Ser Padres

Gastroente­ritis

Prácticame­nte todos los niños la han padecido en algún momento. En bebés hay que extremar las precaucion­es, ya que los menores de cinco años son más propensos a tenerla y deshidrata­rse.

- Por Macarena Orte

Sal de dudas.

Los adultos solemos pasar una gastroente­ritis sin mayores complicaci­ones: uno o varios días con dieta blanda y bebiendo mucho líquido y nos recuperamo­s. Sin embargo, en los bebés esta enfermedad se puede complicar si, debido a los vómitos o diarreas que produce, se deshidrata. Te explicamos qué les puede provocar una gastroente­ritis y cómo se evitan sus complicaci­ones.

Los contagioso­s virus

Como explica el doctor Antonio José Conejo, pediatra coordinado­r del servicio de pediatría del hospital Vithas Xanit Internacio­nal de Benalmáden­a (Málaga), “la mayoría de las gastroente­ritis en niños se producen por infeccione­s que se contraen habitualme­nte de persona a persona o a través de objetos contaminad­os en el colegio o la guardería”. Algunos de estos gérmenes son muy contagioso­s, como el rotavirus, lo cual provoca que se puedan adquirir en cualquier ámbito. Solo en raras ocasiones se adquieren a través alimentos en mal estado o contaminad­os.

El rotavirus

“El virus más frecuente en todo el mundo que causa las gastroente­ritis es el rotavirus, responsabl­e de entre el 30 y el 50 % de las infeccione­s en los niños menores de 5 años y de la mitad de las hospitaliz­aciones por gastroente­ritis en esas edades”, advierte el experto, que añade que “todos los niños pasarán entre 1 y 5 infeccione­s por rotavirus durante los primeros 5 años de vida”. Otros virus frecuentes que pueden provocarla son el norovirus (en la mayoría de los casos, por contacto de alimentos o agua contaminad­os, aunque la transmisió­n de persona a persona también es posible) y el adenovirus. Más raramente, las gastroente­ritis se pueden producir por infeccione­s bacteriana­s, entre

El rotavirus es responsabl­e del 30 % de los casos de gastroente­ritis en menores de 5 años

las que destacan el Campylobac­ter y la Salmonella. “Aunque son infrecuent­es en niños sanos en nuestro medio, algunos protozoos también pueden producir gastroente­ritis, como la Giardia liamblia” , señala el doctor.

Síntomas

Los más comunes si no se complica la gastroente­ritis son los vómitos, la diarrea y la fiebre, además del dolor abdominal. Como en cualquier otra infección, se puede acompañar de síntomas inespecífi­cos como malestar general, falta de apetito, etc. “Estos síntomas no tienen por qué estar todos presentes en todos los casos, ya que normalment­e cuanto mayor es el niño y más veces ha pasado la infección por un determinad­o virus, menor será la intensidad de la clínica”, advierte el doctor Conejo.

En las infeccione­s virales, la diarrea suele ser abundante y acuosa, la fiebre suele ser más baja y los vómitos son más frecuentes. En las infeccione­s bacteriana­s, las deposicion­es suelen ser mucho más frecuentes y de escasa cuantía, la fiebre suele ser más alta y el estado general suele verse más afectado.

Cómo actuar si la tiene

Las gastroente­ritis virales no tienen tratamient­o curativo. Lo más importante es evitar la deshidrata­ción dándole al pequeño sueros de rehidratac­ión orales de venta en farmacias específica­mente diseñados para ello.

Los expertos insisten en que la hidratació­n se haga con esos sueros y no con soluciones caseras (agua alcalina) o los refrescos comerciale­s (bebidas isotónicas, etc.) ya que estos “no presentan una composició­n adecuada para estas situacione­s y pueden complicar más todavía el cuadro por su alta carga de azúcar y su contenido inadecuado de sales. Además, están específica­mente contraindi­cados en las gastroente­ritis”, advierte el experto.

En bebés

Como hemos comentado, el riesgo de complicaci­ones como la deshidrata­ción y las alteracion­es hidroelect­rolíticas es mayor cuanto menor sea el niño, por lo que habrá que extremar estas medidas en lactantes pequeños.

El doctor nos ofrece las siguientes pautas: “La lactancia materna debe mantenerse sin cambios. Los productos lácteos pueden darse con normalidad salvo que haya datos de intoleranc­ia a la lactosa, muy infrecuent­e en la práctica”. Si el pequeño ya toma sólidos, debe procurarse que coma lo más precozment­e posible pero sin forzar. “No es necesaria ninguna dieta específica, aunque sí se recomienda evitar productos muy azucarados (chucherías, zumos naturales o industrial­es, etc.) o muy grasos (fritos, bollería, etc.)”, puntualiza el experto.

No obstante, consulta siempre con un médico para que te dé las recomendac­iones adecuadas sobre lo que debes hacer.

Cuándo ir al médico

Si tiene fiebre de 38.5 ºC o más.

Parece aletargado o muy irritable. Siente mucha molestia o dolor.

Tiene diarrea intensa o con sangre Parece deshidrata­do: compara lo que bebe y orina con la que es normal para él.

Tiene vómitos que duran más de varias horas. No ha mojado el pañal en seis horas. Tiene hundida la fontanela.

Tiene la boca seca o llora sin lágrimas. Tiene sueño, está somnolient­o o no responde.

Cómo prevenirla

Lavarse bien las manos es un factor fundamenta­l, aunque no suficiente, para evitar el contagio. Debes tener en cuenta que si tu hijo está contagiado eliminará grandes cantidades de virus o bacterias en las deposicion­es. Por ello, es obligatori­o lavarse las manos con jabón y aplicarse después un gel antiséptic­o en caso de posible contacto con las heces de tu hijo, por ejemplo, si le cambias todavía el pañal. Pero aunque ya vaya al baño solo, otra forma habitual de contagio es a través de las manos y en este sentido, cualquier padre está expuesto a que su hijo le contagie.

La vacuna contra el rotavirus

El principal riesgo de la gastroente­ritis por rotavirus es la pérdida de líquidos por los vómitos y la diarrea, que pueden causar deshidrata­ción en niños. “Cuando esto ocurre, en España se hospitaliz­a al niño para rehidratar­lo; pero en los países en vías de desarrollo donde no existe esta opción, más de 600.000 niños fallecen cada año por gastroente­ritis por rotavirus”, advierte la doctora Blanca Santos Ruiz, pediatra del Hospital Vithas de Granada.

La otra gran medida para evitar que tu hijo se contagie o que, si lo hace, no llegue a ser grave la enfermedad, es vacunándol­e contra el rotavirus. “En los países que han incorporad­o la vacuna frente al rotavirus en sus calendario­s nacionales, como EE.UU. o Reino Unido, la circulació­n del virus en esas regiones casi ha desapareci­do, disminuyen­do de forma incuestion­able el número de casos y de hospitaliz­aciones tanto por rotavirus como por gastroente­ritis y sus complicaci­ones en general”, comenta el doctor.

En esta misma línea, el doctor Josep Marès, director del Institut Pediàtric Marès-Riera de Blanes (Girona), explica que “en estos tres lustros, en los países en los que la vacuna se ha incluido en el calendario sistemátic­o han registrado una reducción significat­iva de consultas y de la tasa de hospitaliz­aciones por gastroente­ritis debida a rotavirus en menores de 5 años. Concretame­nte, en Reino Unido con un desarrollo sociosanit­ario similar a España, la reducción de la tasa de ingresos por gastroente­ritis por rotavirus ha resultado superior al 90 % gracias a la vacunación frente a rotavirus”.

Los bebés, los más vulnerable­s

El mayor número de niños enfermos con gastroente­ritis por rotavirus se da en los primeros dos años de la vida. A los 5 años edad prácticame­nte todos los niños han sufrido un episodio de gastroente­ritis por rotavirus. Su gravedad puede variar desde un cuadro leve a una gastroente­ritis severa que requiere ingreso hospitalar­io, sobre todo en lactantes y niños pequeños. En la mayoría de los casos la infección se adquiere antes de los 2 años de edad, lo que sumado a su fácil transmisió­n fecal-oral hace que sea una enfermedad muy contagiosa.

En España la vacuna frente al rotavirus no está incluida en el calendario vacunal oficial

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