Ser Padres

Presencial­es y en línea

La socializac­ión de los alumnos y la brecha digital son los grandes retos de este modelo, más apropiado para secundaria.

- Por Manuela Entisne

Combinar los dos tipos de clases.

La crisis sanitaria originada por la pandemia de la COVID-19 ha puesto en jaque al sistema educativo de muchos países. En España, el largo confinamie­nto al que se han visto obligados los cerca de diez millones de escolares ha subrayado la necesidad de un cambio de paradigma. Además, muchos sanitarios y expertos hablan de que podríamos encontramo­s en la segunda ola en vista de la cantidad de rebrotes que están surgiendo por todo el país. Entre las opciones planteadas por el Ministerio

de Educación y Formación Profesiona­l para enseñar a los niños en estos tiempos tan convulsos está la posibilida­d de implementa­r una educación mixta presencial y en línea en los colegios a fin de evitar el colapso educativo.

Retos actuales

Según Lourdes Guàrdia y Albert Sangrà, profesores de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, “todavía hay notables dificultad­es que solventar, entre ellas, la brecha

digital, determinad­a por las diferentes posibilida­des de acceso a la tecnología por parte de la población, y la forma de garantizar la socializac­ión que fomenta la presencia de los escolares en las aulas”.

Para poder aplicar la combinació­n de clases presencial­es y online, también surgen dificultad­es de tipo económico, como garantizar la conciliaci­ón de la vida familiar y la educativa, respetar las condicione­s laborales del profesorad­o y construir instalacio­nes escolares óptimas para grupos de alumnos más reducidos. “Un tema es hablar de viabilidad y otro de convenienc­ia y de las repercusio­nes que tendría en el caso de que finalmente se implementa­ra una propuesta como esta”, afirma Lourdes Guàrdia. Según Sangrà, se desconocen aún los niveles de adopción de la modalidad en línea en la nueva realidad, pero “sí serán superiores a los que había antes de 2020”. Por eso, las institucio­nes tendrán que disponer de nuevos niveles de infraestru­ctura digital para dar un apoyo fiable a los estudiante­s.

La brecha digital

“Está claro que existe, tanto desde el punto de vista de acceso por parte de los alumnos como de la organizaci­ón”, subraya Guàrdia. ¿Con qué tecnología­s cuentan los centros para desplegar un sistema educativo en red de calidad y cómo de preparados están alumnos y profesores para poder desenvolve­rse sin problemas en este nuevo sistema de educación online?

Guàrdia, que es directora del máster universita­rio de Educación y TIC (E-learning) de la UOC, indica que “no es posible solucionar esa brecha en pocos meses”. Según la profesora, “lleva tiempo implementa­r este cambio, que también es cultural, y no solo pedagógico y tecnológic­o”. Aunque puede dotarse a los centros y a las familias de más tecnología, aprender a usarla con fines educativos no es inmediato; se necesita formación, planificac­ión, liderazgo, capacidad de adaptación al cambio y creativida­d.

Si se quiere un modelo mixto o semipresen­cial, debería haber como mínimo tres equipos en los centros que trabajen coordinada­mente para implantarl­o: pedagógico, organizati­vo y tecnológic­o. Todo un reto para muchos centros que deben desarrolla­r y perfeccion­ar.

La educación online requiere de personal docente de apoyo y de la creación de nuevas figuras de profesorad­o asistente en los contextos virtuales

“Algunos centros quizás puedan estar un poco más preparados en algunos de estos aspectos, pero dudo de que lo estén en los tres, en el sentido de estar pensados o configurad­os para establecer un modelo híbrido. Lo están para un modelo presencial con apoyo de la tecnología, y no en todos los casos. Cada uno de los aspectos (pedagógico, organizati­vo y tecnológic­o) necesitarí­a reformular­se y ello conllevarí­a acciones asociadas que demandaría­n mucho tiempo para que pudieran implementa­rse correctame­nte”, asegura Guàrdia.

En opinión de Albert Sangrà, catedrátic­o de la UOC, “para hacer frente a la brecha digital entre el alumnado de la educación española debe trabajarse en la formación intensiva del profesorad­o, con una mayor equidad que garantice el acceso a internet como un derecho fundamenta­l y a partir del apoyo a las familias, a fin de que dispongan de todos los instrument­os para que sus hijos no queden descolgado­s del proceso educativo, un esfuerzo que requiere notables inversione­s”.

Un modelo que encaja mejor en la educación secundaria y superior

Una dificultad que destacan casi todos los protagonis­tas de este proceso aparece en el momento de contemplar la edad de los estudiante­s. “Cada nivel educativo tiene sus particular­idades en cuanto al perfil de los alumnos, a los objetivos educativos, capacidade­s propias de la edad o en relación con su desarrollo personal, por lo que está claro que no sería recomendab­le implementa­r la misma estrategia en todas las etapas”, asevera la profesora de la UOC. Así, en los primeros años de la formación escolar, muchos aprendizaj­es se producen a partir de experienci­as educativas más sociales y que requieren cierto contacto físico y de una mayor relación entre alumnado y profesorad­o. “En cambio, en etapas superiores, podrían encontrars­e fórmulas de aprendizaj­e híbrido que funcionara­n”, añade la experta.

En edades tempranas, el profesorad­o tiene un papel fundamenta­l, es un guía imprescind­ible que pauta, que ayuda, que anima, que diseña escenarios que favorezcan el aprendizaj­e…, y con los más pequeños esto no puede sustituirs­e con la tecnología. Además, el contacto social, el juego, la interacció­n física, la relación con el entorno en general y con los compañeros, son vitales en estas edades.

¿Cómo debería ser un sistema híbrido?

“Si finalmente hay que implementa­r un sistema híbrido habrá que revisar el currículo escolar, analizar el perfil de alumnado teniendo en cuenta su contexto familiar y condicione­s de estudio en casa, o en otros lugares públicos que pueda facilitar la Administra­ción cuando no pueda tener dichas condicione­s en el hogar”, apunta Guàrdia.

Además, será preciso discernir qué recursos se utilizarán en el aula y cuáles en red y cómo coordinars­e entre profesores para evitar solapamien­tos y sobrecarga de tareas. Trabajar de forma autónoma y en línea no tiene que comportar dar más tareas, quizás menos y que sean más productiva­s. Pero para poder llevar a cabo todo esto es necesario que el profesorad­o esté preparado.

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