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DERBI PARA EL GIRONA

El Girona, con un gol de Pablo Moreno, se llevó el derbi ante un Espanyol preso de su falta de acierto y que encajó su quinta derrota

- ALBERT GRACIA

El Girona se llevó el derbi porque así lo quiso Juan Carlos. Y los palos. Y la falta de pegada blanquiazu­l. Cayó en la desesperac­ión el Espanyol, que malbarató hasta cinco ocasiones clarísimas para haberse llevado el gato al agua sin sudar demasiado. Al final, como suele pasar en este caprichoso deporte, el que menos creó fue el que se llevó el partido. El Girona supo esperar su momento agazapado y aprovechó una de Pablo Moreno antes del descanso para llevarse tres puntos que valen oro. Un triunfo tras cuatro partidos seguidos sin ganar. El Espanyol ahora solo es colíder. No fue precisamen­te porque no lo intentó. Pero ni rastro de la habitual pegada. Ya desde el inicio, donde hacerse dueño y señor del partido sirvió para bien poco ante un Girona que concedió más de la cuenta, pero que se salvó una vez tras otra. Los blanquiazu­les fueron amos y señores del partido en el primer tiempo ante un Girona al que le costaba horrores llegar a Stuani. Ni con Samu Saiz al mando, el más activo en el medio. El Espanyol tardó poco en llegar y llegar a la meta de Juan Carlos, ascendiénd­olo al olimpo de los héroes. Un cabezazo de David López, un disparo de Melamed... Y cuando no llegaba el meta, ahí estaba la madera para salvar el trallazo de Embarba. También la tuvo Puado, en un mano a mano en la primera llegada del duelo, pero su disparo se marchó al limbo. Todo lo que desperdici­ó el Espanyol fue agua de mayo para el Girona, que esperó a que las aguas se calmaran para decir la suya. No había apenas

Los jugadores del Girona celebraron el gol de Pablo Moreno que no solo vale los tres puntos sino reengancha­rse a la lucha por el ascenso

// llegado el cuadro de Francisco cuando, en la primera, marcó diferencia­s. Samu Saiz filtró, el balón, tras rebote, cayó en los pies de Pablo Moreno y el excanteran­o azulgrana mostró lo que había que hacer en el área. Balón a la escuadra. Justo antes del descanso. Un gol que no haría más que acrecentar la desesperac­ión perica.

En la reanudació­n, más de lo mismo. Otra vez Juan Carlos y otra vez la madera. El meta para sacar un remate a bocajarro de Keidi Bare y otro de Melamed, y el palo para negarle el cabezazo a Puado. La insistenci­a blanquiazu­l remitió al mismo ritmo en el que la desesperac­ión empezaba a hacer mella. Los gerundense­s quisieron aprovechar­lo a la contra, pero tampoco hubo finura en el último pase. Al final, no hizo falta sufrir por el resultado.

Los gerundense­s sobrevivie­ron a la tormenta espanyolis­ta y solo aprovechar­on una ocasión

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