Suspendido de empleo y sueldo y con la puerta abierta para salir
No hablarse con el jefe del barco y llamar pelotas a sus compañeros no tiene otro camino posible en el Valencia que la marcha del central francés
El central francés acató la decisión, ya no durmió en el hotel del Valencia y partió de buena mañana en el primer avión desde Granada, donde fue abordado en el aeropuerto y respondió de mala manera tapando incluso la cámara de Canal 9. “Vuestro trabajo es molestarme a las seis de la mañana”, criticó indignado, para limitarse a no contestar a ninguna pregunta en el revuelo armado en su llegada a Valencia.
Rami, por la tarde, afirmó que desaprueba su sanción por “infundada”, pero que se muestra abierto a llegar a un acuerdo a partir de ahora con el Valencia: “Lamento esta situación que empaña mis relaciones con mi club y la afición, por quienes yo siempre he obrado con el máximo respeto y lealtad. Esta discrepancia se arreglará con un espíritu deportivo dentro del diálogo con el club como siempre he deseado y con la sinceridad que me caracteriza”.
Pese a que todo empezó por unas acusaciones de haberse borrado por una supuesta lesión de tobillo contra el Sevilla y haberlo negado tajantemente el francés, Rami tampoco es un santo y su historial habla poco en su favor. En su día ya mantuvo sus diferencias con el técnico anterior, Ernesto Valverde, que se vio obligado a darle un toque de atención cuando estaba más pendiente de la llegada de una oferta para fichar que de centrarse en el equipo, y en el recuerdo queda su famoso baile en una fiesta benéfica en Makala, pese a tener una herida en su pie derecho. Todo un personaje, sin duda.
El problema de fondo es que Djukic no quiere volver a ver a Rami y que el Valencia está dispuesto a imponer una sanción ejemplar sobre un jugador al que nunca abandona la polémica. El futuro del galo pasa por no vestir más de blanquinegro y ya se le busca sustituto en el eje de la zaga, ya sea en el mismo filial – Carlos Delgado o Quintanilla, aunque al tener más de 23 años no pueden compaginarlo con el primer equipo–, apostando por una promesa de futuro –los juveniles Sergio Ayala y Alberto Tendillo, hijo del excentral valencianista– o con saldos imprevistos en el mercado –algún jugador en paro–. La agitación en el Valencia nunca cesa.