Niños más pacientes, creativos y empáticos por la pandemia
No todo ha sido negativo en esta crisis sanitaria. Ha despertado en ellos unos sentimientos y aptitudes muy positivas.
Los trastornos relacionados con el confinamiento han aparecido principalmente en adultos y no tanto en niños y jóvenes. De hecho, según Amalia Gordóvil, psicóloga familiar y profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, “a veces los adultos afirman que sus hijos tienen dificultades y, sin embargo, los niños manifiestan abiertamente lo contrario, hasta el punto de declarar que durante el confinamiento estaban muy bien porque estaban mucho tiempo con sus padres”.
Si bien es cierto que algunos estudios afirman que más de la mitad de los niños vieron perjudicada su salud mental, la psicóloga cree que también es importante preguntarlo a los pequeños y “valorar variables como el estado del niño previo al encierro y el manejo emocional por parte de sus padres o cuidadores principales”.
■ Conflictos entre hermanos
A nadie le gusta ver discutir a sus hijos. Sin embargo, el confinamiento y la convivencia convirtieron estos choques en algo más habitual. Pero, curiosamente, multitud de estudios se refieren a las peleas entre hermanos como algo positivo porque les ayuda al desarrollo emocional. La profesora y doctora en Psicología defiende el enfoque positivo y asegura que discutir con hermanos o amigos enseña al individuo a defender su opinión, a expresarla correctamente y a explorar sus límites dentro de cada disputa. “La vida comporta conflictos y situaciones desagradables que tenemos que afrontar y nuestra manera de hacerlo depende de qué mecanismos hayamos aprendido”, explica. La convivencia y el confinamiento han enseñado a nuestros hijos a autocontrolarse y a resignarse.
■ La importancia de la familia
Gordóvil señala que el encierro ayudó a todos los miembros de la familia a conocerse más, un valor difícil de obtener en una sociedad sin tiempo y que algunos núcleos familiares lograron recuperar.
■ El aburrimiento necesario
“En una sociedad marcada por estímulos constantes, los pequeños apenas tienen tiempo de desarrollar su paciencia. Los confinamientos les han enseñado no solo a saber aburrirse y a ser más pacientes, sino también a valorar la recompensa de esa espera”, dice la profesora.
■ La importancia de lo sencillo
Amalia Gordóvil explica que algunos jóvenes han aprendido a valorar cosas que jamás se les habrían ocurrido hacer. “Es el caso de Nerea, una adolescente que salió con sus amigos a las cinco de la mañana para ver salir el sol cuando se flexibilizaron las restricciones. ‘Un plan de frikis’, según define ella misma, algo que no habría hecho en condiciones normales, pero que disfrutó enormemente después de dos meses encerrada en casa”.