El culo de Jorge Lorenzo
No se pierdan la magnífica iniciativa #Repsol50aniversario que podemos ver en el Passeig de Gràcia, una de las calles más bonitas de esa ciudad que a partir de hoy acelerará su proceso de degradación. ¡Qué digo de la ciudad¡ Del país, de Europa, del mundo.
Un viaje a través de cinco décadas de historia, de la del motor pero también de la nuestra, con algunos de los vehículos más emblemáticos patrocinados por la compañía energética española luciendo en los lugares más icónicos de esta arteria urbana convertida en un parque temático para chinos y rusos, convencidos que La Pedrera es de cartónpiedra y que la Casa Batlló pertenece a Disney. Viendo la Derbi de Angel Nieto del 71, me pareció fascinante que el 12+1 pudiera sentirse cómodo metido en aquel estrecho asiento embutido en tan minúsculo colín, sobre todo en contraste con la enorme poltrona que tenía la Honda NSR500 del 97 de Mick Doohan. Y no pude no pensar en Jorge Lorenzo y sus cuitas con su moto, cuyo asiento, al parecer, no acaba de convencerle.
Siempre se ha dicho que en esto del deporte, el que sea, la cabeza, la mente, juega un papel fundamental, incluso en el mundo del motor, donde lo mecánico es trascendental. A lo largo del tiempo he conocido infinidad de casos de técnicos que han engañado a sus pilotos, convenciéndoles de haber introducido determinados cambios (inexistentes) en sus motos, por absurdas que hayan sido sus peticiones, y cómo, automáticamente, los resultados han aparecido por arte de magia.
El año pasado vimos como Lorenzo fue capaz de revertir su situación en Ducati a partir de Mugello, con la simple introducción de una espuma sobre el depósito de su moto. No soy nadie para cuestionar las necesidades de todo un pentacampeón mundial, a quien admiro profundamente. Pero: ojalá que su reciente viaje a Japón, al sancta sanctorum de Honda, de pronto sus frutos. Lo necesita, y urgentemente. Ojalá que sea aquí, en Catalunya –donde ha ganado ¡seis veces! (5 en MotoGP) pueda darle la vuelta a su situación. A ver si en Honda, que no saben casi nada de qué va este negocio, por fin comprenden a tan sensible trasero.
Pero, por bien que ahora le funcione el asiento, o lo que sea que le obliga a llevar su moto como si fuera una 250, por bien que se le dé esta pista, tal vez no es el mejor lugar para hacerlo. Demasiados pelotas y fantasmas a su alrededor se lo podrían impedir. A Lorenzo le sobra talento y, sobre todo, tantos “tois” –como los que rodean a Neymar–pululando a su vera de nuevo.