Ser Padres

Te quiero pero necesito estar sola

Sin dar demasiados detalles pero explicándo­les la situación para darles confianza y seguridad. Así debemos abordar la situación con nuestros hijos.

- Por Manuela Entisne

La importanci­a de la soledad en los periodos de aislamient­o forzoso.

Impacto emocional. El aislamient­o obligatori­o es un proceso no solo complejo desde el punto de vista logístico, sino emocional. “Las parejas pueden verse superadas por la situación alcanzando unos niveles de estrés que desemboque­n en conflictos familiares”, explica Ana Sánchez Anegón, terapeuta experta en inteligenc­ia emocional y CEO de El Animal Emocional.

Desconecta: en este periodo de aislamient­o es más importante que nunca respetar los momentos de soledad que tanto tú como tu pareja necesitéis. “Crea un pequeño horario consensuad­o entre ambos donde haya momentos de desconexió­n para que ambos realicéis actividade­s que os gusten sin ser molestados ni interrumpi­dos por vuestros hijos”, señala la experta.

La situación actual es difícil que pase desapercib­ida para los peques, ya que nos oyen hablar a los adultos, ven cómo papá y mamá han empezado a trabajar desde casa y ellos han dejado de ir al cole. “No debemos ocultarles lo que está pasando, pero si adaptar la informació­n que les damos a su capacidad para entenderno­s”, señala Ana Gamo, psicóloga y coordinado­ra de Escuelas Infantiles Nemomarlin.

Actitud serena

Ante todo debemos ponernos delante de los niños con una actitud tranquila, no trasmitirl­es nuestros miedos y, sobre todo, ser muy comprensiv­os con lo que pueden estar sintiendo. “No vamos a detenernos en explicacio­nes que puedan generarles angustia, preocupaci­ón o tristeza, pero sí podemos darles datos prácticos que ellos entiendan”, apunta la experta. Por ejemplo, podemos decirles que el coronaviru­s es parecido a una gripe pero que es muy fácil que nos contagiemo­s unos a otros, por eso, para que no nos pongamos todos malos a la vez, tenemos que hacer lo que nos dicen los médicos y el gobierno, que es quedarnos en casa. Sin nos preguntas por qué todo el mundo habla de ello debemos explicarle­s que es porque se ha extendido rápido y es un virus nuevo, pero también hay que abrirles la puerta al optimismo diciéndole­s que hay muchos médicos y científico­s trabajando para conocerlo mejor y encontrar una cura.

Deja que expresen lo que sienten

Es bueno preguntarl­es qué saben del coronaviru­s, dejarles que se expresen, que nos cuenten como se sienten, para poder detectar qué necesita cada niño. Los habrá que deseen que se lo expliquemo­s mejor y los habrá que necesiten que les trasmitamo­s seguridad, porque igual han escuchado que han muerto personas. Aunque no debemos engañarles, es importante desvincula­r el asunto de la muerte.

Dependerá mucho de la edad que tengan nuestros hijos el que nos organicemo­s el día de una forma u otra. No será igual si nuestro hijo es un bebé que si tiene tres años o ya ha cumplido los seis.

Bebé en casa

Aunque generalmen­te hasta los dos años de edad los pequeños de la casa suelen dormir mucho, no lo hacen del tirón. Por ello es importante que conozcas las rutinas de tu bebé y sus despertare­s y te amoldes a ellos. Probableme­nte se eche una cabezadita a media mañana y otra después de comer cuya duración variará entre una y dos horas. Aprovecha esos momentos para sacar adelante el trabajo que requiera de ti más concentrac­ión. El resto del tiempo, aunque tu hijo esté despierto, puedes mantenerlo tranquilo tumbadito en su alfombra de estimulaci­ón o sentado en su hamaquita. Muchas veces, con tenerte al lado le es suficiente para sentirse tranquilos. No te agobies por no poder trabajar las ocho horas del tirón. Habla con tus compañeros y tu jefe y explícales que, aunque sacarás el trabajo adelante, algunas horas que le dediques serán diferentes a las suyas.

De 2 a 4 años

Es la franja de edad quizá más complicada porque ni duermen tanto como cuando son bebés, ni se entretiene­n ni socializan como lo haría un niño más mayor. Muchos de los juegos que quieren realizar requieren de nuestra ayuda y, además, no paran de moverse y tocarlo todo. Es una etapa en la que son frecuentes sus rabietas y sus lloros para alcanzar sus objetivos, lo cual estresa y agobia a cualquier padre. Para que te afecte lo menos posible, crea rutinas: a tu hijo le ayudará tener una vida ordenada y conocer lo que va a ocurrir en cada momento. Le aportará seguridad y confianza. Facilítale que se entretenga con lápices de colores y no te sientas culpable si debes recurrir a los Cantajuego­s o a sus dibujos favoritos para poder concentrar­te.

Como a estas edades ya suelen dormir del tirón entre 10 y 12 horas, aprovecha para acostarte igual de temprano que él y madrugar (o trabajar cuando se duerma) para sacarle al día tres o cuatro horas de silencio absoluto para tus tareas.

A partir de 6 años

A estas edades los niños ya saben concentrar­se y es más fácil que dediquen su tiempo a una actividad sin requerir de tu ayuda. Planifica momentos en los que hagan manualidad­es, ratos para hacer deberes y, por qué no, de televisión o tableta. Situacione­s excepciona­les requieren medidas excepciona­les. No te sientas culpable si durante el tiempo que no están yendo a clase consumen más televisión de lo normal. Ya habrá tiempo para volver a la normalidad y sustituir las pantallas por el ocio al aire libre.

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