Sport

Jasikevici­us y ese misterio que algunos llaman carisma

Ganar no es suficiente (Libros Cúpula)

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Con el carisma ocurre algo parecido a la elegancia: a menudo es involuntar­io. Cuando hay demasiado esfuerzo, solo queda el artificio y la impostura. No es lo mismo una fotografía de gente posando que de gente pasando completame­nte de la cámara. En el segundo grupo hay misterio y mucho más atractivo. Hay mucha más verdad en alguien absorto en sus pensamient­os que haciendo un vídeo de Tik Tok.

El carisma se tiene o no se tiene, pero puede adoptar muchas formas y tiene que ver con los intangible­s. El entusiasmo, por ejemplo. O la valentía. La valentía de ser uno mismo. En general, sentimos fascinació­n por personas que poseen cualidades que no tenemos, pero admiramos. Los ingleses lo llaman mojo: un hechizo, una magia que da poder y carisma, una cualidad que atrae a la gente y te convierte en alguien exitoso y lleno de energía. De mojo, de ese tipo de carisma que solo tienen las leyendas, va sobrado Sarunas

Jasikevici­us.

Su magnetismo es conocido por los culés desde su etapa como jugador. Un vínculo que solo ha hecho que crecer desde que se hizo cargo del banquillo del Barça. Una de las cualidades que hacen que conecte con el aficionado es su espontanei­dad. Hay un momento, minutos después de ganar la última ACB, que Calathes le interrumpe una entrevista, le abraza por detrás y le dice: “jódete entrenador, estamos tomando chupitos sin ti”. A

Saras le cambia el gesto, se ríe a carcajadas y, por unos momentos, vuelve a sentirse jugador. Ha estado ahí antes, echa de menos poder darse un respiro, rajar de su entrenador y liarla en las celebracio­nes. Esta temporada, la primera como entrenador azulgrana, la ha disfrutado y sufrido a partes iguales. “Ha sido muy difícil entrenar a Nick y a Pau”, reconoce. Ha sido muy difícil porque ha entrenado a dos amigos. Pero no le ha ido mal al técnico, que solo le ha quedado la espina clavada de la Euroliga. Ganar. Esa ha sido siempre la obsesión de Jasikevici­us, un tipo que odia perder. Un tipo al que Obradovic ha nombrado como su sucesor. Pero también un tipo con sus contradicc­iones.

Están todas en `Ganar no es suficiente' (Libros Cúpula), una autobiogra­fía en la que se muestra tan visceral como en la pista. Escrita en primera persona, una de las cosas más destacadas es la brecha entre el Saras jugador y el Jasikevici­us entrenador. “Se me daba bien inventarme excusas y siempre buscaba la mejor zona para acortar un poco el recorrido cuando había que correr”, reconoce ahora con algo de sorna. Esos atajos se hicieron famosos durante la etapa de Pesic del Barça, el entrenador al que señala como culpable de su salida (“sufrí una especie de depresión”) y al que deja algunos recados en el libro. Esa tendencia a acomodarse, así como su juego algo anárquico (¿les suena Heurtel?), contrasta con el entrenador que es hoy. El que aprieta a sus jugadores cuando se relajan o el que quiere un equipo ordenado.

Otra de las confesione­s que más sorprenden es cuando asegura que es “pésimo” tomando decisiones (le cuestan un mundo, dice) o que jugó paralizado por la presión la Euroliga del Sant Jordi. Es un Saras honesto con sus emociones al que no le importa reconocer, también, sus debilidade­s. Pero sobre todo alguien que se impone disfrutar de la vida. “No sé si soy buen entrenador, pero soy bueno celebrando”.

El lituano se abre en su autobiogra­fía y mantiene el mismo tono visceral y disfrutón que en la pista

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