La tiranía de los‘deberías’
Padres que siembran el germen de la imperfección en los hijos cuando les dicen “deberías haber sido..., deberías haber sacado...”. Aquí tienes unas ideas para cambiar la dinámica de la comunicación en la familia.
Los “deberías” son una de las distorsiones cognitivas más frecuentes. Consisten en un mal hábito en nuestra forma de pensar, ya que hacen que mantengamos reglas rígidas y exigentes sobre cómo tienen que ser las cosas y que juzguemos como intolerable cualquier desviación de esas normas. Esto termina generando un gran malestar emocional e impide que alcancemos nuestras metas y objetivos. Todos, en mayor o menor medida, nos dejamos llevar por este tipo de error de pensamiento. El problema deriva cuando esta forma de pensar se convierte en un (mal) hábito y nos pasa factura a nivel emocional y conductual. Afortunadamente, se puede cambiar de actitud.
Con uno mismo
La psicóloga Mercedes Alba Marín, responsable del centro AlbaMar Psicología analiza este fenómeno con un paralelismo en la vida real. “Piensa por un momento cómo te sentirías si otra persona (tu jefe, tu pareja o un amigo) estuviera todo el día diciéndote: ‘deberías hacerlo mejor’. ¿Cómo reaccionarías? ¿Te sentirías enfadado, culpable, frustrado, triste o ansioso? Pues bien, así es como nos sentimos cuando usamos los ‘deberías’ en nuestro diálogo interno. Estamos constantemente comparando lo que deberíamos ser o hacer con lo que se es o se hace en realidad; y las consecuencias emocionales que sufrimos por mantener esta forma de hablarnos son tremendas”, explica.
Las consecuencias de querer alcanzar esas expectativas a toda costa pueden ser bastante negativas, ya que la presión a la que nosotros mismos nos sometemos es muy alta. “Por una parte, podemos manifestar síntomas de ansiedad y, por otra, cuando no conseguimos cumplir con esos ‘deberías’ (ya que suelen ser poco realistas) es más que probable que aparezcan sentimientos de culpabilidad, rabia, frustración, impotencia e insatisfacción, repercutiendo también en nuestra autoestima”, afirma esta psicóloga.
Dentro de la propia familia
Los “deberías” dirigidos hacia los demás son las expectativas que tenemos sobre los otros. Cuando estas no se cumplen suelen ser el origen de la mayoría de los enfados con los demás y, por supuesto, dentro de la propia familia. La psicóloga Alba Marín comenta que “en ocasiones asumimos ‘deberías’ que responden a lo que los demás esperan de nosotros, por ejemplo (‘debo ser una buena madre’), y otras veces nuestros ‘deberías’ van encaminados a satisfacer las necesidades de los demás (‘debo de estar pendiente de sus deberes’)”.
Pero también dirigimos esos “deberías” hacia nuestros hijos sin ser conscientes, en ocasiones, del daño emocional que les estamos causando. Crecer rodeado de constantes “deberías” como “deberías sacar mejores notas…”, “no deberías haber dicho eso…” puede minar la autoestima y limita el crecimiento personal de los niños. Como explica la psicóloga Mercedes Alba Marín: “La familia de origen influye notablemente en la autoestima de una persona, en parte por la genética, pero también porque los padres transmiten sus propios valores, facilitan el aprendizaje por modelado y utilizan contingencias de refuerzo que pueden facilitar, extinguir o inhibir ciertas actitudes hacia uno mismo. Un componente básico de la autoestima sana es la aceptación incondicional de nosotros mismos, sin que ello dependa de nuestros logros o de la aceptación de otras personas. Si nuestra vida se rige por los ‘deberías’, nuestra autoestima será frágil, ya que estará condicionada al cumplimiento de ciertos estándares”.
Consecuencias en los niños
Hay que ser cuidadosos a la hora de utilizar los “deberías” con ellos, porque aun cuando nos pueda parecer que decirle a alguien cómo debería hacer las cosas puede motivarle para cambiar o mejorar algún aspecto de su vida, en el fondo, lo que estás diciéndole es que no te gusta cómo es y que no está cumpliendo con tus expectativas, lo que resulta muy dañino para su autoestima. Tenemos que recordar que esas expectativas son tuyas y no de la otra persona. Además, la mayoría de las veces, cuando decimos a otra persona lo que “debería” o no “debería” hacer, pasamos por alto que quizá no sepa cómo hacerlo, con lo cual la sensación de no “estar a la altura” puede aparecer y hacerle mella. Mercedes Alba Marín explica que “aunque no solemos ser conscientes de estas consecuencias, simplemente percibimos esos ‘deberías’ como consejos bienintencionados («te lo digo por tu bien»), una forma de hablar pero, por ejemplo, de poco sirve decirle a un niño tímido que ‘lo que tiene que hacer es ir a jugar con los demás’ si no sabe o carece de las habilidades necesarias para hacerlo”.
Por otra parte, si consideramos como padres que hay algún aspecto a mejorar en nuestros hijos, es mejor hablarlo directamente, averiguar cuál es su visión de lo que nosotros consideramos un problema, porque igual nos sorprende que para él o ella no tiene la misma importancia. A partir de ahí, debemos ofrecerle diferentes alternativas para que las pueda poner en práctica sin olvidarnos de reforzar cualquier cambio, por pequeño que sea, que se aproxime al objetivo. Es importante que el niño se sienta siempre querido y valorado a pesar de sus acciones.
Cómo salir de la tiranía
Una ayuda importante es modificar nuestra forma de hablar. “Cambiemos los ‘debería’ por ‘me gustaría’ o ‘preferiría’ y observa el efecto que se produce. Por ejemplo, cuando tu hijo adolescente llega tarde sin avisar, cambia el ‘no deberías llegar tarde y menos sin avisarme’ por ‘preferiría que llegases a la hora acordada’”.