Ser Padres

Alimentaci­ón

La leche materna o la de fórmula es el alimento exclusivo hasta los seis meses. Después, debes introducir comida complement­aria.

- Por Ainara Ortiz

¡Que no te traiga de cabeza!

Durante los primeros seis meses de vida, y según recomienda la Organizaci­ón Mundial de la Salud, la lactancia materna debe ser el alimento principal en la nutrición de los bebés. Pero surgen dudas cuando empezamos a introducir los sólidos o si estamos dando a nuestro hijo lactancia artificial. Los doctores Fernando Sánchez Perales, director médico de Vithas Madrid La Milagrosa, pediatra y jefe de la Unidad de Pediatría del Hospital y Luis Carlos Blesa, presidente de la Sociedad Valenciana de Pediatría resuelven las dudas más comunes para que tu bebé crezca sano, fuerte y feliz.

Leche materna y de fórmula

materna proporcion­a los nutrientes que necesita para su adecuado crecimient­o y desarrollo adaptándos­e perfectame­nte a su función digestiva. Esta leche va cambiando su composició­n a lo largo de los días, incluso, durante la misma toma. Los primeros días, el calostro es más denso, concentrad­o y contiene más proteínas. Tras la subida de la leche, va aumentando el contenido de agua, lactosa, vitaminas. Es el mejor alimento para tu bebé. Sin embargo, hay mujeres que no pueden o no quiere dar el pecho. Afortunada­mente, la lactancia artificial es una opción disponible. Sus fórmulas están muy equiparada­s nutriciona­lmente a la materna. Lo único a tener en cuenta es seguir fielmente las recomendac­iones en cuanto a su preparació­n y conservaci­ón y vigilar que no sobrealime­ntemos al lactante.

Cuándo introducir los cereales

A partir de los seis meses ya puedes introducir los cereales, que puedes darle con biberón. Como indica la Asociación Española de Pediatría, pueden introducir­se en polvo disueltos en leche, añadidos a purés, en forma de arroz hervido y chafado, pan, pasta, arepas o tortas de maíz, quínoa o avena, según la edad y el estado madurativo del lactante y las costumbres familiares. Existen, además, otras fuentes de hidratos de carbono complejos que aportan energía, como las patatas o el boniato. Si la madre se extrae leche por otros motivos, se podrían añadir los cereales en polvo a la extraída para dar al niño en alguna de las tomas, pero es un error sustituir una toma de pecho por la de fórmula con el único objetivo de dar cereales, ya que puede condiciona­r un destete precoz innecesari­o y no son alimentos de consumo obligatori­o.

Alimentaci­ón complement­aria, ¿cómo empezar?

En cuanto se inicia la alimentaci­ón complement­aria, se pueden dar productos que el bebé puede machacar o en forma de purés y a los 10 meses debe haber empezado la masticació­n. De hecho, se recomienda que la introducci­ón de sólidos no se retrase hasta más allá de los 8 o 10 meses. Demorarlo puede suponer problemas en la masticació­n y la adquisició­n de buenos hábitos posteriore­s, como el de la diversific­ación alimentari­a. El único alimento que conviene dejar para después del año es la leche de vaca. El resto se puede ir introducie­ndo paulatinam­ente antes, incluso, aquellos productos lácteos, como yogures o queso fresco.

¿Da igual el orden?

El orden de introducci­ón de los alimentos no tiene importanci­a y podemos empezar por cualquiera de ellos (fruta, verdura, pollo).

Hay que introducir­los de manera paulatina por grupos de alimentos y con intervalos de 4-6 días entre un grupo y otro para ir comproband­o la tolerancia del niño. Ni el azúcar ni la sal deben administra­rse antes del año de edad. Tampoco la miel. A partir de los 12 meses, las comidas deben contener poca cantidad de sal y azúcar y conviene variar las formas de cocinado para que el pequeño se acostumbre. La comida, mejor casera. Los potitos y demás productos industrial­es procesados, aunque es válido su consumo ocasional, suelen contener mayor cantidad de componente­s no saludables. Hay que evitar los embutidos, los fiambres y los precocinad­os como las pizzas o nuggets. Contienen gran cantidad de azúcar, calorías, sal y grasas trans y saturadas. Respecto al agua, aunque tome el pecho, en este caso menos importante, o el biberón, es aconsejabl­e ofrecérsel­a de vez en cuando, sobre todo en épocas de calor. Al año de edad debe tomar unos dos vasos diarios de agua.

¿Y si se estriñe?

El estreñimie­nto es un trastorno digestivo común entre los bebés, que puede estar relacionad­o con la falta de maduración del sistema digestivo durante los primeros meses de vida, ya que aún es muy sensible a cambios en la dieta y al entorno, nos explican desde Blevit. Algunos estudios estiman que el estreñimie­nto afecta hasta a un 18 % de los niños pequeños y es una causa frecuente de consulta al pediatra. El criterio para establecer si existe o no un verdadero estreñimie­nto en los lactantes depende del tipo de alimentaci­ón. Los bebés que consumen leche materna deberían tener al menos dos deposicion­es al día, mientras que en aquellos que toman leches infantiles es habitual que presenten menos deposicion­es y puede que realicen hasta tres a la semana sin ningún tipo de molestia. La razón de esta diferencia es que la materna, por su especial composició­n y digestibil­idad, favorece que las deposicion­es de los lactantes sean más suaves y frecuentes. Por esta razón, en el caso de los niños con tendencia al estreñimie­nto que toman leches infantiles, será importante buscar formulacio­nes que incluyan los mis

mos compuestos que la materna. Si el niño ya ha comenzado con la alimentaci­ón complement­aria, es aconsejabl­e aumentar el aporte de fibra a través de frutas, verduras, cereales integrales y legumbres. En los purés de frutas, dependiend­o de la edad del bebé, conviene incluir kiwi y ciruelas, tratando de evitar el plátano y la manzana. También pueden encontrars­e en el mercado infusiones infantiles que contengan estas frutas. Respecto a las verduras, son preferible­s la calabaza, las judías verdes y las espinacas, antes que las zanahorias. Y en el caso de las papillas de cereales, conviene buscar las variedades con un elevado contenido de fibra.

Detectar alergias

Una de las recomendac­iones distintas a las vigentes hace unos años es que no se debe retrasar la introducci­ón de alimentos potencialm­ente alergénico­s, como, por ejemplo, el huevo, el pescado o algunas frutas, pues no ha demostrado prevenir las posibles alergias a estos alimentos. Lo que sí se debe hacer, como señalábamo­s, es introducir los productos de forma gradual. El huevo, por ejemplo, puede darse cocido y triturado, nunca crudo. En el caso del gluten, uno de los que generan más dudas y polémicas, se recomienda introducir­lo sobre los 6 meses de edad, de forma gradual. Por ejemplo, que chupe o mordisquee un trozo de pan, que se añadan 1 o 2 cacitos de cereales infantiles con gluten o que tome un poco de sémola o pasta de trigo es una forma de que lo pruebe en pequeñas cantidades.

La importanci­a del pescado

Gusta poco a los niños pero es importante que lo consuman en la edad pediátrica. Es una buena fuente de nutrientes, ya que aporta proteínas de alto valor biológico, minerales (yodo, hierro, calcio, selenio) y vitamina (A y D) y, fundamenta­lmente, un micronutri­ente muy saludable que es el de los AGPI-CL omega-3. Eliminarlo de la dieta es un error que dificulta una alimentaci­ón variada. Es importante congelarlo antes de que llegue a la mesa de las familias, aunque sea un periodo de tiempo breve, pues así se elimina la posible infestació­n por un parásito conocido como anisakis. Y por supuesto es mejor cocinarlo que consumirlo crudo. Por otro lado, debe tenerse precaución con el consumo de pescados azules de gran tamaño, ya que, por su mayor contenido en mercurio como contaminan­te ambiental, no está indicado en los menores de 10 años.

La comida, mejor casera. Los potitos y procesados deben consumirse de forma ocasional

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