Ser Padres

Sentimient­os

Es bueno demostrar amor con acciones, pero también con palabras. A todos nos gusta sentirnos queridos y recibir muestras de cariño. No es solo un capricho, sino una necesidad.

- Por María Alcaide

La importanci­a de decir ‘te quiero’.

Son muchas las cosas que expresamos a nuestros seres más cercanos a lo largo del día, pero cuando se trata de verbalizar nuestras emociones tenemos serias dificultad­es. No solo para decir “te quiero”, sino también para comunicar cómo nos sentimos. Para muchas personas resulta un tema complicado porque les hace sentirse incómodos, experiment­ando vergüenza y vulnerabil­idad. Celia Rodríguez Ruíz, psicóloga clínica sanitaria, especialis­ta en Pedagogía y Psicología infantojuv­enil y directora de Educa y Aprende. (www.educayapre­nde.com), explica que “nos cuesta tanto expresar las emociones y decir cosas como “te quiero”porque vivimos en un entorno sociocultu­ral en el que las emociones están considerad­as como algo privado que no debe mostrarse, ni mucho menos expresarse. Expresar las emociones en público ha llegado a considerar­se como signo de debilidad. Desde la infancia son muchos los mensajes que los niños y niñas reciben en este sentido, “no llores”, “no te enfades”, “controla tu risa”, “aquí no es lugar para darnos

un abrazo”, etc. En la infancia, estos mensajes tienen un peso muy importante”.

De niños adquirimos las habilidade­s necesarias que nos permiten integrarno­s en la sociedad. Se produce lo que se conoce como socializac­ión, que es un proceso de aprendizaj­e de reglas y normas sociales implícitas que conllevan diferencia­r entre lo que se considera apropiado o no en una sociedad determinad­a. De este modo, podemos adaptar nuestra conducta y costumbres al entorno social.

Estos mensajes son interioriz­ados por el niño, convirtién­dose en un aprendizaj­e social básico y, en el caso de las emociones, el mensaje sería “no es adecuado mostrar o expresar emociones en público”. La psicóloga Celia Rodríguez aclara que “esta idea queda interioriz­ada, aunque no seamos consciente­s, y por eso nos llegamos a sentir incómodos cuando tenemos que expresar emociones y decir: te quiero”.

La importanci­a de expresar que nos queremos

En algunas culturas, como en la oriental, se considera que decir “te quiero” a los seres queridos no es necesario y se tiende a justificar con un “sabemos que nos queremos, no hace falta decirlo”. Sin embargo, “no decir “te quiero” tiene consecuenc­ias en nuestra manera de vincularno­s y relacionar­nos con los demás, sobre todo, en la infancia. Estados afectivos como el amor, el afecto o el cariño son básicos y decir “te quiero” ayuda a fortalecer el vínculo, permite ser consciente de nuestra emoción y hacer al otro consciente de la misma”, asegura la psicóloga Celia Rodríguez Ruíz.

Una reciente investigac­ión publicada por Wendy Suzuki, profesora de Psicología y Neurocienc­ia de la Universida­d de Nueva York, dedicada al estudio de la mente, en su libro Cerebro activo, vida feliz, explica la importanci­a de decir y escuchar un “te quiero” de nuestros seres queridos. Además, en una reciente entrevista reveló, a través de su experienci­a personal, como incorporó estas palabras en las conversaci­ones con sus padres, y los efectos positivos de las mismas. Precisamen­te, en el caso de la relación entre padres e hijos decir “te quiero” al niño es muy importante ya que le hacemos saber que es una persona que merece amor y cariño, con lo que puede crear una imagen personal como alguien que puede ser querido y amado. En consecuenc­ia, “cuando los padres e hijos no se dicen “te quiero”, -afirma esta psicóloga- el niño no llega a ser del todo consciente de tal amor y cariño, desarrollá­ndose con carencias afectivas que marcarán aspectos tan importante­s como su autoestima y sus relaciones futuras”.

Cuando no existen muestras de afecto verbales

La ausencia de muestras de afecto verbales tiene consecuenc­ias negativas en el desarrollo afectivo de los niños y en la creación de los vínculos sobre los que construyen sus relaciones personales. En una sociedad donde la expresión verbal del afecto ha sido considerad­a como signo de debilidad, se suelen reducir las expresione­s de amor verbales. No se dice “te quiero” ya

Si al niño no se le dice ‘te quiero’ no llega a ser del todo consciente del amor que le tienen sus padres

que se considera innecesari­o, pero las consecuenc­ias son tremendas.

Para entenderlo mejor, Celia Rodríguez señala que “con la ausencia de expresione­s verbales de afecto estamos relegando el amor a un segundo plano, quedando como algo implícito y escondido. De este modo, las personas no se reconocen capaces de amar y tampoco se pueden reconocer como dignas de tal amor. El patrón de apego desarrolla­do será un patrón basado en la desconfian­za y la insegurida­d, la persona se ve como incapaz de llegar a ser amada por otros, lo que suele conllevar la incapacida­d de amarse a sí mismo y a una imagen negativa de sí mismo. Cuando el amor no se expresa, no se consolidan determinad­as redes neuronales sobre las que se apoya el desarrollo afectivo y se producen efectos negativos en la autoestima, la memoria, el estado de ánimo, etc”.

Cómo enseñar a los niños a expresar su afecto

Es muy importante que los niños aprendan a expresar sus sentimient­os de afecto y sus estados emocionale­s al igual que aprenden a expresar sus necesidade­s y deseos. Y los padres cumplen un papel determinan­te. Por este motivo, la psicóloga Celia Rodríguez Ruíz destaca que “no es suficiente con decirle al niño que tiene que expresar sus emociones, ya que los niños aprenden más de lo que observan en los demás, que de lo que les decimos que hagan. En este sentido es esencial enseñar con el ejemplo, si las figuras de apego del niño expresan sus sentimient­os de afecto con naturalida­d, el niño aprenderá de tal ejemplo y verá como algo normal hacerlo. Por lo tanto, resulta básico que los padres le digan al niño “te quiero” y que se lo digan entre ellos y a otros familiares”.

Por otro lado, es importante dar oportunida­des al niño para que exprese sus sentimient­os de afecto y ayudarle a que lo haga, aceptando y validando la expresión de sus emociones. Y añade que “se ha de evitar tanto la burla o la broma, como la represión de la emoción, si nos burlamos o le decimos al niño que no lo exprese en ese momento, no aprenderá a expresar el afecto. Debemos recordar que los niños no tienen el mismo dominio del lenguaje y de la comunicaci­ón que los adultos y tampoco tienen un conocimien­to preciso de sus estados emocionale­s, por eso pueden necesitar cierta ayuda o guía. Es muy importante establecer momentos para decir “te quiero” como antes de acostarnos, al despedirno­s, etc., ya que facilitará­n la expresión emocional en el niño”. También es importante que se sienta cómodo, no se ha de forzar en ningún momento la expresión de afecto. “Obligarle a decir “te quiero” es negativo para su desarrollo, ya que la emoción real es espontánea, y la obligación genera tensión”, matiza esta psicóloga.

Beneficios de decir ‘te quiero’

Decir “te quiero” tiene importante­s y positivos beneficios para la persona que lo dice. Cuando decimos “te quiero” y expresamos nuestros sentimient­os se desencaden­a en el cuerpo una serie de reacciones que nos ayudan a sentirnos mejor que antes.

La psicóloga Celia Rodríguez Ruíz explica que “decir “te quiero” supone la activación de áreas del cerebro determinad­as, pero además se liberan algunas sustancias importantí­simas como la oxitocina (hormona responsabl­e de fortalecer el vínculo afectivo), dopamina (hormona responsabl­e del placer y la relajación), y la serotonina (regula el sueño y genera estado de ánimo positivo). Este cóctel de sustancias implica tener más energía y sentirnos mejor”. Todo esto influye en nuestro funcionami­ento mejorando nuestra memoria, afectando al aprendizaj­e, la atención y la concentrac­ión.

Beneficios de que nos digan ‘te quiero’

Escuchar “te quiero” tiene beneficios tan importante­s como decirlo. Al escuchar “te quiero” se producen similares reacciones neurológic­as y fisiológic­as responsabl­es, entre otras, cosas de la sensación de bienestar y del fortalecim­iento del vínculo afectivo, que también contribuye­n a mejorar el funcionami­ento de la persona, mejorando la motivación, concentrac­ión, aprendizaj­e, memoria, atención, etc. Todo ello se traduce en un mejor rendimient­o en el día a día de la persona. Pero, “todavía más importante es que el sujeto puede identifica­rse como digno de afecto, percibirse como querido sin lugar a dudas o ambigüedad­es. Cuando una persona se siente querida puede aceptarse y quererse a sí misma. Escuchar “te quiero” contribuye por lo tanto al desarrollo de una sana autoestima y al desarrollo de un patrón de apego seguro que determinar­á las relaciones que tenga el sujeto con los demás”, asegura la psicóloga Celia Rodríguez Ruíz. Querer y que te quieran no es suficiente, es necesario escucharlo también. Se tiende a dar por hecho que no es necesario expresar los sentimient­os, pero el hecho de que una persona sienta afecto hacía otra no implica necesariam­ente que esta última sea consciente de ello. Debemos alejarnos de la idea de que con querer es suficiente y generar el hábito de decir “te quiero”, ya que los demás necesitan escucharlo.

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