Sport

Cuidado, no lo demos por ganado

Una de las grandes lecciones de vida que me ha dado el tenis ha sido la de respetar al rival hasta el final para no terminar lamentando disgustos fatales

- Por ALEX CORRETJA

Tengo la sensación de que mucha gente se ha relajado en el ‘partido’ contra el COVID-19

Siempre recordaré cómo me sentí cuando perdí la final con 18 años ante Agenor

Hace unas semanas, charlando con mi amigo, el extenista argentino Javier Frana, en nuestro podcast de tenis ('Subidos a la Red'), en el que compartimo­s las experienci­as vividas en el circuito, le comenté lo mal que llevaba perder según quépartido­senmicarre­ra.Apesardequ­e desde fuera podía parecer que no era así. Pues bien, unos días más tarde, me llegó una foto vía Twitter de alguien que debió escuchares­aafirmació­nsobremisd­errotas y dio con la imagen perfecta para ilustrarlo. Era del año 92, yo apenas tenía 18 años y acababa de perder la final de un torneo `challenger' (categoría previa a los torneos más grandes del circuito ATP) en Yvetot ( Francia ). La instantáne­a no tendría más importanci­a que mi `simple' derrota, pero ese `tuit' me inspiró a escribir sobre ello y explicar lo que sucedió detrás de ese momento inolvidabl­e en mi vida.

Era la primera vez que llegaba a la última ronda de un torneo de 100.000 dólares en premios. Me enfrentaba al haitiano

Ronald Agenor, un jugador 10 años mayor que yo. Y, por supuesto, con mucha más experienci­a en el circuito. Recuerdo como si fuera ahora que, con 4/0 40/15 a favor mío en el tercer set, hice un ace que me dio el 5/0 en el marcador. Salí corriendo hacia el cambio de lado, convencido de que el título era imposible que se me escapara. Solté toda la tensión que tenía acumulada con un soplo profundo vaciándome por completo. Sentado en la silla empecé a calcular los puntos que sumaría en el ranking que me colocarían entre los 100 primeros del mundo por primera vez en mi vida. Dejé de pensar en la táctica y me `empané' pensando en muchas otras cosas.

Lo curioso del tema es que, mirando al palco donde estaba mi equipo, vi a mi mánager que ya tenía preparadas unas botellas de champán francés para celebrar el triunfo. Reanudamos el juego y mi rival mantuvo su servicio. 5/1, yo seguía relajado y cedí el mío: “5/2, no pasa nada”, pensé, “aún tengo margen”. Agenor ganó su saque y se puso 5/3. Entonces me entró un sudor frío al darme cuenta de que ya no podía fallar más, pero ya era Lamentable­mente me había desconecta­do tanto del encuentro que no fui capaz de volver a mis rutinas y acabé perdiendo 7/5. Esa noche no dormí ni un minuto, y no porque me fuera de marcha como me hubiera gustado, sino por la sensación de estúpido que se me quedó después de perder esa final. Por suerte mi carrera acabó siendo muy positiva y logré trofeos mucho más importante­s que el de Yvetot, aunque curiosamen­te nunca fui capaz de ganar ningún `challenger'.

El tenis me ha dado infinidad de lecciones, pero una de las más importante­s ha sido la de no relajarse nunca hasta que no ganas el último punto del partido. Yo lo aprendí con mayúsculas a los 18 años. A día de hoy tengo la sensación de que hay mucha gente que se ha relajado pensando que el `partido' contra el covid-19 ya lo hemos ganado, pero recordad que al rival hay que respetarlo hasta el final si no queremos disgustos fatales de última hora.

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//RICARD CUGAT Salidas en masa tras el confinamie­nto
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