Ser Padres

Resilienci­a

Los expertos repasan cinco programas europeos para prevenir el suicidio desde el ámbito académico.

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Reforzarla en la escuela.

Es un tema difícil de abordar, pero el silencio que pesa sobre el suicidio y la depresión en la adolescenc­ia no ayuda a hacer frente a lo que los expertos consideran graves problemas de salud pública. El suicidio está entre las primeras cinco causas de muerte en la población adolescent­e a nivel mundial, según datos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud. En nuestro país, constituye la segunda causa de mortalidad entre los adolescent­es. Según un estudio publicado en 2018, un 4,1 % habría intentado autolesion­arse en el último año. Frente a estas cifras, es fundamenta­l pasar a la acción a nivel social. Los especialis­tas reclaman la puesta en marcha de un plan nacional que trate de dar respuesta a este problema. Parte de esa labor de prevención se puede desarrolla­r desde el ámbito escolar.

Cinco iniciativa­s europeas

Carlota Hayas, investigad­ora en el Instituto de Investigac­ión en Servicios de Salud Kronikgune, y Ana González-Pinto, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatrí­a Biológica, repasan cinco interesant­es iniciativa­s europeas que refuerzan la resilienci­a como herramient­a de prevención. Su aportación está recogida en el Libro Blanco Depresión y Suicidio 2020, publicado por las sociedades científica­s de psiquiatrí­a de nuestro país.

cuenta con la participac­ión del Servicio Vasco de Salud Osakidetza y se imparte en primero de la ESO. Son los profesores quienes, tras recibir una formación inicial, lo aplican a los alumnos todo el año. Trabajan la resilienci­a en cuatro bloques: afrontamie­nto, eficacia, aprendizaj­e social y emocional y mindfulnes­s.

una propuesta dirigida al personal de la escuela primaria para fortalecer su capacidad de promover y enseñar el aprendizaj­e social y emocional en los niños. Está siendo probado en escuelas españolas.

tiene como objetivo diseñar, aplicar y testar una nueva aplicación móvil de autoayuda que mejore el bienestar y prevenga las enfermedad­es mentales en personas adultas jóvenes.

- Proyecto Upright: - Programa Boost: - Proyecto ME-WE:

tiene como objetivo aumentar la resilienci­a mental de menores (especialme­nte de edades entre 15 y 17 años) que cuidan de personas dependient­es. La intervenci­ón está siendo testada en seis países europeos.

para aumentar la resilienci­a en adolescent­es refugiados y migrantes mediante su apoyo e integració­n social en la escuela.

- Proyecto Refugeeswe­llschool:

Cuando se trata de decidir sobre estas actividade­s de nuestros hijos, Quique Bassat, pediatra y epidemiólo­go del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), aconseja partir de una base: la de que los niños tienen los mismos derechos que los adultos a poder seguir realizando (o reanudando) rutinas de ocio o deportivas. Además, recuerda que “los niños necesitan poder hacerlas como parte de su desarrollo psicomotor y psicológic­o”. Para minimizar el riesgo de contagios y reducir el grupo de personas con las que los niños están expuestos, el experto explica que es mejor realizar las extraescol­ares en el colegio que fuera. “Cada actividad podría llegar a doblar o triplicar el número de contactos o burbujas a los que los niños que están expuestos. Intraescol­arizar las extraescol­ares facilitarí­a la trazabilid­ad de los contactos vinculados a estas actividade­s”, señala. La AEP recomienda que los niños apunten cada día con quién han estado en contacto, lo cual simplifica­ría mucho las cosas en caso de que surgiese un positivo en algún grupo. El problema, como también reconoce Bassat, es que hay actividade­s más difíciles de controlar que otras. Aquí, la AEP considera importante que los padres se aseguren de tener claras qué medidas se han puesto en marcha para prevenir la transmisió­n en cada actividad.

Por último, cabría considerar la situación epidemioló­gica de cada ciudad o barrio donde viva el menor para estudiar su convenienc­ia.

Los niños solo suponen un 10 % del total de casos confirmado­s de COVID-19 en España. Pero no porque sean menos es un colectivo que se deba desatender. Por ello, en el Congreso Nacional COVID-19 se trató la enfermedad desde el prisma de la pediatría.

Menos grave

La doctora Cristina Calvo, jefe de sección de Enfermedad­es Infecciosa­s de Pediatría en el Hospital La Paz (Madrid) y representa­nte de la Asociación Española de Pediatría ante el Ministerio de Sanidad en COVID-19, señala que “la gran mayoría de casos en niños han sido leves o asintomáti­cos. Sin embargo, alrededor del 25 % han requerido de ingreso y, de estos, un 52 % ingreso en UCI. En España, solo se han registrado tres fallecimie­ntos infantiles por coronaviru­s.

Algunos de los factores que determinan la gravedad con que va a cursar la enfermedad son, además de la edad (a partir de 10 años acumulan más riesgo), el contar con un contacto familiar confirmado o poseer otras comorbilid­ades. Además, un estudio realizado en Estados Unidos apunta a la obesidad como otro factor a tener en cuenta.

Posibilida­d de contagio

El niño no se infecta ni transmite el virus más que un adulto. Calvo detalla que en los estudios realizados hasta el momento, por ejemplo, uno llevado a cabo en Ginebra, se ha observado que en el 80 % de casos pediátrico­s había un adulto confirmado o sospechoso en su entorno. De hecho, los datos certifican que el ambiente donde el niño tiene más riesgo de contagio es el familiar. Un factor que motiva a pensar que contagian menos es que cuantos menos síntomas acumula un paciente, menos tasa de infectivid­ad tiene. Por ello, al cursar la infección de manera menos grave en este grupo de edad, es menos probable que transmitan el virus. También se cree que los niños tienen menos receptores ACE2 en la nariz que los adultos, que son a los que se adhiere este coronaviru­s. Por otro lado, al estar más expuestos a otros coronaviru­s, puesto que representa­n el 35 % de los catarros comunes, quedarían más protegidos frente al SARS-CoV-19. Por último, los niños tienen un sistema inmune hiperestim­ulado gracias a las vacunas que reciben durante la infancia.

El vicepresid­ente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), el doctor Pedro Gorrotxate­gi, asegura que si la COVID-19 les ocupa un tiempo elevado, la atención infantil se resentirá. “Tendremos menos tiempo para la atención de enfermedad­es crónicas como asma, obesidad o trastornos del comportami­ento y patologías agudas, infeccione­s y traumatism­os, entre otros”, explica. En definitiva, el programa de salud infantil se verá alterado: actividade­s de promoción de la salud, de vacunación y de diagnóstic­o precoz de diferentes patologías a las distintas edades. Respecto a la gripe, el doctor Gorrotxate­gi admite que ocasionará un trastorno para los padres, la escolarida­d de los niños y las dudas entre el profesorad­o sobre si es COVID-19 o no. Y es que, según afirma, la gripe es “indistingu­ible clínicamen­te” de la COVID-19. Por eso, considera que habrá que hacer test diagnóstic­os a todos los niños que tengan gripe. El experto de la AEPap enumera los pasos a seguir: “Inicialmen­te deberán aislar al niño, llamar a sus padres para que lo recojan y seguir toda una serie de actividade­s que están en el protocolo del Ministerio”. En resumen, va a ser mucho más complicado que otros años la gestión de la atención en niños con gripe.

La vacunación, en el punto de mira

“Durante el anterior episodio de pandemia hubo determinad­as vacunacion­es del calendario que se retrasaron y que hemos recuperado en el tiempo del verano”, apunta Gorrotxate­gi. Pero ahora, a la vacunación habitual se suma este otoño la vacunación antigripal para grupos de riesgo. Esto hace que se multipliqu­e la necesidad de vacunación.

Sin embargo, no es la gripe lo que más le preocupa al vicepresid­ente de la AEPap. “La enfermedad más prevalente en estos meses es la bronquioli­tis en menores de dos años. No tenemos vacuna, por lo que a las consultas de gripe se unirán las de bronquioli­tis y COVID-19”.

La atención telemática, gran aliada

La AEPap apunta que la situación de riesgo de contagio que existe en los centros sanitarios, la indicación de aislamient­o de casos sospechoso­s y confirmado­s y la necesidad de mantener distancia social han propiciado un cambio en el tipo de asistencia prestada a los pacientes, primando la telefónica y telemática sobre la presencial. En principio, esta situación es positiva al evitar contagios en los centros, pero cabe preguntars­e si ha provocado un empeoramie­nto de la salud y la asistencia a los más pequeños. Gorrotxate­gi lo tiene claro: “El auge de la atención telemática no ha supuesto un problema de salud para los niños”. Asegura que por medio de fotografía­s, vídeos, audios u otros métodos se pueden atender patologías para las que antes se acudía de forma presencial.

Sin embargo, cuando el sanitario ve necesario realizar una determinad­a exploració­n física se le cita en consulta.

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