“La felicidad es sentirse en equilibrio”
Hablamos con la doctora Paloma Fuentes, gerente de Felicidad de Mi Vida y sherpa para la transformación de personas y organizaciones.
Hablas de esguinces emocionales: ¿cómo los definirías y cómo se pueden curar?
En Medicina, un esguince es una lesión articular con afectación de los tejidos blandos que tiene varios grados, desde una pequeña distensión hasta una rotura del ligamento. Eso nos pasa con las emociones, cuando tenemos que afrontar un problema. Ante determinadas situaciones conflictivas, nuestro mundo emocional se altera de forma leve o podemos llegar a sufrir una rotura emocional importante desarrollando algún trastorno psicológico. Lo más importante es conocer cómo funcionan las emociones para saber regularlas adecuadamente. No podemos (ni debemos) sentir tristeza, enfado o miedo en determinados momentos porque las emociones surgen de forma automática e involuntaria. Pero sí podemos bajar su intensidad progresivamente hasta que lleguen a desaparecer. Todas las emociones surgen por algo y nos traen un mensaje que nos induce a actuar. Para modular su intensidad, lo primero que debemos hacer es reconocer cuál es la emoción que estamos teniendo, ponerle nombre y, a continuación, entender por qué ha surgido en ese momento y encontrarle sentido al mensaje que nos viene a traer. Esos dos pasos ya reducen su intensidad.
Pasar de superviviente a ¡Súper Viviente!, ¿qué hace falta para lograr ese salto?
Fundamentalmente, entender que el cerebro dirige toda nuestra vida, que todo lo que sentimos, pensamos y hacemos sale de él. Y que aunque biológicamente hablando lo que prima en su estrategia diaria es mantenernos con vida, es decir, hacernos meros supervivientes, también encierra mecanismos prodigiosos que nos permiten cambiar la energía de nuestra mente para tener una mente proactiva, la base de la felicidad y de convertirnos en Súper Vivientes.
¿En qué consisten las 20 vitaminas mentales de las que hablas en tu libro?
Son 20 habilidades muy comunes, que seguro que todos tenemos en mayor o menor grado, y que la ciencia nos ha demostrado que potenciarlas nos conduce a ese estado de calidad mental que es la felicidad. Desde la atención concentrada a la voluntad de ser feliz, pasando por la tranquilidad, ecuanimidad, el perdón, la compasión, la apreciatividad, la generosidad o la gratitud, todas ellas son herramientas mentales que debemos entrenar o reforzar para lograr una mente consciente, coherente, flexible y sana, los cuatro pilares de una mente de calidad.
¿Qué es para ti la felicidad y qué hace falta para alcanzarla?
Yo entiendo la felicidad como esa energía mental que me lleva en cada momento a tener la mejor vida posible. No tiene que ver con estar contenta o ilusionada (que si lo estoy mejor que mejor, lógicamente). Tiene que ver con sentirme en equilibrio, con esa calma tan necesaria para poder concentrarme en lo que estoy haciendo y disfrutar de ello, sea lo que sea. Lo que hago es aplicarme lo que he escrito en el libro, lo cual no significa que siempre lo consiga, a veces, en algunas circunstancias, confieso sinceramente que me cuesta y tengo que esforzarme más, pero cada día hago prácticas muy simples que para mí son muy valio
En los momentos complicados hay que aceptar y retomar la energía para continuar
sas. Por ejemplo, medito, respiro conscientemente varias veces al día, cuido mucho mi sueño y mi alimentación, valoro y agradezco todo lo me rodea, desde lo más insignificante a las personas de mi entorno, y, algo muy importante, practico la aceptación en los momentos complicados, acepto y retomo mi energía para continuar.
Prisas, trabajo, niños, conciliación... A veces el frenético ritmo diario nos dificulta poder disfrutar de los días. ¿Cómo podemos sobrellevar mejor ese estrés?
Para combatir el estrés es imprescindible hacer varias microparadas de diez segundos a lo largo del día, conectando con nuestra respiración nasal, de forma que alcancemos un par de minutos. Además, yo aconsejo practicar meditación durante 10 minutos, hacer ejercicio físico, dormir bien durante siete u ocho horas y entrenar 10 minutos cada día alguna de las veinte herramientas que fortalecen nuestra mente frente al estrés. Aparte del ejercicio y el sueño. Son en total unos treinta minutos de dedicación cada día para reducir el estrés y elevar nuestra salud y felicidad. Es una inversión maravillosa.
En el libro hablas de compasión y autocuidado, algo que muchas veces las madres y padres no practican con ellos mismos. ¿Cómo crees que se puede mejorar esto?
Lo primero es que tengamos en cuenta que trabajar y cuidar bien de nuestra familia pasa necesariamente por cuidarnos bien a nosotros. ¿Recordáis las instrucciones cuando viajamos en avión? En caso de despresurización de la cabina, primero ponte tú la máscara de oxígeno y luego a los que dependen de ti. La vida normal funciona igual. Así que es imprescindible que cada día nos guardemos una parcelita de tiempo para nosotros, para hacer cosas que nos gustan, que nos relajan o para reflexionar sobre el día. Lo importante es tener presente siempre que solo podemos dar lo que tenemos y que llenarnos de cosas buenas para dar a los demás pasa por darnos un espacio cada día.