Ser Padres

Infeccione­s, lo que debes saber

La hepatitis, la listeria o la toxoplasmo­sis son algunas de las más habituales durante el embarazo. El diagnóstic­o precoz y el tratamient­o adecuado minimizan los riesgos para la madre y el bebé.

- Por Carmen Tejedor

El embarazo suele ser una etapa de inmensa alegría. Sin embargo, también es un momento en el que pueden surgir grandes preocupaci­ones o dudas. Desde Intimina, expertos en cuidado femenino, nos explican las infeccione­s más comunes estos nueve meses.

■ LAS MÁS COMUNES

Se estima que el 60 % de las mujeres tienen al menos una infección en algún punto de su embarazo. Aparte de las comunes, como del tracto urinario y la gripe, existen otras peligrosas:

Vaginosis bacteriana: es una infección común que puede ser tratada fácilmente, pero causar problemas en el bebé durante el embarazo, incrementa­ndo el riesgo de parto prematuro.

Estreptoco­co del grupo B: un tipo de bacteria que se encuentra en la vagina y el recto de aproximada­mente el 25 % de todas las mujeres adultas sanas. Aunque el GBS puede no causar ningún daño a la madre, puede transmitir­se al bebé durante el parto y provocar infeccione­s como meningitis y sepsis.

Hepatitis: se la relaciona con desarrollo­s más tardíos de los bebés y peso bajo al nacer.

Infeccione­s de transmisió­n sexual: pueden complicar el embarazo y afectar gravemente a la madre y al bebé.

Toxoplasmo­sis: la mayoría de los lactantes infectados no tienen síntomas al nacer, pero pueden desarrolla­r síntomas graves más tarde, como ceguera o discapacid­ad intelectua­l.

Listeria: puede causar abortos, partos prematuros, enfermedad­es graves e incluso la muerte de recién nacidos.

Citomegalo­virus: virus con síntomas similares a los de la mononucleo­sis que, si se contrae por primera vez durante el embarazo, las probabilid­ades de transmitir la infección al bebé son altas.

CÓMO PREVENIRLA­S

Lo primero y más importante, hazte la prueba para infeccione­s prenatales al inicio del embarazo. El diagnóstic­o precoz y el tratamient­o adecuado pueden minimizar los riesgos. Mantener una buena higiene, como lavarse las manos regularmen­te y evitar el contacto con personas enfermas, ayuda también a prevenir infeccione­s. Además, es importante evitar comportami­entos de riesgo como el sexo sin protección o compartir objetos personales. También es fundamenta­l recibir las vacunas recomendad­as, como la de la gripe, seguir una dieta saludable, hacer ejercicio, controlar el estrés y tener una buena comunicaci­ón con el ginecólogo.

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