La importancia de la nutrición en los 1.000 primeros días de vida
La nutrición afecta al desarrollo del niño desde el momento en que es concebido. Y las pautas de alimentación durante los 1.000 primeros días de vida son cruciales en su desarrollo.
Los 1.000 primeros días de vida de una persona se miden desde el inicio del embarazo hasta los dos años, etapa en la que se produce el mayor crecimiento y desarrollo del organismo. Dentro de este fenómeno cobra una gran importancia la microbiota intestinal, es decir, la población de microbios que habitan en los intestinos. Su formación y las alteraciones que se puedan producir en las primeras etapas, se reflejarán en el desarrollo de patologías en etapas posteriores.
Las enfermedades no transmisibles (ENT)
Las enfermedades no transmisibles son aquellas patologías crónicas no infecciosas que avanzan lentamente pero durante largos períodos de tiempo. Entre ellas se incluyen las enfermedades cardiovasculares, alergias, diabetes o enfermedades pulmonares crónicas. De momento, se ha averiguado que los efectos de la nutrición temprana tendrían una gran relevancia en el desarrollo de la obesidad y las afecciones anteriormente citadas.
Por tanto, seguir unos patrones de nutrición adecuados, es una estrategia de prevención temprana prioritaria para la comunidad médica con el fin de reducir la probabilidad de que aparezcan ENT. Y es que, durante estos 1.000 primeros días es cuando la composición de los genes de las personas es más flexible y, por tanto, más susceptible de modificarse en función de los factores ambientales.
¿Influye la nutrición del padre?
Sí. La situación nutricional de la madre y el padre en el momento de la concepción influyen en el futuro desarrollo de ENT. Hasta hace unos años, los médicos dejaban esta variable en un segundo plano o la ignoraban, pero se ha demostrado que el estado de salud del padre, con especial atención a la nutrición, influye en el desarrollo del bebé.
Esto sucede porque la carga genética que se transmite de padres a hijos se expresará de una manera diferente en el bebé en función del estado de salud de los dos progenitores. Por ello, los expertos recomiendan que el hombre con
trole su nutrición y actividad física para mantener un buen estado de salud antes de la concepción.
Nutrición en los primeros años
La microbiota materna es el primer aspecto que tiene impacto sobre el desarrollo de la microbiota del bebé, pero su desarrollo final también viene influido por otros factores ambientales como el tipo de parto, el uso de antibióticos y la alimentación tanto de la madre como del lactante. Y es que, hasta el final de los tres años, la alimentación que siga el bebé es fundamental: de ella dependerá la maduración de su sistema inmunitario, el establecimiento de su metabolismo y el desarrollo de su fisiología intestinal. La OMS recomienda la lactancia materna en exclusividad y a demanda hasta los seis meses (en los casos que sea posible). Esto se explica porque la leche de cada mujer tiene una composición única, con componentes que se ajustan a las necesidades de cada bebé. Además, la leche materna es fuente de bacterias probióticas, que modulan la composición de la microbiota intestinal, además de contribuir al desarrollo de los sistemas digestivo e inmune. En los bebés prematuros es especialmente importante el papel de la lactancia, puesto que tienen más necesidades nutricionales.
No hay estudios que prueben el impacto de introducir en etapas más tempranas o tardías la alimentación complementaria. Sin embargo, sí hay estudios que recomiendan reducir las proteínas que recibe el niño en la etapa de alimentación complementaria, para reducir el riesgo de obesidad. Por supuesto, una vez se abandone o complemente la lactancia, es fundamental que el niño siga una alimentación saludable y equilibrada; dentro de la misma, los pediatras recomiendan evitar los alimentos bajos en grasas puesto que suelen tener una mayor concentración de azúcar para reducir el riesgo de obesidad.