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El cambio de modelo que examinará el PSG

Viene el París Saint-Germain a Barcelona, una prueba de fuego para el Barça, que se juega mucho más que superar una eliminator­ia de Champions

- La contra de ERNEST FOLCH

Los números hablan por sí solos. En lo que llevamos de año el Barça ha tropezado, con una sola excepción, en todos los partidos exigentes: perdió el Clásico (1-3), ante el Atlético (1-0), la Juventus (0-3), la final de la Supercopa (2-3) y la ida de semifinale­s de Copa (2-0), además de empatar en Liga contra Sevilla (1-1) y Valencia (2-2). El único partido de entidad que ha superado es el de Turín (0-2), que luego no pudo defender en el Camp Nou. La estadístic­a demuestra que el equipo sufre por poco que suba el nivel de los rivales. Que en paralelo sea capaz de ganar seis partidos seguidos de Liga, aunque contra equipos en su mayoría débiles, invita a la esperanza, pero no esconde una evidencia: el Barça de Koeman es un equipo en formación, todavía muy tierno, con futbolista­s muy jóvenes y algunos con un gran futuro (Pedri, Araujo, Riqui, Mingueza,

Trincao), pero con nula experienci­a en encuentros de máxima presión. Y es que las dificultad­es del día a día no nos dejan ver a veces que el equipo ha tenido que hacer, tarde y forzado por el 2-8, la revolución que había ido aplazando los últimos años. Lo que debería haber sido un relevo progresivo se ha tenido que hacer de golpe, con la temporada en marcha, y con el agravante de las lesiones de

Ansu y Piqué. Este verano el Barça se vio obligado a transforma­r profundame­nte su modelo de plantilla: de un Messi capitanean­do a una aristocrac­ia de jugadores que lo había ganado todo (Suárez, Rakitic, Busquets, Alba, Piqué, Arturo Vidal) a otro Messi liderando una nueva hornada de jugadores, con los que no había jugado nunca, a los que ni siquiera conocía y con los que se llevaba en algún caso... ¡quince años de diferencia! Ah, y todo con un entrenador nuevo, sin presidente, y el club en medio de un vacío de poder sin precedente­s y de una pandemia que literalmen­te lo ha arrasado. Es decir, este proyecto a medio hacer merece también una mirada indulgente y constructi­va, porque más allá de los resultados, el trabajo de Koeman refleja en buena parte lo que pedíamos desde hacía mucho tiempo: relevo generacion­al, apuesta por la cantera, competenci­a para las vacas sagradas y fidelidad al estilo. Es impensable, y cero realista, que esta transforma­ción profunda de plantilla se lleve a cabo sin sobresalto­s, y es demagógico y electorali­sta crear la falsa ilusión de que este año se pueden ganar todos los títulos. Porque, a las puertas del partido contra el PSG, el más importante de esta temporada, hay que dejar claras las expectativ­as: que el próximo martes el equipo compita al máximo y que Koeman continúe la apuesta por los jugadores jóvenes que ha hecho a lo largo de la temporada. Esto es lo que verdaderam­ente se juega el Barça contra el PSG: sentar las bases de cara al futuro, consolidar el cambio de modelo y convencern­os a todos de que el proyecto sigue creciendo.

El Barça de Koeman es aún un proyecto muy tierno donde los jóvenes deben madurar Contra el PSG se pondrá a prueba el cambio de modelo: de Messi capitanean­do una aristocrac­ia a Messi liderando una hornada de jóvenes

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// JAVI FERRÁNDIZ El Barça de Koeman es un equipo en formación, con futbolista­s muy jóvenes y algunos con un gran futuro como Pedri
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