`Coitus interruptus'
▄ Ya sé que la nostalgia no lleva a ningún lado, que no es más que el recuerdo un tiempo que ya pasó y que no volverá. Pero soy un nostálgico, qué le vamos a hacer. Hago esta reflexión porque no somos pocos los que echamos de menos ya no solo el fútbol de antes de la pandemia, sino el de mucho antes, el que se jugaba por y para los aficionados. Huelga decir que sin público en los estadios, y ya vamos para doce meses de gradas vacías, el fútbol no tiene sentido. Es recurrente y queda muy bien decir que la televisión ha salvado el fútbol pero no, señores, esto no es así. Lo que ha salvado la televisión es el negocio, pero no el fútbol, incluso puede que al fútbol lo esté matando, pues ha pasado a ser un espectáculo televisivo que hay que producir sin parar para llenar la pantalla a todas horas. Y si los jugadores no aguantan y se lesionan, pues que se fastidien... La Liga viene a ser como una serie de 38 capítulos que, para mayor tragedia, el aficionado no puede consumir cuando le apetece, sino cuando le obligan los programadores y los intereses televisivos. A las dos de la tarde si es preciso. ¡Y sin rechistar!
EL COLMO Y así hemos llegado al colmo de los despropósitos, a la anti-emoción, por decirlo de alguna forma. Esta semana, por ejemplo, los aficionados sufren las consecuencias de un coitus interruptus muy doloroso. En plena lucha por el título de Liga, el Barça ganó el sábado al Sevilla por 0-2 pero los culés, para saber si la satisfacción será completa, tendrán que esperar hasta el lunes por si el Madrid pincha. Del sábado a las seis de la tarde al lunes a las once de la noche. ¡53 horas de interruptus! Esto no se puede aguantar. Y mucho menos, si echamos la mirada atrás, a aquello tiempos en que todo pasaba en dos horas y la intensidad del orgasmo podía empalmarse (nunca mejor dicho) en tres o cuatro campos a la vez. El sonido mágico del carrusel... Pi, pi, pi, gol en el Camp Nou, en El Sadar y en el Calderón. Gana el Barça, pierde el Madrid con Osasuna y pincha el Atlético en su campo... ¿Se imaginan? Pues eso, que ahora que no podemos ir al campo, nos tienen condenados a un coitus interruptus insoportable. Y no están las cosas para perderse muchos coitus, y mucho menos, pasar por interruptus de 53 horas.