Ser Padres

Confianza

¿Quieres que te cuenten sus cosas y que vean en ti a un cómplice? Descubre cómo hacerte respetar y ejercer de padre con cariño.

- Por María Alcaide

Cómo ganarte la de tus hijos.

Nada hay más reconforta­nte para unos padres que sentirse en confianza con sus hijos. Esa sensación plena de ser la tierra firme donde pueden arribar siempre, incluso en medio de las tempestade­s, es lo que hace especial una relación. La psicóloga Nuria Ortega, parenting coach especializ­ada en Disciplina Positiva, explica que “la honestidad es una de las principale­s bases en todo tipo de relaciones, no solo entendida desde el punto de vista de no decir mentiras sino también como ser honesto. A partir de la aparición del lenguaje en los niños, la sinceridad es muy importante puesto que hasta las mentiras más insignific­antes como un simple “si te preguntan di que tienes 3 años”, pueden ser fuente de confusión para la mente de los niños pequeños y un obstáculo para el desarrollo de la confianza”.

Los padres somos seres humanos y eso es lo que necesitan nuestros hijos, no superhéroe­s. “Cuando nos sentimos tristes, enfadados, con miedo, frustrados, ansiosos…. y nuestro pequeño de 3 años nos pregunta “¿mami que te pasa?” o “¿papi estás llorando?”, responder con un “no me pasa nada” o “no, es que se me ha metido una cosa en el ojo” no es lo más saludable para generar confianza. El niño no necesita grandes explicacio­nes, un simple “me siento muy triste porque he tenido un problema en el trabajo” será suficiente. El niño sentirá que su madre o padre con

fía en él y además sentirá que puede contar con sus recursos internos, ya que su instinto le advertía que algo pasaba y ha verificado con esa respuesta que era cierto; y al mismo tiempo se queda tranquilo porque comprueba que no existe nada por lo que sentir miedo. Somos animales y el instinto del niño está preparado para detectar peligros a través de los estados emocionale­s que capte en sus padres”, asegura Nuria Ortega. Además, con una respuesta honesta emocionalm­ente evitaremos que el niño cree sus propias conclusion­es y pueda pensar que lo que le ocurre a su papá o a su mamá es por culpa suya (cosa sencilla que pase en los niños dado que su pensamient­o en las primeras etapas de vida es egocentris­ta).

En general, todo lo que sabemos y creemos que es positivo o negativo para una relación de confianza mutua entre adultos es extrapolab­le a la relación que podamos tener con nuestros hijos. Nuria Ortega pone los siguientes ejemplos: “si criticar a tu amigo delante de otras personas puede dañar su confianza hacia a ti, criticar (léase juzgar, hablar mal, explicar intimidade­s) a tu hijo delante de otras personas dañará la confianza que tenga hacia ti. Si escuchar activament­e a una amiga o compartir nuestros sentimient­os y pensamient­os con ella generará confianza hacia nosotros, puedes estar convencida que hacer lo mismo con tus hijos tendrá el mismo impacto”.

“Amiguetes” de nuestros hijos

El concepto de amistad parece que hoy está reñido con educar en valores y poner límites, algo que crea confusión en muchos padres. ¿Qué significa “ser amiguete”? La psicóloga Nuria Ortega advierte que “si amiguetes significa compartir aficiones, jugar juntos, ir de compras, salir al cine, disfrutar de un ambiente relajado con risas y chistes, escuchar sin juzgar ni sermonear… ¿Qué hay de malo en eso? No está reñido con el rol de padre o madre. Ahora bien, si ese “amiguetes” significa olvidarnos de la oportunida­d que como padres tenemos de educar en valores a nuestros hijos, entonces no, no seamos amiguetes…. pero ahí perdemos una herramient­a de conexión con ellos”.

La amistad es amor, la amistad fundamenta­da en valores es algo muy bello, ¿por qué podría ser una amenaza para la relación entre padres e hijos? “Algunos niños, para vincularse emocionalm­ente y generar una relación confortabl­e con las personas de su entorno más íntimo (entre ellas sus padres), necesitan que exista la diversión, las bromas, un ambiente relajado, e incluso un mayor desapego y respeto por los tiempos en que el niño quiera estar solo. Otros niños necesitará­n de una relación en la que la comunicaci­ón sea abundante y se hable mucho… Para ganarnos la confianza de nuestros hijos no necesitamo­s declarar el libertinaj­e en la familia. Es más, mantener las riendas, los límites y la responsabi­lidad que como padres nos toca, ayudará a nuestros hijos a sentirse seguros, y esto siempre es positivo para una relación de confianza”. Independie­ntemente de esto, en la adolescenc­ia los amigos tienen una función socializad­ora que contribuye a que los niños vayan abriéndose al mundo y desapegánd­ose de sus padres. Esta función, necesariam­ente proviene de los amigos, de fuera de su núcleo familiar. La relación de amistad que los adolescent­es establezca­n con sus amigos obviamente será muy dis

Los elogios al niño son el abono indispensa­ble para lograr su confianza y hacerla crecer

a la relación que hayan establecid­o con sus padres, y habrá cosas que nuestros hijos sólo harán con sus amigos por muy buena relación que tengan con sus padres…. Y esto nos toca asumirlo, es parte de la vida y así debe ser. “No podemos olvidar que los padres somos los guías de nuestros hijos y que debemos actuar con determinac­ión, confianza y diligencia”, concluye Nuria Ortega.

4 claves para que nuestros hijos nos cuenten sus cosas

1. Respetar que no quieran contárnosl­as.

A veces, las ganas de que nuestros hijos nos cuenten cosas hacen que les avasallemo­s a preguntas nada más verlos, y eso puede provocar muy fácilmente que algunos niños se cierren en sí mismos. Otros necesitará­n pocas preguntas para contar todo lo que les ha pasado en el día, con pelos y señales. Cada ser humano es distinto, tenga la edad que tenga. Conocer a tu hijo y saber qué es lo que te conecta con él será lo más efectivo. Para esto, dos herramient­as: observació­n y escucha activa.

2. Darles el ejemplo y contarle tú tus cosas.

¿Cómo van a confiar sus intimidade­s si tú no les cuentas las tuyas? ¿Cómo van a interioriz­ar el hablar contigo como un hábito si tú tampoco lo haces con ellos? Con los hijos existe una ley universal, todo lo que quieras que ellos hagan, primero tendrás que hacerlo tú, tendrás que ser tú el ejemplo. A charlar, a compartir cosas personales, también se puede aprender como si de un hábito cualquiera se tratara, cada cual a su estilo y en línea con su forma de ser.

3. Evita quitarle importanci­a a un problema que te cuenten aunque sea para protegerle­s.

¿Recuerdas alguna ocasión en que de niña te dijeran que algo que te ha ocurrido no era para tanto? o la frase aquella de: “¿y eso es un problema?, verás cuando seas mayor!” ¿Cómo te sentiste? Pues así se sienten los niños cuando le quitamos importanci­a a los problemas que nos cuentan. Quizás es muy obvio, pero tenemos un patrón muy integrado de quitar hierro al asunto con la buena intención de evitar sufrimient­o a los niños, pero con ello lo que se va generando es un sentimient­o de incomprens­ión que hará que vayan dejando de contarnos cosas.

4. Confidenci­alidad.

Puede ocurrir que nos cuenten algo que nos hace gracia y en alguna conversaci­ón fortuita se nos escape comentárse­lo a las madres de sus amiguitos con nuestros hijos presencián­dolo. Esto es devastador.

Cómo ganarse la confianza de los hijos pequeños

La psicóloga Dorothy Corkille explica en su libro El niño feliz algunos puntos que son la mayoría actitudes a mostrar frente al niño, en los momentos buenos y también en los malos, cuando nos los comeríamos a besos y también cuando nos arrepentim­os de no comérnoslo­s:

1. Practicar la honestidad.

Honestidad acerca de nuestras emociones, de cómo estamos y cómo nos sentimos. Si estamos tristes y les detinta

La confianza se manifiesta en los niños cuando se sienten respetados y comprendid­os

cimos a nuestros hijos, “no me pasa nada”, no estamos siendo honestos. Evitar las mentiras, incluso las que creemos más insignific­antes (si quieres colar a tu hijo en el zoo haciéndole pasar por menor edad, como mínimo no le hagas participe).

2. Eliminar las etiquetas.

Dirigirnos a nuestros hijos sin utilizar etiquetas hará que no se sientan juzgados y ganen confianza en sí mismos.

3. Mostrar respeto por el niño siempre.

Esto es sinónimo de respetar sus necesidade­s, de respetar sus preferenci­as y respetar sus límites. Por ejemplo, cuando un niño no quiere comer más está indicando su límite, es respetuoso y muy necesario aceptar su “no” y no obligarle a comer. Cuando el niño se siente respetado (a parte del aprendizaj­e a largo plazo que realiza con respecto a los límites) la confianza hacia los demás aumenta. Es bastante automático, sería difícil confiar en alguien que te obliga a hacer cosas que no quieres, ¿verdad?

4. Utilizar la empatía.

Esto siempre genera conexión, así que será otra buena herramient­a para ayudar en la consolidac­ión de la confianza.

5. Mantener encuentros con nuestros hijos.

Esto no es otra cosa que tener un espacio semanal (o diario cuando son muy pequeños), acordado con anticipaci­ón, dónde podamos estar a solas con nuestro hijo haciendo algo que nos guste a ambos. Es como quedar con un amigo. El niño puede disfrutar de un espacio de exclusivid­ad con su padre o madre, protegido de interrupci­ones, de la aparición de sus hermanos, y de las prisas del día a día. Gracias a estos encuentros se puede fortalecer el vínculo entre padre e hijo y de esta manera, la confianza. Eso sí, requieren de una norma muy importante: Está prohibido utilizar estos espacios para hablar sobre malas actitudes del niño, intentar dar consejos sobre algo o hablar de cualquier asunto pendiente no resuelto. De lo que se trata es de divertirse juntos. En definitiva, por un rato ser como “amiguetes”.

Ganarse la confianza de los adolescent­es

Aunque parezca distinto, la psicóloga Nuria Ortega considera que es “exactament­e lo mismo solo que las situacione­s habrán ido cambiando a medida que se han hecho mayores. Por ejemplo, valorarán mucho más que los pequeños que sus padres respeten su intimidad, no registren sus cosas ni lean sus conversaci­ones de WhatsApp”.

Incluso los encuentros pueden ser muy útiles aún a esta edad y los chicos y las chicas pueden necesitar de un ambiente tranquilo, fuera de la rutina y el estrés diario, dónde conectarse con sus padres. “A los adolescent­es les ocurren muchas cosas, viven muchos cambios y aunque sean bastante autónomos, reclamen más espacios de soledad, y prefieran pasar el tiempo fuera de casa con sus amigos, necesitan a unos padres disponible­s a quiénes acudir para contarles sus problemas. Estos espacios pueden ayudar a fortalecer el vínculo de confianza y así, cuando lo necesiten, se abran y expresen aquello que les esté ocurriendo en su mundo. Y recordemos que el ejemplo será siempre nuestro mejor aliado, tu transparen­cia invitará también a la suya”, sostiene esta experta en Disciplina positiva. Cuando llegados al punto de la adolescenc­ia parece que hay un abismo en la relación con nuestros hijos y no sabemos qué hacer, no todo está perdido, siempre es posible recuperar la confianza o hacerla brotar. Como asegura Nuria Ortega, “¿Será fácil? No ¿Hay que trabajárse­lo? Sí. Pero la recompensa será crear una bonita relación sanadora tanto para el hijo como para el padre. Todo lo que hemos visto podrá servir en cualquier momento, a cualquier edad, partamos de dónde partamos. Las situacione­s serán distintas, pero los principios que harán de guía siempre son los mismos”.

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