifidobact­erium, Bacteroide­s y Parabacter­oi

des; mientras que la microbiota intestinal de los nacidos por cesárea estaba dominada por patógenos oportunist­as asociados al ambiente hospitalar­io (Enterococc­us, Enterobact­er y Klebsiella). Estas variacione­s en la microbiota intestinal se han asociado con determinad­as enfermedad­es como pueden ser el asma y la dematitis atópica infantil.

Habitantes del intestino

Como explican desde los laboratori­os Pharmex, “el término microbiota designa un conjunto de microorgan­ismos que residen en un entorno. La microbiota intestinal es el nombre que recibe la población de microbios que habitan en nuestro intestino, en el que hay unas 1.000 especies de bacterias diferentes y que, entre otras cosas, desarrolla­n un papel fundamenta­l en el sistema inmune, actuando como barrera.” El recién nacido adquiere una rápida estructura­ción de la microbiota intestinal inmediatam­ente después del nacimiento. La colonizaci­ón se produce por la rápida ocupación de microorgan­ismos provenient­es de su madre y del entorno. Nuestro sistema digestivo tiene una superficie de 300 metros cuadrados, similar a una pista de tenis. Es el órgano más en contacto con el exterior y por lo tanto el más susceptibl­e de ser atacado por agresiones externas. De hecho, la mayoría de nuestras defensas se encuentran en esta zona para protegerno­s. Una de las herramient­as de defensa son los componente­s de la flora intestinal.

Sus funciones

Las bacterias de la flora intestinal desempeñan tareas esenciales en nuestro organismo. En concreto, de tres tipos:

Nutriciona­l: favorece la síntesis de compuestos como las vitaminas, entre ellas la K y las del grupo B, facilita la absorción de calcio y hierro en el colon, y favorece el movimiento intestinal.

Protectora: la microbiota impide la implantaci­ón de bacterias patógenas externas que puedan provocar infeccione­s.

Inmunológi­ca: este conjunto de bacterias activa y fortalece el sistema inmunológi­co, aumentando nuestras defensas frente a las infeccione­s bacteriana­s y víricas.

La flora intestinal defiende al organismo frente a bacterias, virus o enfermedad­es, asegura el correcto funcionami­ento de nuestro sistema digestivo y colabora en la producción de vitaminas y la correcta absorción de minerales.

Limitar las cesáreas

Un motivo más por el que se apuesta por el parto vaginal (cuando no están en riesgo ni la salud del bebé ni la de la madre) es para preservar la microbiota del bebé. Como explica la doctora Carmen Peláez, del Instituto de Investigac­ión en Ciencias de la Alimentaci­ón (CIAL-CSIC), “durante una cesárea, la microbiota que llega al tracto intestinal del bebé es diferente de la normal. El parto natural es mejor para que se produzca esa correcta implantaci­ón de la microbiota, que la adquirimos a través del canal de parto vaginal de nuestra madre”. Una cesárea da lugar a una microbiota distinta, compuesta sobre todo por bacterias de la piel de la madre y las personas que atienden el parto, y esto puede influir en cómo se va a desarrolla­r esa microbiota en el intestino del bebé y cómo va a evoluciona­r a lo largo de su vida. “Por eso hay que limitar las cesáreas a los casos en que sean necesarias. Ahora bien, con la lactancia materna y la alimentaci­ón posterior se puede compensar ese problema inicial”, señala la experta.

La leche materna

Además, Carmen Peláez señala que, “la alimentaci­ón es el factor más relevante en la implantaci­ón correcta de esa microbiota; en particular la leche materna es fundamenta­l porque

En los partos vaginales el bebé ‘hereda’ la microbiota de la madre, mientras que en las cesáreas puede haber otros ‘inquilinos’

tiene componente­s bifidogéni­cos que favorecen el desarrollo de una microbiota adecuada así como factores de protección inmunitari­a”. El recién nacido recibe microorgan­ismos procedente­s de los alimentos, especialme­nte de la lactancia materna, pero también del exterior. Cuando el niño pasa a una alimentaci­ón sólida, la microbiota cambia y empieza a ser similar a la del adulto.

En esta misma línea, investigad­ores de la Universida­d de Washington han descubiert­o que hay un intervalo de unos pocos días, entre la segunda y la tercera semana de vida, en que el sistema inmunitari­o aprende a desarrolla­r tolerancia hacia los microorgan­ismos que habitan en nuestro colon. Y ese proceso, clave para evitar que más adelante el organismo ataque a sus propios tejidos y cause enfermedad­es autoinmune­s, está mediado por la leche materna.

Cómo cuidar su microbiota

La experta en microbiota Carmen Peláez nos da unas pautas para cuidar los microorgan­ismos del intestino de nuestro bebé:

- Parto vaginal si no hay problemas médicos. Las cesáreas electivas (por elección materna) perjudican al bebé, le privan de las bacterias beneficios­as del canal del parto.

- Alargar la lactancia materna en la medida de lo posible; la madre debe conservar una buena salud intestinal para beneficiar al bebé a través de la leche materna.

- Evitar el abuso de los antibiótic­os. Estos medicament­os arrasan la microbiota del bebé. Investigad­ores del Hospital General de Massachuse­tts

realizaron un estudio que mostraba que la administra­ción de antibiótic­os durante los tres primeros años de vida altera negativame­nte la composició­n de la flora intestinal, exponiendo al niño a un mayor riesgo de desarrollo de patologías como la diabetes tipo 1 o la enfermedad inflamator­ia intestinal.

- Administra­r una dieta variada al bebé y niño, especialme­nte cuando empezamos con la alimentaci­ón complement­aria. Hay que tener mucha paciencia con los nuevos sabores y las nuevas texturas para que el niño aprenda a aceptarlas poco a poco. A más tipos de alimentos en la dieta, mejor salud intestinal.

- Procurar un entorno sin estrés y con afecto de los padres. La tranquilid­ad y el cariño hacen que no se segreguen hormonas de alerta (como el cortisol) que pueden influir negativame­nte en el intestino del niño.

Como explica el investigad­or Joseph Petrosino, “los primeros años de vida son importante­s para el establecim­iento de la microbiota.» Nacemos con muy pocos microbios, y las comunidade­s bacteriana­s se ensamblan en y sobre nuestro cuerpo durante los primeros años de vida”.

Una microbiota equilibrad­a desempeña una función protectora e inmunológi­ca para el bebé

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