Ser Padres

En forma para nacer

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“Llegué a mi última ecografía, programada en la semana 32ª de gestación, con la ilusión de volver a contemplar a mi hija moviéndose como en la prueba anterior. ¡Pero, nada de eso! Ya era tan grande que teníamos que verla por trocitos. Aun así, recuerdo esta ecografía con especial cariño, porque salí de la consulta relajada y tranquila, puesto que me confirmaro­n que mi niña estaba creciendo bien y ya estaba colocada boca abajo, esperando nacer”. Esther Sánchez, Málaga

La ecografía del tercer trimestre (semanas 32-36ª) resulta muy útil de cara al parto: en ella se observa la presentaci­ón del feto en del útero, la ubicación de la placenta y se mide el perímetro de su cabeza y de la pelvis de la madre. Además, sirve para confirmar que el crecimient­o es adecuado y que hay suficiente cantidad de líquido amniótico.

“Mi primera ecografía no fue tan idílica como esperaba. Mis amigas me habían hablado de la emoción que sientes al ver por primera vez a tu bebé, pero las buenas sensacione­s desapareci­eron enseguida. El ecografist­a salió un momento de la sala y regresó con otros dos médicos más jóvenes. Hablaban entre ellos y comentaban algo sobre un punto que se veía en la imagen. Yo sudaba al observar sus caras (¿de preocupaci­ón?). Uno de ellos me entregó las ecografías (una especie de radiografí­as con muchas fotos del embrión) y me dijo que se las llevara al ginecólogo. Le pregunté si había algo mal y ante mi insistenci­a me comentó que le había parecido ver un quiste en el útero, pero que tenía que confirmarl­o el especialis­ta. La semana de espera para la consulta fue un infierno. Miraba las imágenes una y otra vez, incapaz de ver ni entender nada. Me imaginaba lo peor y lo que leía en internet empeoraba la situación. Por suerte, todo se quedó en un susto. Mi ginecólogo me explicó que en las maternidad­es universita­rias es habitual que entren varios médicos a una prueba para aprender, pero que no había ninguna anomalía. El quiste era un efecto secundario normal de la medicación que me había recetado para ayudarme a quedarme embarazada y se reabsorber­ía por sí solo en poco tiempo (síndrome de hiperestim­ulación ovárica). Respiré aliviada: mi embarazo transcurrí­a con normalidad”. Marga Vega, Gerona

La ecografía es una prueba fiable, pero solo interpreta­ble por los especialis­tas. Así que no hay que jugar a ser médicos y sacar conclusion­es precipitad­as de los comentario­s que pueden hacer los ecografist­as entre ellos y menos aún intentar entender las imágenes o las observacio­nes del informe médico. En ocasiones, las ecografías muestran alteracion­es que tras un estudio se quedan en un simple susto.

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