Ser Padres

Meningitis, enfermedad prevenible con grandes consecuenc­ias

El II Foro pediátrico virtual: Día Mundial de la Meningitis puso de manifiesto la importanci­a de esta enfermedad, que tiene una mortalidad del 10 % y unas secuelas que afectan hasta el 20-30 % de los pacientes.

- Por Mónica Gail

La enfermedad meningocóc­ica invasiva (EMI) es una patología bacteriana aguda que puede cursar como meningitis (infección de las meninges) o sepsis (infección de la sangre). La meningitis puede ser vírica o bacteriana –en este tipo se encuentra el meningococ­o y sus distintos serogrupos– y se transmite al toser, estornudar o por contacto con las manos que llevan secrecione­s respirator­ias. Se trata de una enfermedad grave y potencialm­ente mortal, algo que genera una gran preocupaci­ón entre los pediatras y los padres.

Síntomas de alerta

“La mayoría de las veces, los signos son indistingu­ibles a los de cualquier otra infección viral que tiene el niño al año”, explicó Fernando Sánchez Perales, director médico del Hospital Vithas Madrid La Milagrosa y presidente de la Sociedad de Pediatría de Madrid y Castilla-La Mancha, durante el II Foro pediátrico virtual: Día Mundial de la Meningitis, organizado por Gaceta Médica y Ser Padres, con el apoyo de GSK. El difícil diagnóstic­o es el primer problema de esta enfermedad. Cuando la meningitis está ya muy establecid­a, los síntomas sí se reconocen fácilmente: “El niño empieza con vómitos fuertes, rigidez del cuello o mucha afectación general”, dice Sánchez. Pero, a veces, estos signos tardan en aparecer o no llegan, ya que la evolución es tan rápida que se manifiesta con signos graves o, directamen­te, con sepsis.

Esto provoca que, en ocasiones, los pediatras vayan por detrás. “El meningococ­o, en concreto, es capaz de desatar una cascada inflamator­ia muy importante que puede ir más allá de lo que el propio germen causa”, afirma Amalia Arce, pediatra del Hospital HM Nens de Barcelona. Por mucho que se tomen medidas, una vez desatada la reacción inflamator­ia, se dan complicaci­ones importante­s. “Estos niños acaban ingresando en las UCIs. Cuando hay meningitis, se ven afectadas las funciones cerebrales y puede originar convulsion­es, fallos en el riñón o el hígado, o complicaci­ones que vemos después, como amputacion­es”, señala Arce.

Vacunar: la mejor prevención

A pesar de que se ha mejorado mucho el diagnóstic­o, la meningitis tiene una mortalidad del 10 % y unas secuelas que afectan entre al 20 y 30 % de los pacientes. Por fortuna, hoy en día se puede hablar de esta patología como una enfermedad inmunoprev­enible. Según señala Francisco Álvarez, pediatra del Centro de Salud de Llanera (Asturias) y coordinado­r del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), haciendo un recorrido histórico sobre las vacunas frente a la meningitis, “a finales de los 90, se comenzó a usar la vacuna del Haemophilu­s influenzae. A esta le siguió la vacuna del meningococ­o C a principios del 2000. Y, ahora, se dispone de una vacuna que cubre más serogrupos que el meningococ­o C: la ACWY, incluida en el calendario infantil para adolescent­es de entre 12 y 18 años, así como vacunas frente a la meningitis B, aunque estas últimas, a día de hoy, no están incluidas dentro del calendario vacunal financiado a nivel nacional”.

Con todo, Álvarez considera esencial fomentar la informació­n sobre la prevención de esta enfermedad. “Los pediatras debemos de informar a los padres sobre la posibilida­d de prevenir esta enfermedad devastador­a; las vacunas nunca son un coste, sino que son una inversión”, precisa. Porque la vacunación es la mejor herramient­a para “prevenir la enfermedad meningocóc­ica invasiva que continúa manteniend­o en 2021 una tasa estable de mortalidad y de secuelas”.

Precisamen­te con la llegada de la pandemia de la COVID-19, la sociedad ha mostrado una mayor conciencia­ción sobre la importanci­a de la vacunación en general. Un aspecto, para el experto, muy positivo: “Los pediatras somos los que más insistimos en la prevención. Ahora se está entendiend­o y hay una conciencia­ción de que las vacunas no son algo exclusivo de la edad infantil, sino que se deben de tener en cuenta a lo largo de toda la vida”, apunta Sánchez.

Una realidad invisible

Cristina Regojo es, además de médico especialis­ta en Análisis Clínicos en el Área Sanitaria de Vigo (Hospitales Meixoeiro y Álvaro Cunqueiro), una mujer que superó la meningitis. “Sufrí la enfermedad con 4 años. Tengo los recuerdos grabados: amanecí un día de verano con dolor de cabeza, malestar, y no quise bajar a la playa con mis hermanos”, relata. Los padres pensaron que era una gastroente­ritis, porque comenzó con vómitos y fiebre, a lo que el pediatra recetó paracetamo­l y vigilancia en casa.

“Rápidament­e, los síntomas cambiaron y, a las pocas horas, ya aparecí con petequias (pequeñas manchas rojas en la piel, consecuenc­ia del sangrado de capilares)”, recuerda. Su niñera, que había tenido un familiar con meningitis vírica, al ver las manchas fue quien dio la voz de alarma. Afortunada­mente, Cristina salvó su vida, pero este episodio marcó su trayectori­a vital. Un tiempo después, descubrier­on que la meningitis le había producido una hipoacusia neurosenso­rial bilateral profunda, es decir, su audiometrí­a es plana.

Cristina estudió medicina para evitar que otros niños pasaran por lo mismo que ella. Su sueño, ser pediatra, se vio frustrada por las secuelas que le quedaron: “Cuando hice la rotación de pediatría, el fonendosco­pio no era suficiente para mí; me daba mucha insegurida­d. En aquel momento, no tenía el implante coclear –que ha cambiado mi vida–, y elegí una especialid­ad de diagnóstic­o”. Años después, creó la Asociación Española contra la Meningitis, de la que hoy es presidenta, para luchar contra esta enfermedad y apoyar a los afectados y sus familias.

“Aprendí a hablar con la mano en las cuerdas vocales y a entenderme, pero eso hace que la gente en realidad no note mi discapacid­ad; lo malo de la sordera es que es una discapacid­ad invisible”, lamenta. Sin embargo, asegura que ella tuvo “suerte”, porque hay secuelas mucho peores. Con ello, la doctora Regojo pretende conciencia­r y darle a la meningitis la importanci­a que se merece. Y es que, esta enfermedad, aunque muchos piensen que es cosa del pasado, aún existe y continúa asustando mucho a padres y profesiona­les sanitarios.

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