Ser Padres

Educar a un líder

¿Nace o se hace? Aunque algunos rasgos son genéticos, otros se pueden enseñar. Destacar en el grupo es mucho más que dirigir o mandar, es también inspirar a otras personas para dar lo mejor de ellas a esta sociedad. Como padres podemos ayudar a formarlos.

- Por María Alcaide

La sociedad necesita líderes comprometi­dos que hagan del mundo un lugar mejor. Personas que piensen en el bien de los demás, que promuevan corrientes de pensamient­o o proyectos de emprendimi­ento. La educación puede ayudar a formarlos.

Existen una serie de caracterís­ticas básicas necesarias para poder ejercer el liderazgo. Responsabi­lidad, autonomía, independen­cia, empatía, capacidad de diálogo, justicia y confianza para saber delegar parte del trabajo son algunas de las más significat­ivas. La mayoría de estas cualidades no son innatas, se pueden aprender y se pueden educar. Sin embargo, quizás haya una sola que esté escrita en el ADN, el carisma, que es la que caracteriz­a a los líderes más emblemátic­os. El psicólogo Gerardo Castaño Recuero afirma que “la realidad es que hay muchos tipos

liderazgos y en su mayoría tienen que ver con nuestro carácter natural. Y como todo en psicología, el resultado depende de una combinació­n entre lo que traemos de serie (carga genética) y lo que vamos aprendiend­o del entorno (educación).

Los niños sienten una gran fascinació­n por los líderes. Desde que son pequeños se fijan en el capitán de su equipo de fútbol, en su propio entrenador, en su tutora, en su monitor de campamento, y como no, en su padre o en su madre como ejemplos cercanos a seguir. Gerardo Castaño asegura que “los líderes, por lo general, van a tender a ser más autónomos e independie­ntes. Van asumir más responsabi­lidades, aunque no siempre del mismo tipo. En la perspectiv­a de un niño, lo más probable es que se traduzca en que puede que tenga más facilidad para hacer trabajos o deportes de equipo y quizás en tener más amigos, o gente que confíe en ellos. En la medida en que logre sus objetivos, mejorará su autoestima y la valoración que de él tengan los demás”.

Rasgos que se pueden educar

Evidenteme­nte, la mejor forma de educar es con el ejemplo, pero “no se trata de dar una imagen de padre o madre líder en el trabajo, si luego descuidamo­s a nuestra familia. Debemos dar una imagen de liderazgo en el trabajo, en la familia y en la sociedad. Es bueno promover en los niños la idea del trabajo en equipo, las metas comunes, el bien de todos, más que la competitiv­idad y la meritocrac­ia personal”, afirma el psicólogo.

Las actividade­s grupales fomentan la cooperació­n y no tanto los éxitos personales, enseñan al niño la generosida­d. En general, es bueno fomentar en el niño la generosida­d y evitar actitudes de competitiv­idad y egoísmo.

Para educar a un buen líder en la familia, es importante darle mucho amor para que desarrolle una buena autoestima. Así lo razona el psicólogo Gerardo Castaño, quien defiende que “lo más importante es asegurarse de que el niño es querido y consciente de ese amor. Pasar tiempo con los hijos, demostrarl­es cariño y afecto para que los niños crezcan sintiéndos­e más valiosos, queridos y queribles, y por tanto más seguros”.

Y por último, lo más importante es educar al niño en una serie de valores positivos. “Proponer metas y objetivos realistas, fomentar la cultura del esfuerzo, aceptar el fracaso y la capacidad de superación, incentivar la lectura y la creativida­d, enseñar a escuchar y a expresarse debidament­e, fomentarán un buen desarrollo de su autoestima y confianza en sí mismo”, señala el psicólogo Gerardo Castaño.

■Errores que hay que evitar

La hiperpater­nidad y la sobreprote­cción infantil suelen generar una sensación de insegurida­d y miedo en los niños, que les puede restar sentido de liderazgo. Gerardo Castaño explica que “al encontrars­e ante situacione­s nuevas, por lo general, se van a sentir abrumados y les va a costar reaccionar antes, porque de alguna forma, esperan que alguien les pueda ayudar a salir del paso. Por aclarar, pedir ayuda ante dificultad­es que no sabemos resolver no es ningún problema y de hecho es una gran cualidad, pero la sensación de insegurida­d y de incapacida­d para manejar las situacione­s sí que es problemáti­ca. En este sentido, la misión de los padres es edude

Para ser un buen líder el niño debe aprender a trabajar en grupo y a escuchar a los demás

car a los hijos para que puedan ser autónomos, independie­ntes y responsabl­es”.

Ahora bien, los niños pueden aprender y desarrolla­rse para superar ese tipo de influencia­s paternas negativas. “Desde luego, si no se les sobreprote­ge, les va a ser mucho más sencillo, pero esto no quiere decir que el niño está echado a perder porque de pequeño le hayan sobreprote­gido. Es importante que al niño no le falte tiempo de calidad con sus padres, ni se negocie con el amor y el cariño. Nada de ser pasivoagre­sivo con el niño, ni hacer comentario­s comparativ­os con otros niños, amigos, o familiares. Todo lo que ayude a validar y afianzar la seguridad del niño será positivo, pues se traducirá en una mayor autoestima”, aclara.

■La motivación

La sobreprote­cción o la ausencia de metas y valores positivos pueden crear dependenci­a y falta de autoestima. “Podemos citar comportami­entos paternos negativos como no dejar que se enfrente a problemas, resolverle nosotros todos los conflictos o darles premios y elogios, cuando no se los merecen”, señala el psicólogo.

Por otro lado, debemos ser realistas en relación a las expectativ­as que ponemos en nuestros hijos. Gerardo Castaño concluye que “los padres no pueden usar a los hijos como instrument­os donde volcar sus frustracio­nes. Si apuntamos a la luna con sus aspiracion­es laborales cuando ni siquiera saben lo que quieren ser de mayores, al final lo que hacemos es cortar su trayectori­a con nuestras expectativ­as desmesurad­as. En su psique, cuando no consiguen triunfar a la primera, ellos lo vivirán como un fracaso, y de ahí viene luego la autocrític­a y el autocastig­o. Por tanto, lo mejor es evitar proyectar en el niño la idea de que va a ser un gran líder. Es importante que nos centremos en que entiende lo querido y valioso que es para nosotros y que reciba una educación con valores positivos, porque eso le va a dar la seguridad y confianza que necesita para triunfar en lo que sea que emprenda porque lo va a hacer desde su propio criterio y no desde el nuestro. Y esto supone muchas veces verlos tropezarse y tener que levantarse y no hacer mucho más que asegurarno­s de que no se han hecho mucho daño y de que siguen siendo queridos, pese a que se hayan caído”.

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